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Mi irritación en ese momento era comparable con la vez que a Fudo se le ocurrió jugarme una broma cuando teníamos al rededor de 5 y 7 años respectivamente, donde pensó "inocentemente" que estaría genial que mi cabello estuviera un poco más nutrido con miel y aunque a mi me importaba lo mismo mi cabello que una mosca muerta, él decidió que vería el cabello brillante de su hermano así que destapó el pequeño frasco de shampoo y después de vaciar la mitad, vertió una buena cantidad de miel dentro de ella provocando que el cabello de su hermano mayor fuera totalmente cortado.

Jamás había vuelto a enojarme tanto como esa vez, hasta probablemente unos cinco minutos antes.

Digo, sabía de alguna forma que Asmita estaba escondiéndonos algo y aunque al principio estaba completamente anonadado sobre lo que estaba escuchando, ahora sentía como si una pequeña estaca se clavara lentamente en mi pecho ¿a caso eramos tan poca cosa para él como para no confiarnos algo de tal magnitud? Lentamente se fue alejando de ese lugar donde se había encontrado con el moreno de larga cabellera azul y después de un sospechoso contacto físico entre ellos decidieron alejarse a una pequeña cafetería un poco más adelante de la Universidad.

Y ahora, ahora estaba sentado a tres mesas de ellos tomando mi tercer taza de té Chai con unos sospechosos lentes obscuros, observando como las facciones de mi hermano mayor estaban mucho más relajadas que de costumbre y aunque conservaba esa distintiva forma de poner en duda todo lo que veía, no había duda de que estaba desarrollando algún tipo de sentimiento a ese tipo.

—Vaya... ¿quién diría que te encontraría aquí, Shaka? ¿No deberías estar en clase o en tu trabajo?

La suave voz de mi hermano menor me hizo brincar por la sorpresa de encontrármelo ahí y casi como reflejo terminé por girar con cuidado la cabeza hasta donde estaba Asmita para verificar que no se diera cuenta de nuestra presencia mas el otro parecía estar ensimismado con el bronceado del tipo delante de él.

—Carajo Shijima, me asustaste... solo... cállate y siéntate.

La expresión de mi hermano parecía haber leído el aura que estaba emanando sobre pasar desapercibido entre las personas, así que se sentó con cuidado de no cometer alguna de sus típicas torpezas y suavizó la voz.

—¿Quién?

Era una sorpresa para todos que yo me interesara en que guardaran silencio ya que por lo general dejaba que las personas me bombardearan con sus problemas aunque ni siquiera me interesaban y muchas veces terminaba por ignorarlos volviendo una y otra vez a mi tormento personal, así que mi expresión de seriedad debe haber enviado el mensaje de que este era un asunto delicado de tratar.

—Es Asmita, lo he seguido desde las últimas dos calles abajo además está con un tipo que no ha soltado su mano desde que llegaron.— disimuladamente, Shijima se giró para encarar la situación en la que el rubio mayor estaba involucrado.

—¿Crees que... nos esté...?

—No lo sé... pero me molesta que crea que no entenderemos esa parte de él.

De verdad estaba furioso, hasta estaba considerando la opción de tomarle una fotografía y echársela en cara en nuestra casa sin embargo, antes de que pudiera tocar mi teléfono, un suave aroma a cerezos me golpeó y con ello, el asfixiante aroma del humo. Por el rabillo del ojo, pude ver que en la ventana se acercaba una melena de color lila y tratando de respirar con normalidad, tomé aire con fuerza para tranquilizarme aunque realmente fue inútil ya que terminé por ceder al ataque de ansiedad.

—¿Shaka... estás...?

No pude escuchar la continuación de la pregunta porque mi mente comenzó a nublarse y mi alrededor a dar vueltas, a lo lejos pude ver como un par de largas melenas salían del establecimiento aunque por un momento sentí el calor de Asmita a mi lado, pude ver claramente como salió del establecimiento inconscientemente eligiéndolo a él  por encima de nosotros.


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No estoy seguro claramente cuanto tiempo pasó desde ese ataque de ansiedad en la cafetería pero estaba completamente seguro de que esto me traería problemas en el trabajo como encargado de la biblioteca.

Mi espalda estaba completamente agarrotada y mis piernas estaban completamente entumidas por lo que me costó el doble de trabajo poder despertar por completo aunque me arrepentí completamente de haber despertado en ese momento.

—¿Shaka? ¡Dios mío! Mocoso de mierda, no me des estos sustos.

Shijima podía llegar a ser peor que Asmita en lo que respecta a preocuparse por nosotros tanto que muchas veces llegaba a parecer un psicópata encerrado en el cuerpo de un intento de "hippie"

—Shiji... No m-me... dejas respir-ar

Inmediatamente me soltó de su agarre y comenzó a darme un regaño sobre no decirle sobre estas cosas a él aunque ahora que lo pienso, esto había sido demasiado espontáneo.

—...debes poner atención en tu cuerpo porque es la cosa más sabía que tienes en este planeta así que...— un pequeño toque en la puerta lo interrumpió en su sermón.

—Discúlpame ¿Se ha despertado ya?

La suave voz de Mu resonó por toda la habitación atravesándome con cada silaba que pronunciaba mas no dejé que mi expresión evidenciara todo lo que tenía guardado dentro de mí.

—Oh, lo siento por causar tantas molestias...— me levanté un poco mareado del sillón en el que estaba acostado con anterioridad y ante mi pequeño titubeo, Shijima me obligó a sentarme de nuevo.

—No es ningún problema por suerte mi turno iba iniciando por lo que me tomé la libertad de ayudarte un poco, espero que haya sido de utilidad.

Su sonrisa impregnada de pureza movió algo en mi interior y un pequeño sonrojo se instaló en sus blancas mejillas por la vergüenza.

—Muchísimas gracias por tu ayuda, la verdad no hubiera podido moverlo un centímetro yo solo.

—No es nada, después de todo debemos ayudar a nuestros semejantes y a las personas que apreciamos ¿no?—Shijima le lanzó la misma mirada de confusión que la mía y parece que esto le dio gracia por lo que soltó una pequeña risa. —Discúlpenme que deba echarlos de aquí pero son casi las 10 y mi turno acabó hace dos horas.

—No, no, no... no te preocupes, es culpa nuestra después de todo que te hayas tenido que quedar hasta tarde, muchas gracias por todo.

Después de mi rápida disculpa y despido, salí apresurado por la puerta principal con el objetivo de escapar del campo de visión de esos esmeraldas que tanto turbaban mi exitencia así que después de esperar afuera a Shijima nos dirigimos hombro con hombro hasta nuestro hogar.

Antes de doblar la esquina, giré la cabeza para cerciorarme que el chico no  estuviera siguiendo pero solo me encontré que estaba en la puerta del  establecimiento con una sonrisa pacifica en los labios.


Lo que no fueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora