Capítulo 11

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Sara

De nuevo, ahí estaba el contacto de sus manos. El tiempo había vuelto a detenerse para que pudieran sentir ese pequeño contacto por un momento que parecía una eternidad.

Sara miró a Atenas cuando quedaron de frente. En los ojos de ambas chicas se veía un enorme brillo. Sara se perdió mirando los ojos de Atenas, estaba nerviosa, una electricidad recorría su cuerpo y las mariposas en el estómago se habían alborotado de una forma en la que nunca lo habían hecho.

Sara se acercó un poco más a Atenas y miró sus labios. Se acercó un poco más esperando no ser rechazada.

Y sin más, se besaron. Se besaron y el mundo tuvo sentido por primera vez.

Sara se permitió disfrutar de ese dulce beso. Cuando besaba a Erick se sentía brusco y frío. Pero con Atenas era diferente... Era un beso lleno de ternura, suave. Los labios de Atenas eran cálidos y era algo muy dulce.

Sus corazones se aceleraron, sus piernas temblaban, sabían que ese era el momento en el que una historia de amor comenzaría, una historia para causar envidia, una historia para plasmar en una obra de arte.

Por fin, la palabra "amor" significaba algo para las dos chicas. Al fin habían encontrado lo que estaban buscando durante años.
Atenas tomó la mano libre de Sara y entrelazó sus dedos.
De nuevo esa electricidad de apoderó del tacto de sus manos y el tiempo había vuelto a detenerse para regalarles ese momento.

El beso era mágico. Las estrellas y la luna estaban presenciando aquel momento lleno de amor y sentimientos. Ese momento en el que dos corazones se abrazaban y se comenzaban a pertenecer uno al otro.

Pero a veces los mejores momentos de la vida son solo eso... Momentos.

Sara se separó rápido y miró con miedo a Atenas. Soltó su mano y enseguida se lamentó por lo que había ocurrido. Habían sido los mejores segundos de su vida, sí, pero ambas eran mujeres y eso no estaba bien.

Pensó que seguro estaba confundida y que eso había sido solo un accidente.

-Atenas, esto no está bien... -Dijo Sara mientras una lágrima recorría su mejilla.

-Sara... ¿A qué te refieres?

-Esto es... Atenas, esto es un error, ambas estamos confundidas. -Respondió con dolor.

-Eso... ¿Eso piensas?

-Tengo sentimientos por ti y eso no es correcto. -El dolor en el pecho de Sara era algo inevitable. -Tú seguro no sientes nada y además somos chicas...

-Sara... -Empezó a decir Atenas, pero no pudo terminar.

Sara se dio la vuelta y comenzó a correr hacia la entrada, una vez ahí fue directo a su casa, limpiando sus lágrimas aunque de nada servía porque no tardaban ni dos segundos en ser reemplazadas por unas nuevas. Corrió hacia lo que era bueno, sintiendo cómo su corazón se rompía.

"¿Quién soy? ¿Qué soy?"

La chica tenía muchas preguntas en la mente y pocas respuestas.

Se encerró en su habitación y no puso evitar llorar. Lloró porque su corazón estaba destrozado, porque estaba amando a alguien a quien no debía. Y quizás ese alguien ni siquiera sentía lo mismo.

Tristemente Sara no tenía ni idea de la forma en que había puesto de cabeza el mundo de Atenas.

Lo peor es que no tendría distracciones, ya que sus vacaciones habían comenzado.

Siguió llorando, pensando en el hecho de estar enamorada de una chica. Recordó los labios de Atenas, pensó que estaban hechos perfectamente para los suyos. Se puso a pensar en que hace un par de horas, ambas le estaba dando vida a uno de los símbolos más bonitos de la felicidad.

Miró su celular y estaba lleno de llamadas pérdidas de Erick, a las cuales no les dio importancia. Además, que tenía varias llamadas recientes de Atenas.

Su celular comenzó a sonar y era de nuevo una llamada de la otra chica, respondió antes de que cortara, pero no dijo nada.

-¿Sara? -Preguntó Atenas. Al escuchar su voz, Sara se volvió a derrumbar y apenas tuvo fuerzas para hablar.

-¿Sí?

-No lo sé...

-Lo siento, Atenas... No quería hacer eso, estoy mal... Confundida.

-Oh, ya veo.

-Tengo que irme.

Sara cortó la llamada. La respuesta de Atenas había sido suficiente para que su corazón fuera hecho cenizas y enterrado en el lugar más horrible del planeta.

Se tiró en su cama y lloró hasta quedarse dormida.

Al día siguiente, Atenas le pidió salir y hablar, pero ella se negó. No quería verla, no quería que le diera una platica tipo: "No puedo estar contigo porque estoy enamorada de un chico, te lo dije ayer y lo repito de nuevo.

Su corazón estaba destrozado y su mente estaba en otro lado.

Esa noche, Sara despertó por una llamada.

-Sara, sé que es tarde... Pero necesito hablar contigo. Me da igual si no quieres.
Estoy en tu patio trasero, te esperaré diez minutos... Entenderé si no quieres hablar conmigo.

Se cortó la llamada. Sara estaba en shock... Pero bajó corriendo haciendo el menor ruido posible, no quería despertar a sus padres. Se metería en problemas si veían a Atenas ahí. Abrió la puerta de vidrio que daba hacia el patio.

-Entra... Hace frío. -Fue lo único que Sara pudo decir.

Atenas entró y la siguió hasta su habitación. Se permitió mirar con detalle la decoración y el pequeño desorden que había en el lugar. Tenía un enorme póster de Camila Cabello en una de las paredes.

-¿De qué querías hablar? Supongo que es algo urgente, son las 2:00AM. -Preguntó Sara en un susurro.

-Sara... Estoy enamorada de ti. -Dijo Atenas sin más.

-¿Qué? -Preguntó Sara confundida.

-Eso es... Estoy enamorada de ti... Tú eres la persona de la que me enamoré. Lo peor es que ni siquiera te diste cuenta y seguro tú estás confundida pero yo no. Estoy segura de lo que siento. Y lo que siento por ti es amor... Estoy enamorada de ti como nunca lo estuve de nadie.

Me gustaría decir que Sara se lanzó a los brazos de Atenas y comenzaron a vivir la mejor historia de amor. Pero no todas las historias son perfectas...

Sarenas: ¿Quién Soy? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora