Capítulo 18

223 22 2
                                    

Atenas

La chica se sentía bien por haber hecho sonreír a su novia después de la pelea que tuvo con su madre. A la vez se sentía algo mal por el hecho de que quisieran controlar su vida.

Durante la cena, horas antes de ir a ver a Sara, Atenas le contó a sus padres sobre su relación. Ambos ya sabían sobre la forma en que Atenas era, pero ahora ella quería hablarles sobre su nueva relación. A pesar de que aún no sabía si irían bien o no, quería confesar lo enamorada que estaba.

Su madre, primero le dijo que era una mala idea después de aquella noche. Hasta que Atenas trató de explicarle lo que había pasado.
Después de una enorme plática con ellos, terminaron alegrándose por su hija, era la primera vez que la veían así. Pero de igual forma le pidieron que no fuese una mala persona, y que se cuidara siempre. Le hablaron sobre las personas homofóbicas y lo crueles que podían llegar a ser, además de que le pidieron que no se sintiera mal por los comentarios de los demás. Mientras ella fuera feliz a los demás no les debía de importar.
Y una vez más, se sentía agradecida con la vida por haberla rodeado de buenas personas.

Cuando regresó de la casa de Sara, se sentía bien. Estaba más que feliz por el hecho de saber que al fin había podido darse cuenta de lo que era estar enamorada. Al fin había sentido eso que leía en las historias de los libros. Nunca en su vida se había sentido así, pero ahora sentía que podía volar y tocar el cielo con las manos. Sentía que, estando con Sara lo demás no importaba, dejaban de doler las cosas del pasado y simplemente se concentraba en ese presente tan feliz que tenía.

**********

Llegó la fiesta de año nuevo, y como en esa casi nadie se encuentra en casa, pues prefieren estar con amigos o en otras partes, los padres de Atenas salieron a una fiesta a la que sus amigos los invitaron, mientras que la chica se quedaría, ya que Alex haría una fiesta en su casa y ella lo ayudaría a a organizar.

Estaba decorando con luces y preparaban la música. Estaban seguros de que iban a sacar volando la casa por la ventana... Habían bebidas y juegos con los que terminarían muy mal.

Era la primera fiesta que hacían juntos, y la verdad es que Atenas pensó que ese también sería un recuerdo que permanecería por siempre en su mente y corazón. Con Alex había encontrado una amistad linda y sincera en ese nuevo lugar al que había llegado a vivir. Atenas nunca fue muy buena con las amistades antes, ya que siempre resultaban ser malas personas, y también influía mucho el que sus padres se mudaran seguido. La única amistad sincera que tenía, aparte de la de Alex, era la de Karla, su mejor amiga.
Mientras que las personas a si alrededor soñaban con tener miles de amigos y llevarse bien con todos, Atenas se sentaba a observar cómo poco a poco esas personas iban decepcionando a otras así como las decepcionaban a ellas. Y se sentía agradecida por el hecho de que nunca le haya pasado.

Poco a poco las personas comenzaron a llegar a la casa de Alex, incluidas Sara y Arelis, quienes desde el principio ayudaron con lo que hacía falta por ordenar.

Alex comenzaba a presentar a las tres con todas las personas y lo gracioso es que siempre que presentaba a Sara y Atenas, era algo como: "Ella es Sara, y ella es su novia Atenas, pero si las ves juntas, solo grita Sarenas."

Las chicas salieron un momento a la calle, querían estar solas un rato. Arelis se quedó con Alex, al parecer se habían llevado muy bien.

—Te ves muy linda, Atenas. —Le dijo Sara con una sonrisa.

—Tú también, Sara. —Sonrió.

—¿Ya te dije hoy que te quiero?

—Un par de veces en la mañana.

—Bueno... Te quiero más que en la mañana.

Atenas se sonrojó. Ni siquiera sabía por qué Sara la seguía poniendo tan nerviosa, pero creo que da igual cuanto tiempo lleves con una persona, o incluso si ya estás con ella, siempre te sonrojas al recibir unas palabras lindas de su parte.

—Yo te quiero más, Sara. —La miró a los ojos y tomó su mano.

—No, yo te quiero más. —Se acercó.

—Te quiero más porque soy más grande.

—Solo es un año. —Dijo riendo.

—Pero igual yo te quiero más.

Rieron y se besaron. La calle estaba vacía, y el ruido de adentro no importaba. Estuvieron jugando un rato a hacerse cosquillas porque... Porque sí. A veces haces cosas sin saber por qué, y lo mejor es cuando la persona que tienes a tu lado te sigue en eso.
Estaban riendo, Atenas tomó las muñecas de Sara para que dejara de hacerle cosquillas y seguían riendo a carcajadas, pues aún no se reponían de eso. La más pequeña miró a su novia y le sonrió con inocencia.

—Cargame. —Dijo de la nada.

Atenas levantó una ceja, aún con una sonrisa.

—¿Qué? —Atenas pensó que no iba en serio.

—Por favor. —Hizo un puchero, causando que el corazón de su novia se derritiera de la ternura.

Sara se colocó detrás de Atenas y dio un salto. Atenas tomó sus piernas con sus manos y sonrió.

—Ahora eres mi unicornio, wuuu! —Ambas soltaron una carcajada. La verdad es que Atenas amaba que su novia se comportara tan inocente como una niña de seis años.

Comenzó a correr y luego a dar vueltas.

—¡Noooo! —Sara gritaba y Atenas reía.

—Querías que te cargara y eso estoy haciendo. —Dijo entre risas.

—Bajame, amor. —Cayeron.

Rieron a carcajadas ante el dolor y luego comenzaron de nuevo con si guerra de cosquillas aún en el suelo.

—¡SARENAS! —Era Arelis quien gritaba desde la entrada.

—En dos minutos comienza la cuenta regresiva, ¡Corran! —Era Alex.

Se levantaron y caminaron tomadas de la mano. En la puerta se detuvieron y Atenas miró a Sara.

—Gracias por hacer que mi año terminara bien... Gracias por comenzar el siguiente conmigo.

—Gracias por aparecer en mi vida.

¡Cinco!

¡Cuatro!

¡Tres!

¡Dos!

¡Uno!

Y el típico beso de inicio de año estuvo presente en ese momento.

Sarenas: ¿Quién Soy? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora