Nunca, desde que tengo uso de razón, las cosas salieron como me gustaría. Perdí a la persona que más amaba a los ocho años y desde ese día, mi vida se convirtió en un infierno.
Sentarme entre los brazos de mi padre era para mí, el significado de estar en casa. Jugábamos juntos durante horas, me daba un baño y cada noche antes de dormir, se inventaba una nueva historia. Cuando estaba demasiado cansado para soportar la pequeña silla junto a mi cama, se hacía un lugar a mi lado y se quedaba dormido junto a mí. Esos eran los mejores días, porque no tenía pesadillas. Podía soñar con superhéroes y sentirme seguro.
Pero como todo lo bueno, tenía que terminar esa fatídica noche del catorce de octubre. Papá estaba de viaje de negocios en Seúl y de sabido, no estaría en mi cumpleaños por primera vez. Cuando me enteré no pude hacer más que llorar, él era mi persona favorita y aun lo sigue siendo. Fue mi primera desilusión infantil. Lo que yo no sabía era que papá había mentido la fecha de regreso para sorprenderme y nunca llegó. Un camión se cruzó en la autovía y se lo llevó.
Sumando leña al fuego, mi madre enloqueció y no tuvo mejor idea que culparme. A mí, un niño de ocho años. O nueve. Para los catorce, ya estaba acostumbrado a pasar mi tiempo en casa de Sungmin. Estaba cansado de escucharla despotricar en mi contra y la tontera de mi padre en volver solo por un capricho infantil. No importaban las noches en vela estudiando para ser el mejor promedio, ni que hasta los quince fuera el capitán del equipo de fútbol, de la mejor escuela de Mokpo. Lee Donghae no merecía su reconocimiento por ser el causante de todos sus males.
Cuando descubrí que nada de lo que hiciera calmaría a la fiera, me dedique a lo que mi padre siempre me había incentivado. "Donghae, yo no soy el hombre más rico, siquiera el más inteligente. Pero si se que lo más importante al final del día es saber que has sido una buena persona. Por eso hijo, no dejes de ser quien eres. Pelea por tu felicidad, incluso si hoy es difícil, mañana tendrás tu recompensa"
Esas palabras fueron las únicas que me mantuvieron centrado, cuando todo en casa iba de mal en peor. Mantuve mis notas altas porque eso era algo que a él le hubiera hecho feliz. Lo visitaba todos los domingos, le llevaba flores y le contaba mi semana. Seguía siendo mi mejor amigo, a pesar de no tenerlo físicamente conmigo.
Hace dos años, tuve que contarle que había dejado el fútbol. Podía imaginar su cara de descontento y tuve contarle las razones. Yunho, el entrenador del equipo de baile me había visto borracho en una de esas fiestas adolescentes y me había propuesto un trato para no decirle nada a mamá. Yo ingresaba al grupo y ganaba su silencio. Al principio pensé que al darse cuenta que tenía dos pies izquierdos, el hombre me dejaría en paz. No sólo no sucedió, sino que le tomé el gusto a la danza y ya no me importaban los reclamos de Minho, diciendo que me necesitaban para volver a ser campeones.
Últimamente venía demasiado a los ensayos, creía que era su forma de estropear mi concentración. Me pareció notar sus ojos fijos en Taemin, el hijo de Yunho y a decir verdad el pequeño pelilargo, es el mejor bailarín que haya visto en mi vida. Yo tampoco podía sacar mi vista de él. Un día, saliendo del ensayo vi su lengua hasta el fondo de la garganta del menor y ya no me quedaron dudas. No era admiración, era lujuria. Esperaba que no lastimara al pequeño, es un chico que bajo esa carita adorable, es la reencarnación de Satán y tenernos a todos comiendo de su mano era su pasatiempo preferido. Estaba jugando con fuego y para mí, Minho ya estaba incendiado.
Tenía a Minnie suspirando por su vecino más chico. Nerd por donde lo mirara, alto y cacheton. Según mi amigo, tenía una voz hermosa y un sentido del humor especial. Yo solo podía ver un adolescente torpe, que solo podía soñar con jugar por horas frente a una pantalla. Aburrido.
Me preguntaba cuando mis dos mejores amigos habían descubierto su amor por el bando opuesto, teniendo mujeres tan calientes para admirar. Entre ellas, mi hermosa novia, Dara Park. Dulce, pequeña y con una hermosa y húmeda vagina. Aceptaba los gustos de mis amigos, el hecho era que yo no podía entender que tenía un hombre, que mi preciosa novia no tuviera.
-Minnie, solo no puedo verlo. ¿Qué puede darme un hombre, que una belleza como Dara no?
-Ay Haehae.. cuando te encuentren la próstata hablamos.
- Sabes que ese día no llegará.
-Es una pena, realmente. Con ese culo, yo haría destrozos. Tu decisión, nada que hacer.
-No puedo imaginarme gimiendo como una perra en celo como ese porno horrible que me has hecho mirar, más de una vez, para pasarme al otro lado. Además, que te hace pensar que sería el de abajo.
-Ay mi pequeño amigo..- con una risa que atravesó mi orgullo dió por terminado el asunto.
Lo único que me faltaba para terminar de ganarme el odio de mi madre era ser gay. Dos veces al año teníamos la misma conversación. Ni siquiera la aparición de Dara le había quitado la idea del ocultamiento de mi sexualidad a la mujer que me había parido.
-Donghae, dime la verdad. ¿Eres gay?
-No mamá. Ya te lo he dicho mil veces, no. Me gustan las mujeres, ¡te he presentado a mi novia!
-Puede ser una tapa. No es que no note que te la pasas rodeado de homosexuales. Tan buen chico que parecía Minho y se descarrió. Que yo no me entere que te has convertido en un asqueroso chupapollas a mis espaldas, Lee Donghae, porque se te va a venir la noche.
Si, mi hermosa vida era una delgada línea entre querer ahorcarla y ser obediente. ¿Qué más podía salirme mal?
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¡Hoy les traigo esta hermosa historia!
Espero que les guste, la mayoría de ella ya está escrita y me parecía un crimen no empezar a compartirla con ustedes. ¡Espero sus comentarios!
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Cayendo por mi padrastro [Eunhae +18]
FanfictionA Donghae, nada en la vida le sale bien. Desde que perdió a su padre, convivir con su madre se ha vuelto imposible. Cuando ella le presenta a su nueva pareja, la vida de Donghae, tal como la conoce, dejará de tener sentido.