Capítulo 2

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Atenas

La chica había llegado en la mañana a su nueva casa. Había viajado toda la noche junto a sus padres para llegar hasta ahí.

Al llegar, lo primero que hizo fue tomar su mochila de cosas importantes (un cuaderno en el que escribía cosas cuando estaba aburrida, un anillo que casi nunca se quitaba y una cámara profesional que su padre le había obsequiado cuando cumplió 18), corrió a conocer su habitación, dejando a sus padres atrás. Miró lo grande que era y quedó encantada con la hermosa vista que tenía al frente y también hacia su patio trasero.

Acomodó un par de cosas en los lugares en que los quería. Sus libros en los estantes, su ropa en los muebles y comenzó a sacar varias cosas de las cajas.
Después de un rato decidió tomarse un descanso.

Bajó al patio y se recostó en el pasto, se colocó los audífonos, cerró los ojos y comenzó a escuchar a Fifth Harmony. Atenas disfrutaba mucho la música, le encantaba prestar atención a las letras de las canciones, le encantaba distinguir los instrumentos utilizados y le encantaba escuchar el sentimiento que los cantantes ponían al interpretar. Atenas cantaba, escribía canciones y tocaba la guitarra y el piano. Era algo que había amado desde que era pequeña, algo que disfrutaba.

Se levantó de golpe cuando algo cayó a su lado. Se quitó los audífonos y miró aquello que la había asustado.
Sonrió al ver aquel peluche que era más pequeño que su mano. Un osito de peluche que parecía ser de una niña que estaba jugando a hacer guerra y por accidente cayó ahí.

Tomó su mochila, la abrió y sacó su cámara, acomodó al osito el el pasto y buscó el mejor ángulo para tomar una foto. Luego sacó el cuaderno y escribió la nota pensando en que seguramente la niña estaba pensando que había perdido a su osito para siempre.

"Debes tener más cuidado con tus cosas, pequeña."

Tomó la liga que tenía en su muñeca derecha y con ella unió la nota a la patita del oso. Luego lo lanzó al otro lado.

"Gracias por devolverlo, señora. Bienvenidos."

¿Señora? Atenas odiaba que la llamaran señora. Sí, tenía dieciocho años, ya era mayor de edad, pero seguía siendo joven.

"¿Señora? No, pequeña, apenas tengo dieciocho."

Quiso sonar clara. Quizás la niña no entendía que una persona de esa edad no era tan grande como para que la llamen así.

"Lo siento, no lo sabía... Y yo no soy pequeña, tengo diecisiete."

Atenas sonrió. "Vaya forma de conocer a tus vecinos".
Escribió una nueva nota. Esta vez de quería presentar.

" Bueno, ambas nos equivocamos. Mi nombre es Atenas."

Sonrió esperando la respuesta de la chica, la cual llegó muy rápido.

"Tienes un bonito nombre. Un placer, me llamo Sara."

Atenas sonrió, era la primera vez que alguien no hacía un comentario de su nombre no tan común. Nunca recibía cumplidos al presentarse, simplemente comentarios como que su nombre era muy raro o que nunca lo habían escuchado. Pero Sara fue la primera que dijo que su nombre era lindo. Atenas sonrió y pensó que la chica de la otra casa quizás sería muy buena persona.
Escuchó una voz y se giró para ver quién la había llamado. Su madre estaba parada en el marco de la puerta y habló.

—Atenas, vamos a ir a comer a un restaurante de comida china. O si quieres otra cosa nos dices y... —No pudo terminar, pues su hija la interrumpió.

Sarenas: ¿Quién Soy? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora