Capítulo 10

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Atenas

La chica llegó a su casa y fue directo a su habitación. Sus padres no estaban, pues llegaban algo tarde del trabajo.

Recordó la forma en que Sara había tocado su mano... Ese momento fue mágico, el tiempo se detuvo por un momento y solo estaba ella mirando a la otra chica, el dolor que había sido ocasionado hace unos instantes por la palomita en su ojo había desaparecido y en su lugar sentía sus mejillas arder, su corazón acelerarse y mariposas revoloteando en su estómago como si de verdadero amor se tratase.
Recordó como Sara, con dulzura y un tierno aspecto de niña pequeña pidiendo un caramelo más a su madre, le había pedido segur sosteniendo su mano.

Cuando entraron a jugar fue una de las cosas más lindas del mundo. Atenas iba a esos lugares cuando estaba enojada, decepcionada o triste, pues le gustaba matar zombies cuando estaba en ese estado. Y no, no era que pensara en matar a las personas, pero era algo que la relajaba de cierta forma. Y ahora, ese lugar se había transformado en una fábrica de recuerdos felices. La hermosa risa de Sara, que ahora era uno de sus sonidos favoritos, aquél sonido que servía para curar las heridas que Atenas había tenido con el paso del tiempo, esa risa que le daba una razón más para seguir aquí. En varias ocasiones, mientras jugaban, se permitió ver las facciones de Atenas, la forma en que sus labios formaban la sonrisa más linda que había visto en su vida.
Para ella, fue el momento, el día más perfecto de su vida... Atenas nunca había sentido algo así por alguien. En ese momento, agradeció al mundo, al universo, a la suerte, o a lo que sea que haya hecho que ese oso de peluche cayera en su patio el hecho de haber conocido a Sara.

Se tiró en su cama y abrazó su enorme oso de peluche. No podía dejar de sonreír.
Miró por la ventana y se dio cuenta de que su casa era la única que aún no estaba decorada. Faltaba una semana para navidad y aún no había hecho nada. Sus padres habían comprado todo, pero no tenían tiempo de adornar, pues se la habían pasado en el trabajo los últimos días.

Salió de sus pensamientos cuando su celular sonó. Era un mensaje de Sara.

"Hola, Atenas... Tengo una buena noticia (al menos para mí). Mañana no iremos a casa de Erick y mucho menos pasaremos la navidad con ellos!!!"

Atenas sonrió. Se le hacía genial el hecho de que Sara no tuviera que convivir con Erick en una fecha tan linda. Enseguida respondió:

"Me alegra muchísimo. Eso se debe a..."

"En el trabajo del padre de Erick harán algo por navidad y año nuevo en California... Así que serán las mejores tres semanas de mi vida."

"Guau, eso es increíble, Sara. Me alegro mucho de que no tengas que compartir esos momento con él... Es decir, siento que no disfrutas nada estando con Erick."

"En eso tienes razón... Pero el punto es que tendré más tiempo y bueno... Podemos salir, claro, si quieres..."

Atenas volvió a sonreír, Sara quería volver a salir con ella, y esa era una buena razón para hacerlo.

"Claro, ¿cuándo quieres que salgamos?"

"Mañana... Si es que puedes. Tengo que comprar los regalos de navidad y eso."

"Ehh... Sobre eso, mañana no creo poder. Mis padres no pueden ayudarme a decorar y tengo que hacerlo yo sola, así que supongo que tardaré y no podré."

Atenas se sentía triste, quería ver a Sara, quería estar con ella todo el tiempo del mundo, pero no podía.
Pero su expresión cambió cuando leyó la respuesta de Sara.

"Puedo ayudarte con eso, si quieres."

"Claro... ¿A qué hora?"

"Iré a tu casa a las 2:00. Quiero que todo esté listo para encender las luces en cuanto oscurezca."

Sarenas: ¿Quién Soy? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora