XIX.

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Una parte salvaje dentro de su cabeza se encendió,  incitando a tomar lo que le estaba siendo ofrecido. Su chico estaba ahí, mostrando su hermoso cuello hacia él, su delicioso aroma llamándolo con más fuerza a cada segundo y no sabía  qué debía hacer, el beso que acababan de compartir había hecho estragos en su cuerpo y mente.

Si era sincero, admitiría que lo había deseado desde el primer momento en que lo sintió.  Jamás podría olvidar la desesperación y alivio que experimentó un día cualquiera en la universidad, mientras se dirigía a clases. El dulce aroma lo golpeó, casi tirándolo al suelo. Todos sus sentidos se despertaron y todo lo que deseaba hacer era correr y encontrar la fuente de tan exquisito delirio.

"Compañero" gritaba desesperado su lobo interior y le tomó hasta la última gota de autocontrol, no correr como una bestia hacia ese embriagante olor. Jamás podría olvidar ese día... siguió caminando, fingiendo que no se estaba asfixiando por dentro, repitiéndose que actuar como un loco no traería ningún bien en ese momento de su vida.

La desesperación no lo abandonó. Aunque no eran shifters, sus lobos a veces tenían mente propia y sentían por su propia cuenta... su  lobo se enojó con él, por no haber ido a reclamar a su compañero, decepcionándose de su parte humana por ser tan cobarde. Cuando se arrepintió por haber sido tan estúpido, por haber actuado con tanto miedo por algo como "la pareja predestinada" que creyó que no podía ser cierto,  se decidió a ir a buscar a su persona especial, pero el destino lo castigó al tener aquella conversación con su hermana.

Sie siempre había sido una peleona y una mentirosa también. Nada grave o demasiado evidente, pero su hermana siempre solía gastarle bromas algo pesadas que por supuesto, él cobraría con creces. Por eso mismo, no quería creerle cuando le dijo que Park Jimin -su Park Jimin- odiaba a cualquier alfa existente y además, como si la aberración que sentía por los de su género no fuera suficiente, odiaba el contacto físico al punto en el odio que era algo obsesivo y alarmante.

Decir que conocer ese detalle no había sido lo más doloroso que había experimentado, sería una gran y franca mentira. 

Tener a un compañero y verse obligado a  alejarse por el propio bien de su pareja, era algo que nunca le desearía ni al peor enemigo. Tal como si viviera una tortura a la que él asistía voluntariamente, se obligó a mantenerse alejado de su omega a pesar de esa necesidad de estar cerca de él, pero en dado punto de su vida, eso pasó la factura y se sentía tan enfermo física y emocionalmente, que tuvo que regresar.

Porque sí, años despues volvió como profesor a la Universidad, con el único propósito de estar cerca suyo. Pero  no poder  amarlo y cuidarlo de la forma  debida, a veces lograba matarlo un poco más cada vez.

Y ahí estaba Jimin en ese preciso momento. Ofreciendo su cuello sin entender todo lo que eso significaba.  Porque Min lo deseaba con todo su ser, sus colmillos picaban, deseando poner su marca en el fino y blanco cuello, deseando  decirle a todo el mundo que el portador de esa marca era su legítimo y absoluto dueño. Deseaba gritar que ese chico era suyo, pero más importante, deseaba que Jimin entendiera que siempre había sido de él, que cada parte de Min YoonGi le pertenecía, que siempre  había sido suyo.

Porque era cierto. Fue suyo desde el primer momento, mas  nunca fue valiente como para hacerse notar por ese hermoso chico que sabía de la existencia de todo el mundo, pero nunca volteó a verlo ni por un instante a él. 

"¿Será que él no puede sentirlo?" ... pensó más de una vez, ya cansado con ese dolor extraño alojado en su pecho. En las viejas historias se decía que ambas personas reconocían a sus contrapartes, pero era dolorosamente evidente que Park Jimin no sentía lo mismo.

Little Rose by Mink (YoonMin/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora