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  Los pasos sincronizados de las diosas que atravesaban el umbral del gigantesco templo, resonaron en los oídos de los caballeros que caminaban delante y tras de ellas como sus guardias personales.

—Señorita Atena ¿está segura de esto? 

Hyoga no quiso quedarse con la incertidumbre que le embargó desde que se aproximaron al imponente templo del titan, de nuevo. 

—Estoy 100% segura de que se trata de él y no voy a permitir que siga jugando vilmente con mis caballeros. 

La rabia de su voz fue incrementándose a medida de que terminaba su oración y mientras caminaban a la sala central con el fin de dar la segunda advertencia de la guerra si no dejaba atrás los actos atroces que había estado cometiendo contra las personas de la tierra, escucharon un desgarrador grito procedente de la habitación en la que estaban por adentrarse. 

El tiempo pareció detenerse y la mirada preocupada de Atena conectó con la de sus tres acompañantes, se acercó sigilosamente hasta la puerta antes de abrirla con un escandaloso estruendo para recibir la escena más escalofriante que jamás en su vida había presenciado: un grupo escaso de humanos con al rededor de 20 o 30 años estaban rodando en el suelo, retociendose en un gigantesco charco de sangre cuyo origen podían retribuir a los individuos que estaban vomitando la sustancia rojiza con varios coágulos saliendo uno tras otro,  tomando su cabeza entre sus manos, exclamando gritos guturales de terror que se metieron por sus oídos y recorrieron todo su sistema hasta bajarles la sangre hasta los pies. El cisne y el Dragón tomaron posiciones delante de ellas, apretando los dientes al ver tal acto de crueldad.

En la esquina del salón, se encontraba el imponente titan sosteniendo una cadena en sus manos que se relacionaba a una figura retorcida en el suelo con el cabello enmarañado y con un aire que podría asemejarse a un muerto en vida, Niké consideró la posibilidad de haberla visto antes. 

  —¡¿Qué demonios significa esto Cronos?! 

La voz de Atena no sonó con la típica suavidad con la que hablaba comúnmente, de hecho no había nada que ver con la muchacha que se proyectaba anteriormente: esta vez estaba de verdad furiosa. Apretaba con fuerza los puños y sus ojos estaban encendidos en furia; su aura proyectaba terror y no tener misericordia ante la amenaza. 

—¡Querida nieta! Pero vaya sorpresa ¿Qué mi día no puede ir mejor?

—¡Contéstame!    

—Bueno, como acabas de presenciar estoy divirtiéndome muchísimo familiarizando con tus adorados humanos, la forma de su sufrir es simplemente hilarante que no puedo resistirme a verlo una y otra vez.— los imponentes ojos color rubí se cruzaron con las esmeraldas de la pequeña diosa —... pero veo que no lo consideras así... 

—No te permito que juegues con ellos como si fueran cualquier criatura así que vine a exigirte que desistas de estos planes...

—Oh mi querida Atena, mis planes no son lo que parecen: para divertirme con más intensidad hubiera comenzado con tu padre en vez de entretenerme con estos estúpidos humanos.— dio un tirón de la cadena y los individuos que anteriormente estaban asfixiándose con su propia sangre, cayeron inconscientes en su propio vomito  —Necesito a tus humanos como tributo a mis queridos hermanos... 

—¿herma...?— el dragón estaba confundido. 

—No...

Hyoga cayó en cuenta rápidamente en lo que pretendía hacer por lo que corrió directamente hasta el titan hasta quedar frente a él y juntando sus manos en la posición de la técnica de antaño, atacó.

  —¡Polvo de Diamantes! 

Los cristales de hielo dieron de lleno en la cara del imponente dios del tiempo quien no movió ni un solo musculo ante el ataque e increíblemente no recibió ningún daño.

Lo que no fueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora