Emily, una joven alegre, curiosa y extrovertida.
Tyler, un chico timido, con una forma de ser bastante misteriosa.
Ella no se dará por vencida hasta saber el secreto que provoca que el chico sea de esa forma. Y de paso, intentará hacer cambiar esa...
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-Vamos Tyler, concéntrate -me regaña Chase.
-Eso intento, pero ya estoy algo cansado -me defiendo- ¿puedo tomar un pequeño descanso? -mi entrenador de alfa da un largo suspiro cansado -de mi- y accede.
No solamente estoy cansado de los duros entrenamientos, sino que el estrés de todos los alumnos de último año comienza a sentirse en esta segunda semana de noviembre. Los profesores de todas las asignaturas comienzan con sus odiosos y aburridos repasos para que estemos todos preparados para lo que muchos estudiantes de fin de año, desde muchas generaciones anteriores conocen como "La tercera semana maldita", la cual consiste en la última semana de exámenes de instituto y la más complicada.
Una parte de mi quiere que llegue luego esa tortura. Después de todo, es solo una semana. Dejando la última del mes para el ensayo de la graduación con la entrega de diplomas, y la organización de la gala.
Realmente estoy agotado. Estos días se resumen en salir del instituto, venir al pueblo a entrenar de manera intensa gracias al ataque -que se hará la noche del 30 de diciembre-, para finalmente volver a casa a estudiar y repasar. Es un caos.
Vuelvo a mi entrenamiento y logro terminarlo concentrado. Voy a tomar una refrescante ducha y cuando salgo miro la gran cicatriz en mi espalda en el reflejo del espejo. Está cada vez menos marcada, lo que es una buena señal. Las lanzas de los guardias del pueblo están hechas de un material que es bastante dañino para los de nuestra especie, razón por la cual luego de unos años mi marca aún no sana.
Salgo de la casa de Chase y me dirijo al cementerio del pueblo para comprar unas hermosas rosas blancas para mi madre.
-Hola ma -me siento como indio junto a su tumba- Perdón por no haber venido antes pero han pasado muchas cosas. Por suerte, todo se ha resuelto.
Miro el cielo, que comenzaba a tomar un lindo y cálido tono rosa.
Le cuento mis historias a mi difunta madre, y me disculpo nuevamente porque lo más probable es que la semana que viene no podré venir a visitarla.
Salgo del cementerio y tomo mi motocicleta para acelerar y llegar a casa antes de las ocho de la noche. El tiempo corre y mi estudio no avanza.
Voy a la cocina por algo de comer y lo subo a mi habitación para abrir mis libros y darles una leída, marcando todas las palabras claves con el resaltador naranja que me dio Emily en clases de historia.
Miro el reloj de mi teléfono y me doy cuenta que ya son 15 para las doce. Decido ir a la cama para estar descansado al otro día. Al menos pude avanzar con el repaso de tres asignaturas.
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