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Ahora sí que estaba molesto. 

Toda la maldita semana se la habían pasado tirándose indirectas de odio puro el uno al otro, ignorando por completo mi presencia cuando eso pasaba diciendo cosas que no tenían ningún sentido para mí. Hasta que explotaron justo en la entrada de la universidad a altas horas de la maldita noche... cosa que me llevó a la siguiente pregunta:

¿De dónde diablos había nacido esta rivalidad tan estúpida? 

A lo que yo recuerdo, Mu nunca estuvo en ninguna clase con Aioria y mucho menos conmigo porque si así lo fuera yo hubiera podido salir de la incertidumbre que siempre me invadía al verlo aunque fuera de reojo. Todo era tan complicado y enredado: primero yo soñando cosas sin sentido una y otra vez, luego un chico que nunca en mi vida había visto antes tenía una muy fuerte similitud con la persona que he estado soñando desde que tengo memoria, luego un extraño rosario de 108 cuentas aparece debajo de mi almohada y tiempo después descubro que unas cuantas de sus cuentas se han vuelto negras, para terminar mi compañero de trabajo y el chico de "mis sueños" estaban a punto de romperse los dientes frente a mí.  

  —Lo has perdido Mu, admítelo ya.

  —¿Acaso hueles eso? Creo que apesta a envidia. 

—Dí lo que quieras, sabes que es cierto. 

El pelilila no dijo nada e hizo una mueca de dolor, por lo que el león sonrió con burla.     

—Sabes que tengo razón así que no trates de evadir la realidad. Lo dejaste morir por basura que no valía la pena cuyos esfuerzos fueron inútiles ya que ¡Oh espera! Todos terminamos en el mismo agujero que ellos.    

  —¡Cállate de una vez! ¡No tiene nada que ver contigo!

—¡¿NO TE DAS CUENTA QUE YA HAS HECHO SUFICIENTE POR UNA VIDA?!

—¡¿PODRÍAN CALLARSE LOS DOS?! ¡NO SÉ QUE DEMONIOS LES PASA PERO ESTO ES DEMASIADO RIDÍCULO PARA UN PAR DE ADULTOS QUE ESTÁN EN LA MALDITA UNIVERSIDAD! ¡HE TENIDO QUE AGUANTAR SUS ABSURDAS PELEAS TODA LA PUTA SEMANA! ¡SI VAN A DISCUTIR, HÁGANLO CUANDO YO ESTE FUERA DE SU ALCANCE!— mi boca pareció abrirse sola y las palabras salieron fluyendo como si de un río desbocado se tratara, ambos se quedaron completamente quietos y no dijeron una sola palabra. —Uh, una disculpa, yo... me retiro. 

Me giré para poder emprender el camino a casa metiendo las manos en mi sudadera, protegiéndome un poco contra el viento que soplaba con fuerza. Me había pasado un poco; después de todo no era un asunto que me concerniera y no tenía porque meter la nariz donde no me llaman pero... esto era demasiado estrés y drama para mí. 

No podía controlar todo el remolino que me estaba arrastrando en ese momento: sentía como si en cualquier momento mi cuerpo fuera romperse en miles de pedazos y desintegrarse por completo en pequeñas partículas que no volvieran a unirse jamás. 

Todo esto estaba aplastándome poco a poco y a pesar de que debía mantenerme cuerdo para que todo lo demás a mi alrededor aguantara, estaba empezando a tener grietas a mi alrededor. Esa continua sensación de  buscar algo con la mirada y el profundo vacío que sentía cada vez que despertaba con el olor a humo y cerezos, me estaba matando lentamente. 

—Espera... Shaka 

Su voz sonó como una suplica y no pude negarme ante tan dulce tono de voz. Sin embargo, al girarme no estaba la típica expresión calmada que siempre proyectaba el tibetano: paciencia, tolerancia y respeto era lo único que podías ver a través de él, pero no quedaba rastro de aquella postura tan preciosa que siempre tenía. 

Su cara estaba roja, hinchada y húmeda por la cantidad de lágrimas derramadas que caían incesantemente por sus mejillas; sus ojos estaban completamente rojos y estaban abiertos como platos mirando hacia algún punto en el suelo; su respiración estaba agitada por haber corrido las cuadras que le había sacado de ventaja al alejarme de esa manera y sus manos estaban tan heladas que un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal. 

—Solo... Solo quiero saber... que no soy el único que sueña con el momento en el que te perdí. 

Sus palabras no hicieron nada más que dejarme completamente helado. 

—Quiero asegurarme que esta no es otra treta de los dioses y sus malditos juegos que se la pasan enredando una y otra vez con el fin de entretenerse con nosotros los mortales.— su mano tomó con fuerza mi muñeca y me miró con los ojos suplicantes por desesperación. —Quiero estar seguro de que no estoy soñando que tu estas aquí conmigo y que por fin puedo pedirte que me estreches entre tus brazos como aquella vez, antes de la explosión en la sala gemela, antes de que... te fueras. 

Poco a poco, fue cayendo en sus rodillas soltando fuertes gimoteos y lágrimas que no dejaban de resbalar por sus mejillas y un terrible dolor se instaló en mi pecho al verlo en este estado tan deplorable. Inconscientemente, mis manos se movieron por si solas como si alguna fuerza sobrenatural tomara el control de mi cuerpo así que no pude evitar agacharme a limpiar sus lágrimas para después conectar mis labios con los suyos. 

—No llores más... Mu de Aries. 


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—Vaya, vaya, si no es otra más que mi pequeña nieta. 

—No vengo a recibir adulaciones, Cronos. 

—Oh, parece que no estamos de humor para ser cortés, así que dime...— el imponente titán se sentó en el gran trono de piedra que había sido tallado miles de años atrás justo antes de la creación de la tierra misma —¿A qué viene tan honrosa visita por uno de los dioses principales del olimpo?

La pequeña diosa no movió ni un musculo facial algo que el gran titán tomó como una invitación a poner a prueba la paciencia de aquella chiquilla. 

—¿Dónde está? 

—¿Mhm? ¿De qué estas hablando?

—No evadas mis preguntas, Dios del tiempo Cronos.— el tono tan amargo que utilizó la diosa le fastidió por completo mas no detuvo su lengua como hubiera deseado —¿Dónde está Mnémosine? 

—¿Cómo podría saberlo? La ingrata de mi hermana decidió ayudar a uno de mis hijos con un río para olvidar los recuerdos de las  reencarnaciones pero a mí no pudo ayudarme a conquistar el olimpo. 

—Sabes de lo que estoy hablando. 

—No lo sé, deja de fastidiarme. 

—Lo haré si dejas de jugar con MIS subordinados. 

—¿Esos mundanos envueltos en hojalata? Je... Admito que es hilarante la forma en la que explotan cuando no pueden controlar la situación como ese... peculiar carnero. 

—No te atrevas a usar a mis caballeros para tus sucios juegos macabros. 

—Una maldita diosa bastarda no va a venir a darme ordenes así que puedes largarte de una vez. 

—Te lo advierto Cronos, no soy la única que quiere verte en el tártaro de nuevo.

Sin decir nada más, la omnipresencia de la diosa de la justicia se esfumó como cuando llegó y furioso, el titán más poderoso de todos, agitó su guadaña con toda su fuerza llamando a la que en ese momento era su esclava. 

—Vamos a destruir el olimpo con o sin tu consentimiento o puedo pasarme la eternidad entera torturándote una y otra vez. 

La imponente mujer no dijo nada y solo se limitó a mirarlo con un inmenso odio en la mirada. 

—Excelente, hermana mía.                                                                 

Lo que no fueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora