Parpadee varias veces intentando abrir los ojos. El lugar era totalmente blanco así que me costaba adaptarme a la luz. Sentí la calidez de los rayos del sol pegando en mi piel y escuche unas voces conocidas cerca de mí. Fue entonces que supe que aún no había muerto.
Pero si aún no moría, ¿En dónde me encontraba? ¿Qué paso con Gumball? ¿Qué paso con Marshall? ¿Será que él me trajo aquí?
- ¡Hija, gracias a Dios Despertaste!
- ¿Mamá?
Mi madre estaba frente a mí abrazándome efusivamente con lágrimas en los ojos.
- ____, me alegro tanto de que estés bien –Con esas palabras mi padre se nos unió también en el abrazo.
Lagrimas resbalaron incesantes por mis mejillas. Aun no lo podía creer, estaba viva y estaba con mi familia.
Mire al otro lado de la camilla. Gumball estaba parado con un ramo de flores y una sonrisa aliviada. Sentí mi corazón pararse un momento y me dio temor pensar que se tratara de una alucinación otra vez.
- Al fin te encontré ____- leí las palabras directamente de sus labios. No podía escucharlo.
- ____, debes saber que Gumball nunca dejo de buscarte. Todos los días buscaba la forma para llegar hasta tu paradero- Mi madre hablo con una sonrisa mirando al pelirrosado.
- Lamento que haya llegado demasiado tarde ___, y por sobre todo, lamento no haberte podido proteger antes, pudimos habernos evitado todo esto.
Negué con la cabeza suavemente viéndolo con una sonrisa.
- No te culpes por lo que paso, no estaba en nuestras manos. Fue algo más grande que nosotros, pero... te estoy muy agradecida por todo, Gumaball. Si te soy sincera, fuiste un gran motor para mí en esos momentos para no decaer. Me asuste al pensar que te asesinarían y no pudiera volver a verte, así que intente matarme a mí misma – El nudo de mi garganta aumentaba con cada palabra y volví a romper en llanto con la culpa creciendo en mí.
- Lo importante hija, es que ya estás aquí, estas con nosotros, y~ ¡que ahora aceptas que te gusta Gumball!
- Querida, creo que no es momento para eso
Mi padre reprimió a mi madre y ella sonrió apenada disculpándose con Gumball.
- Por cierto... ¿Qué paso con Marshall? – Pregunte un poco angustiada en caso de que haya logrado escapar o similar.
- Su hermana, Marceline, nos dijo que cuando llego a la casa, él estaba parado al borde de la azotea –Respondió Gumball- Al parecer "no quería vivir en un mundo donde tu estés muerta", así que antes de que ella pudiera hacer algo, Marshall se suicidio. Inmediatamente después llegue yo acompañado de la policía pero para entonces Marceline había huido y solo te encontramos a ti en el piso de la cocina con una herida profunda en el estómago. Afortunadamente no lo bastante profunda y logramos traerte aquí para salvarte.
- Que por cierto Gumball fue el que dono su sangre- Mi madre lo interrumpió mirándome con una sonrisa emocionada.
<<Ella nunca cambia>>
Pensé con una sonrisa mientras Gumball proseguía.
- Eh... bueno, apenas hace un par de días logramos encontrar al resto del grupo de Marshall, incluyendo a su hermana Marceline. Justo ahora están cumpliendo su condena en la cárcel.
- Vaya... - exclame en bajo- Entonces...
- Estas libre del peligro ahora. Ya no hay un Marshall que pueda volver a hacerte daño. Puedes regresar con tu familia y seguir estudiando como originalmente tenías planeado- Dijo Gumball con una sonrisa.
- Y tienes el consentimiento de tu papá y yo para que se lleve a cabo la boda entre ustedes cuando quieran.
- ¡Mamá! – Le reclame evidentemente sonrojada y ella solo río.
Mi padre comenzó a reprimir nuevamente a mi madre mientras ella reía. Gumball se acercó a mí posicionándose a un lado de la camilla y me extendió el ramo de flores. Las tome entre mis brazos con cuidado admirándolas. Al volver a alzar la mirada para agradecerlas, Gumball me beso inesperadamente y escuche un chillido proveniente de mi madre a mis espaldas. Él se separó y me miro con una enorme sonrisa.
- Te cuidare de ahora en adelante, esta vez, me asegurare que realmente estés segura y sobre todo, que seas feliz, junto a quienes realmente amas. Porque yo te amo ____.
Aun con las mejillas sonrosadas le sonreí. Una verdadera y genuina sonrisa de felicidad.
- Yo también te amo Gumball.
Y una vez más, nos unimos con un beso, esta vez más profundo, mientras mi padre sacaba a mi madre de la habitación para darnos más "privacidad".
Esta vez es definitivo, ¡soy completamente libre de Marshall Lee!
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... o no...