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  —Mu... Mu... espera por fa...

El peso del pelilila estaba empezando a calar en mis costillas así que tuve que hacer un esfuerzo para poder recorrerlo un poco más abajo aunque no me ayudaba mucho que Mu no se despegara de mi boca. 

  —Mu...

Furioso, se despegó de mí y me tomó por ambos lados de la cabeza para que mis ojos se quedaran completamente enganchados a los suyos aunque poco a poco su furia fue apaciguándose y terminó por cerrar los ojos, juntando su frente con la mía. 

—Ya no... puedo aguantar más.— hizo una mueca de dolor que le mandó a mi sistema una punzada de el mismo —No quiero esperar más... todo este tiempo sin ti, casi me hizo querer morir... entiende que para mí una vida sin tí es una basura, no la quiero si no estas conmigo. 

No estoy muy seguro si fueron los sollozos que hicieron que reaccionara o simplemente el sentimiento extraño que se afloró en mi interior me impulsó a moverme: lo tomé de la barbilla y conecté mis labios con los suyos delineando sus facciones con las yemas de los dedos. Al despegarnos, lo tomé de las mejillas y lo obligué a conectar sus rojos ojos conmigo. 

—Escucha Mu, quiero que sepas algo antes de tomar una decisión.— dejé salir un suspiro cansado, antes de volver a hablar —No sé quien soy en este momento ¿sí? y no sé que vaya a pasar más adelante o que tenga planeado Atena para nosotros si es que nos hace volver a sus filas, bueno, a lo que voy con todo esto es que no quiero que estés conmigo por costumbre: soy diferente a como era en el pasado y yo... me asusta tener toda esa responsabilidad sobre mí así que... 

—Shaka... ¿pero que tonterías dices?— un par de lágrimas bajaron por sus mejillas —Voy a amarte siempre y para siempre, no importa si en algún momento reencarnas como un vagabundo porque voy a amarte igual: me atrapaste con tú esencia y eso es algo que no podemos alterar, ni controlar. 

Hubo un momento donde comencé a llorar, así que ambos quedamos en silencio por un par de minutos hasta que algo en mi interior empezó a quemarse con mucha intensidad y por lo visto, lo mismo pasó con Mu. 

—Ahora, solo... tómame. 

El pequeño catre, milagrosamente logró adaptarse a nosotros dos que estábamos completamente perdidos en el otro, pronto Mu comenzó a tirar de mi camiseta hacia arriba mientras que yo traté de torturarlo un poco buscando sus pezones por encima de la suya y tirando con un poco de fuerza, arrancándole un par de gemidos que mandaron un escalofrío de placer por toda mi columna vertebral. 

De un momento a otro, estaba mordiendo su pecho mientras él daba pequeños brincos sobre mí entrepierna, soltando esos condenados gemidos que no hacían nada más que ponerme más y más duro. 

De un rápido movimiento, logré ponerlo debajo de mí para poder continuar y rozando su entrepierna con mi rodilla, succioné una parte de su cuello provocando su jadeo. 

  —Ya... no puedo... más. 

—La paciencia es una virtud, mi querido Mu. 

Pude ver el atisbo de una sonrisa traviesa en su rostro. 

—Enseñame, Virgo. 


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La vena de la frente de Aioros estaba a punto de reventar de la ira que se acumuló en su interior desde que Saga le había preguntado sobre esas raras imágenes que se le aparecieron cuando lo besó. 

Y como la buena persona que siempre había sido, decidió explicarle bien y con lujo de detalle toda la situación pero... el maldito peliazul no dejaba de reírse desde hace 20 minutos por la explicación tan absurda que le había dado. 

  —JAJAJAJAJAJAJAJA una vez más por favor... JAJAJAJA   

Por su parte el peliazul estaba a punto de explotar de la risa ¿quién rayos iba a tragarse esa historia tan ridícula? ¿Él un guerrero de la justicia hacia una diosa griega? ¡Sí como no! Aborrecía a todo lo que tenía que ver con deidades egoístas que solamente pensaban en su propio beneficio y en los humanos como meros títeres con los cuales jugar y montar teatros de mierda. 

Odiaba a todo aquél que se proclamara como "Dios" No había tal cosa en el mundo, la única cosa en la que podía creer era en él mismo y en sus capacidades para poder conseguir lo que quería. No había lógica en hincarte a rogarle a una estatua de mármol o dejarle ofrendas a un objeto inanimado que jamás tendrá movilidad. 

  —Ay, cielos... JAJAJA... tienes una imaginación muy extensa. 

Aioros estaba a punto de darle un puñetazo en ese rostro tan perfecto con el que había nacido pero se contuvo al pensar en las consecuencias de hacerlo. 

—No estaba bromeando: Eres Saga de Géminis, caballero protector de la tercera casa del santuario y candidato a Patriarca. 

No había un solo tinte de broma en la voz de Aioros y su mirada reprimía cualquier señal de diversión en Saga. 

—Esto no puede ser cierto, es absurdo. 

— Di lo que quieras, yo cumplí con mi parte al decirte toda la verdad. 

Levantó los hombros con indiferencia y se despegó de la pequeña barra para dirigirse al baño, apestaba a sudor.

—Pruebalo.

Antes de que pudiera salir de la cocina, el fuerte agarre del otro lo obligó a detenerse. 

—¿Qué?           

  —Dame una sola prueba para creerte, si es verdad me disculparé por reírme de tí y trataré de compensar mi grosería. 

La propuesta sonó demasiado tentadora como para ignorarla y girando sobre sus talones tomó un pequeño adorno de piedras que tenía en una de las mesas. 

—Los caballeros de Atena no usamos armas para pelear ya que fue la misma diosa la que nos lo prohibió así que usamos nuestra propia fuerza como un arma, canalizando nuestra energía en un solo punto para separar los átomos desde su composición molecular. 

Apretó el pequeño adorno e hizo uso de una mínima parte de su cosmo para poder desintegrarlo bajo la mirada estupefacta de Saga. 

— ¿CO...¡¿Cómo demonios hiciste eso?! 

—Usando el poder de mi cosmos. 

—Entonces... ¿Yo... ¿Yo ta-también puedo hacer eso? 

—No creo que lo recuerdes por ahora así que tendré que ayudarte a recordarlo. 

Lo tomó de ambas partes de la cara y le plantó un beso en los labios, Saga solamente se quedó como una estatua ante este acto antes de volver a entrar en pánico y alejarse de él de un empujón. 

—¡¿PERO QUE DEMONIOS CREES QUE HACES?!

Se limpió la boca con la manga de su suéter con fuerza. 

—Dijiste que compensarías la grosería ¿no?— el centauro le guiño el ojo antes de darse la vuelta de nuevo —Además, esa es la forma más rápida de recuperar tus recuerdos. 

—¡VETE AL DIABLO! 

El castaño soltó una carcajada antes de meterse al baño.                    

Lo que no fueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora