VIII.

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Su respiración era agitada, su pulso también. Nadie alrededor movía ni un solo músculo y las luces rojas de emergencia parpadeaban, amenazando con dejar a los presentes en total oscuridad.

Jimin no podía hacer otra cosa que pensar en YoonGi, ¿dónde estaba? El miedo se apoderó de su cuerpo, aunque quiso levantarse del piso y empezar a gritar su nombre, se quedó petrificado en el suelo.

Los mercenarios eran personas que se dedicaban a tratar otras personas y en dado punto, asesinarlas. Nadie estaba seguro de si trabajaban para alguien más o actuaban completamente por su cuenta. Lo normal era que secuestraran omegas y betas y prácticamente los esclavizaran, obligándolos a realizar cualquier cosa que ellos pidieran.

Jimin quería llorar, uno de sus mayores temores era que lo obligaran a tener un hijo de alguien malvado y a parte de la prostitución que los mercenarios los obligaban a realizar, el tráfico de bebés era alto. Una parte de esos omegas, hombres y mujeres, eran usados única y exclusivamente para tener bebés que luego eran vendidos a familias poderosas que por alguna razón no podían tener hijos propios y preferían comprar un bebé sin lidiar con todo el papeleo de una adopción.

No, él prefería morir a tener que pasar por eso. Siempre había escuchado hablar en la televisión de las atrocidades que cometían y saber que ahora esas personas estaban ahí, dando órdenes a sólo unos pasos de él, lo hacían temblar del miedo.
Todo lo que quería era estar con YoonGi, quería encontrarlo y hallar una forma de salir de ahí, juntos.

- Escuchen y escuchen con atención - habló uno de los hombres con armas - si hacen lo que se les pide, podrán salir de aquí con vida. Si dan problemas, serán eliminados. Es así de fácil, más les vale que tomen una decisión sabia.

Jimin se estremeció con esa voz, no había duda alguna en el tono y la frialdad empleada de que ellos en serio no temían matar a nadie. Temía por su vida y también lo hacía por la de YoonGi. Él debía estar cerca, pero Park no podía encontrarlo y eso era precisamente lo que más deseaba, lo que de hecho, necesitaba.

- Los que aún estén en el suelo, levántense.

No, él no iba a levantarse, joder, él no lo haría, sería un blanco fácil y él no estaba dispuesto a arriesgarse.

- Tres, dos...

En efecto, la gente alrededor comenzó a levantarse, Jimin estaba petrificado, miró hacia su derecha y pensó, tontamente, que quizás si se metía debajo de la mesa, el largo mantel haría que nadie se diera cuenta de que aun se encontraba ahí.

Las luces de emergencia significaban que habían cortado la electricidad en el local y él sólo deseaba que el restaurante tuviera algún sistema de emergencia y que ese hecho llamara la atención de los de seguridad... pero debía ser realista, el restaurante era pequeño y no muy caro, dudaba de que tuviera algo más que cámaras.

Y lo hizo, decidió arriesgarse y arratrarse hasta meterse bajo la mesa, aprovechando la distracción que generaban las personas levantándose. Sabía que un alfa podría darse cuenta de que estaba ahí, si uno de ellos se acercaba y olfateba con la suficiente atención, se daría cuenta de que un omega estaba cerca, que estaba justo ahí.

¿Estaba siendo un cobarde? Totalmente, pero no se veía a sí mismo simplemente rindiéndose y dejándose llevar por esos hijos de puta. Aunque era una cobardía lo que hacía, era lo máximo que podía hacer.

No dejó de buscar a YoonGi ni una vez, intentó ver por debajo del mantel usando la escasa luz con la que se disponía e intentó con su olfato. Nada. Demasiados olores mezclados, demasiada gente exaltada.

Su corazón latía con fuerza, pero sintió que verdaderamente podría morir cuando se percató de algo que lo hizo sentirse incluso peor.

Los alfas no estaban.

Little Rose by Mink (YoonMin/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora