Capítulo 3

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Sara

Cuando la chica cerró la puerta detrás de ella, se descubrió con una sonrisa sincera y tímida en el rostro.
No entendía cómo era que una persona desconocida podía hacerla sentir diferente con el simple hecho de pasar un rato a su lado.

Se sentó a desayunar aún con esa sonrisa y sus mejillas sonrojadas. Casi no tocaba la fruta que estaba en su plato, pues estaba demasiado ocupada pensando en la chica de la casa de atrás, en lo linda que era y en lo simpática que se había mostrado. Salió de sus pensamientos cuando escuchó la voz de su madre pronunciar su nombre.

—¿Sara?

—Eh... sí... yo... ¿Qué decías? —preguntó nerviosa mirando a su madre.

—Te estaba diciendo que Alicia nos invitó a la fiesta de cumpleaños de Erick, es el sábado de la próxima semana.

—No quiero ir. —Dijo en tono serio en cuanto su madre terminó de hablar.

—Sara, por favor...

—Mamá, sé que solo quieren que yo esté con Erick y... Es un buen chico y es guapo, lo admito, pero no es mi tipo, no me gusta y no me interesa en lo absoluto. Así que agradecería que dejaras de presionarme.

—Está bien, Sara. —Suspiró con resignación. —Solo, por favor acepta ir.

Sara apretó los labios y asintió lentamente. La idea no le parecía, pero no le gustaba estar peleada con nadie, mucho menos con su madre.
Comenzó a comer los pequeños pedacitos de fruta y sonrió al recordar la voz de Atenas. No sabía exactamente a qué se debían sus sonrisas al pensar en ella, pero lo que sentía era algo realmente agradable.

Terminó y subió a su habitación, miró su celular y tenía un mensaje de un número desconocido.

"Eres muy agradable, Sara. Gracias por pasar un rato conmigo."

La chica no pudo evitar sonreír.

Siguieron mensajeandose durante horas y, sin darse cuenta, ya estaba oscureciendo. En esas  horas, las dos chicas habían aprendido demasiadas cosas una de la otra.
Sara sabía que Atenas viajaba mucho por el trabajo de su padre, pero que esta vez se quedaría por mucho tiempo. Sabía que la chica había salido con un chico durante dos años, pero que realmente no era feliz con él porque no lo amaba. Sabía sus colores favoritos, sus miedos, su más grande pesadilla, la tontería más grande que hizo en su infancia, alguno de sus más grandes logros y fracasos. Sabía que no se llevaba muy bien con sus padres, que le gustaba conocer lugares y tomar fotografías. Sabía que amaba la música y que tocaba a la perfección la guitarra y el piano, sabía que una vez se cayó en el colegio y se fracturó el brazo... Sabía demasiadas cosas de Atenas y se sentía muy bien con ello, pues de alguna forma, ella también le había contado varias cosas a la chica sobre ella.

Atenas sabía que a Sara le daba miedo la oscuridad. Que había ganado en la feria de las ciencias a los nueve años por un volcán que explotaba y producía luz. Sabía que la chica solía hacer galletas en navidad para su familia. Ahora conocía los miedos de la chica, la forma en la que preferiría morir (eligiendo entre quemada, ahogada o cayendo de un edificio), de dónde venía su enorme miedo a las arañas. Conocía su sabor de helado favorito, el regalo de navidad más bonito que había recibido alguna vez.
Ahora, Atenas sabía que Sara nunca había estado enamorada de alguien. Que su primer beso fue a los trece años con un chico llamado Alexis mientras jugaban verdad o reto con sus amigos... Y que ese beso definitivamente no le había gustado. El chico era lindo, sí. El chico quería ser novio de Sara, también... Pero Sara no mostraba ningún interés en él.

Dejaron de conversar, pues la madre de Sara la llamó para cenar. Bajó enseguida y tenía una enorme sonrisa en el rostro. Su madre al darse cuenta de esto, se decidió por hablar.

Sarenas: ¿Quién Soy? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora