Capítulo 20

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Atenas

-A ver... Cuentame bien todo lo que te dijo. Necesito ayudarte, Sara. -Le dijo a su novia, estaba muy preocupada por el estado en el que se encontraba.

Sara había llegado a casa de Atenas sin avisar. Se sentía tan mal que simplemente corrió a buscar sentirse mejor con ella.

-Le dije que no me gustaban los chicos y luego ella me dijo que si era lesbiana entonces no era su hija. Que estaba enferma y que solo me merecía el odio de las personas, incluyendo el suyo y... No sé... -No podía parar de llorar.

-Amor... -Tomó el rostro de su novia en sus manos y la miró a los ojos. -Hey, Sara... Tienes que darte cuenta de que todas esas palabras las dijo en un momento en el que estaba furiosa. Te dijo muchas cosas que te hirieron, lo sé, y también sé cuánto te puede estar afectando viniendo de la persona que debería quererte como eres y apoyarte. Pero debes de saber que eres una persona increíble, nunca habrá nadie mejor que tú. La persona que eres no se basa en tus preferencias, sino en todo lo que has logrado por ti misma, en los buenos actos que cometes. Eres increíble, Sara, cualquier persona podría quererte por el simple hecho de ser tú, porque eres como los demás y tienes un hermoso corazón. Vales mucho, valorate como eres. -Le ofreció una sonrisa llena de amor. -Eres especial, nunca olvides eso.

-Te quiero tanto...

Se abrazaron y por un momento, Atenas se sintió frágil. No le gustaba ver a su novia así. La quería tanto que quería verla sonreír siempre, quería que estuviera bien y que nada le hiciera daño.
Supongo que cuando te enamoras, lo que quieres es hacer todo por la otra persona para que sea feliz.

-Atenas... -Sara aún la abrazaba.

-¿Qué pasa, Sara? -Preguntó, la preocupación no se iba.

-¿Puedo quedarme a dormir?

-Sí, claro.

Sara se abrazó a la cintura de Atenas y recostó su cabeza en su pecho.
Atenas quería pensar que Sara se sentía segura con ella. Comenzó a jugar con el cabello de su novia y luego le cantó en voz baja una canción que no sabía cómo se llamaba, pero que tenía una letra muy linda. Miró con ternura cómo Sara se había quedado dormida y se sintió agradecida por el hecho de que, dormida no podía sentir dolor.
Luego se quedó dormida también, sabía que el día siguiente iban a tener que hablar con la madre de Sara. Estaba aterrada, pero incluso Arelis le dijo que era necesario intentarlo.

***

-Así que tú eres quien convirtió a mi hija en esto. -La madre de Sara miraba a Atenas con seriedad. Había pedido a sus hijas solo hablar con ella, por lo que ni Sara ni Arelis estaban ahí.

-Quiero pedirle un poco de respeto. No vengo a soltar palabras porque sí, supongo que a usted no le gustaría que yo me exprese de esa forma. -Atenas estaba segura de sus palabras.

-¿Qué quieres? ¿Quieren que las acepte?

-Yo no necesito que me acepte. Necesito que haga eso con Sara.

-¿Y por qué habría de hacerlo?

-Porque es su hija.

-¡Es anormal! -Dijo la última palabra con enojo.

-No lo es... Quiero que me diga una cosa, ¿se ha tomado el tiempo de conocer a su hija?

-Yo la conozco más que nadie.

-¿Ah, sí? Bueno, quiero que me diga uno de sus más grandes sueños.

Y ahí comenzó todo. La verdad es que al principio, la chica pensó que las cosas iban a salir completamente mal. Afortunadamente, tuvo que tomar valor para decir las cosas correctas. Viendo que la madre de Sara no sabía nada sobre su hija, Atenas se encargó de hablarle sobre ella. Le habló de la persona increíble en que se había convertido, de las buenas notas que llevaba, de las veces que se había quedado sin amigos por defender a alguna persona que se viera más débil ante los demás, de lo apasionada que era al hacer algo que le gustaba, que no sabía bailar pero que aprendía rápido, sobre las cosas que le gustaban y las cosas que no como la forma de ser de algunas personas. Se encargó de abrirle los ojos y contarle sobre el tesoro que tenía como hija. Y sobre todo, al final de hacerle saber la persona maravillosa que era Sara, le tuvo que hablar sobre sus sentimientos hacia ella. Le dijo que tal vez no tenía todo lo que Erick, pero que una vez ellas hablaron sobre lograr las cosas juntas. Atenas le confesó que no era de la idea de depender de una persona para tener algo, que si quería algo ella misma debía esforzarse por conseguirlo. Le habló sobre la impresión que tuvo al ver a Sara por primera vez, sobre cómo se enamoró de ella a través de cada palabra que ofrecía, cada sonrisa, cada secreto que le compartía. Al parecer cada palabra de la chica conmovió a la persona con quien se encontraba hablando. Por un momento olvidó que estaba dirigiéndose a la madre de Sara y se permitió abrir su corazón y compartirle las razones por las cuales estaba ahí.
Al darse cuenta del enorme sentimiento que había por parte de ambas chicas, la madre de Sara no pudo evitar llorar. Pensó en lo egoísta que había sido con sus dos hijas y estaba mal por ello. Atenas le dijo que sus hijas tenían un enorme corazón, y que seguro le perdonarían los errores que había cometido en el pasado, pero que debía esforzarse mucho por avanzar y no quedarse de brazos cruzados.

Al final llamaron a Sara, pues su madre quería hablar con ambas chicas.
Sara se sentó a un lado de Atenas y comenzó a jugar con sus manos.

-¿Sabes algo, Sara? -Su madre preguntó. -Esta chica es verdaderamente encantadora... Creo que de no ser por ella no me habría dado cuenta de las cosas que estaba haciendo mal.

-¿Qué? -Preguntó Sara.

-Lo que pasa es que, hablando con ella me di cuenta de que siempre he hecho las cosas mal. Primero quise controlar a Arelis y luego a ti. Me he encargado de imponerles tantas cosas que están en su derecho de odiarme. Atenas es una buen chica, Sara. Si supieras cómo habla sobre ti a los demás, creo que no te sentirías nada mal contigo misma... Lo siento, chicas. Lamento haber sido una mala persona con ustedes. Quiero decirles que acepto esta relación, ya que las hace felices. Solo que espero que se cuiden mucho y que no les afecten los comentarios negativos. Ustedes se quieren mucho, y creo que eso es lo mejor de todo. Mientras tengan ese sentimiento mutuo, sentirán que nada les hace falta.

Luego de unas horas hablando, Sara y Atenas salieron al patio y se tiraron a ver las nubes. La madre de Sara dijo que iría a hablar con Arelis, al parecer las las palabras de Atenas habían causado un gran impacto en su forma de pensar.

Atenas tomó la mano de su novia y sonrió mirando hacia el cielo.

-Te quiero, Atenas.

-Te quiero más, Sara.

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Bueno, queridas personas que me leen. Creo que esta historia está a nada de llegar a su fin.

Sarenas: ¿Quién Soy? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora