Otra semana más de clases, y que mejor para empezarla que llegando tarde.
Mathias me fue a buscar y mamá le dijo que se fuera, ya que me había quedado dormida. Fue ahí cuando ella me fue a despertar, me levanté alterada, se me olvidó guardar algunas cosas en mi bolso, como mi lapicera y libros de historia y, para empeorar las cosas, el bus tardó en llegar.
Pero aquí estoy, subiendo las escaleras hacia el salón 25C para mis clases de geometría.
Toco la puerta y me asomo por la pequeña ventanita para ver como el profesor me hace una seña para que pase.
Entro tímidamente. No suelo llegar tarde, incluso creo que en toda mi vida estudiantil me he atrasado unas diez veces, o quizás menos.
Aún en el marco de la puerta, busco el asiento vacío junto a Jason, pero cuando lo visualizo estaba ocupado.
Maldito traidor.
—Señorita Johnson, aquí hay un puesto vacío —dice señalando la mesa desocupada junto a Tyler, frente al pizarrón. Genial.
Voy a donde me indicó, saco mi cuaderno y recuerdo que no traje mis lápices. Levanto la vista y miro a mi alrededor en busca de alguna mesa con un lápiz sin usar. Y como si el destino me odiara, los únicos son Valentín -una chica sentada en el último puesto- y Tyler, junto a mí.
Obviamente me voy a la opción más inteligente.
—Pss, Valentín —le susurro intentando llamar su atención— Hey, Valentín —comienzo a agitar mi mano para que me vea.
—Johnson, llegas tarde y te pones a hacer desorden —dice el profesor y siento como la mirada de todos se posa en mí.
—Lo siento mucho —me disculpo y me volteo para quedar mirando hacia el pizarrón. Suelto un bufido y comienzo a pensar en otro plan.
Justo en ese momento, veo un bolígrafo de tinta azul frente a mis ojos. Lo sigo por el brazo del quien lo sostiene y me encuentro con los ojos de Tyler.
—Ten.
—Gracias —digo y me apresuro a escribir todo antes que cambien de tema y lo borren.
La clase se me hizo bastante corta, ya que solo estuve la mitad.
—Emily —una voz hermosamente ronca que he escuchado poco, pero logro reconocer me detiene.
—Dejé tu bolígrafo dentro de tu cuaderno. Gracias otra vez.
—Sí, ya la guarde. Pero no eso —mira a su alrededor—. ¿Podemos hablar?
—Em, claro —asiento amablemente.
—Quería, uhm... Quería pedirte disculpas por cómo te trate la semana anterior. Sé que fui duro contigo, cuando lo único que querías era ayudar.
—Tranquilo. Como tú dijiste, no me conoces por lo que no es tu obligación agradecerme.
—De verdad que lo siento, es que no estoy acostumbrado a que me defiendan. De dónde vengo tenía amigos, pero ahí cada uno debía salvarse el culo solo —dice y se encoge de hombros.
Logro ver a Mathias más atrás, quien me mira con una sonrisa pícara, levantando y bajando ambas cejas con rapidez. Lo ignoro completamente y vuelvo mi atención a Tyler.
—Bueno, gracias por tus disculpas. Espero que algún día podamos hablar de nuevo.
—Nos vemos —se va.
Mathias se acerca rápidamente a mí.
—Luego te explico lo que pasó. —Digo antes de que comience a atacar con sus preguntas.
(Siguiente día)
Apenas cierro mi casillero siento unas manos en mis piernas y seguido, estar encima de un musculoso, pero cómodo hombro. No tengo que preguntar quién es, dado que reconozco el perfume y el color de su camiseta.
—Mathias, suéltame ahora —exijo moviendo un poco mis piernas.
—Estás tan lenta hoy. Me cansas y quiero llegar luego a la cafetería, porque Sebas dijo que había pasta para el almuerzo —se excusa.
—Y qué decir de tus ojerotas —Lo apoya el rubio.
—¿Estas bien Emily? —Me pregunta Kira. La única que se preocupa.
—Sí, es solo que como ayer llegué tarde, hoy puse muchas alarmas para no volver quedarme dormida.
—¿Y cuál es el problema? —cuestiona mi amiga.
—Que se equivocó y las puso dos horas antes de lo debido —responde por mi mi mejor amigo, bajándome de su hombro y dejándome frente a la puerta de la cafetería.
—Y no pude seguir durmiendo luego —termino antes de seguir a Sebastian, que ya había entrado en busca de su comida.
Con mi bandeja ya llena de pasta, me dirijo a nuestra mesa frecuente. Inconscientemente mi mirada se desvía hacia la mesa que ocupa Tyler.
Lo extraño era que él no estaba sentado ahí, sino que estaban Gerard y su grupo de súbditos.
Tomo asiento junto a Kira, quedando frente a nosotras Sebastian y Mathias.
Cinco minutos comiendo en un cómodo silencio cuando vemos una sombra en la mesa. Todos levantamos la mirada para observar a Tyler con su bandeja en las manos.
—Emm, Mathias —dice tímido, y el nombrado lo saluda—. Es que la mesa que he usado estas semanas está ocupada por Gerard, y realmente no quiero tratar con él, aparte de que las mesas no tienen nombre.
—Sí, lo noté. Yo creo que lo hace para molestar —dice mi mejor amigo limpiándose la salsa de tomate de su boca con una servilleta.
—Me preguntaba si podía almorzar con ustedes hoy, ya que tú y Sebas son los únicos con los que he hablado más de lo normal por el equipo de fútbol.
—Pero claro, siéntate.
—Eso no se pregunta. Esta mesa siempre está disponible para gente simpática como tú —Dice Sebastian haciendo que el chico sonriera tiernamente.
Se sienta en la banca vacía junto a Kira y continuamos comiendo. Los chicos hablaron todo el almuerzo del equipo, incluyéndonos algunas veces, mientras que mi amiga y yo preferimos hablar de una nueva serie que salió en Netflix de jóvenes que descubrían cosas extrañas de su pueblo.
Como siempre, cinco minutos antes de que suene la campana nos paramos e invitamos a Tyler a que saliera con nosotros, ya que luego le tocaba una clase con Sebas.
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Tu secreto descubierto [#TSD1]
Hombres LoboEmily, una joven alegre, curiosa y extrovertida. Tyler, un chico timido, con una forma de ser bastante misteriosa. Ella no se dará por vencida hasta saber el secreto que provoca que el chico sea de esa forma. Y de paso, intentará hacer cambiar esa...