Vacío.

133 14 11
                                    


Más servicios de emergencia llegaron a la zona. Entre las sirenas, y el barullo de gente correteando se escuchaban los lamentos de Stiles que seguía tirado en el suelo.

Se sentía pequeño. Más pequeño que nunca. Escuchaba a la gente a su alrededor, sin embargo estaba solo, ya que ni Scott era capaz de acercarse a él en aquel momento. Era él, contra todos los pensamientos y emociones que sentía en su interior.

Más sirenas. Esta vez varios coches de policía y más bomberos.

Scott se atrevió a alejarse unos pasos de Stiles. Había llegado el Sheriff. Scott se echó las manos a la cabeza, cuando el padre de Stiles lo vio tirado en el suelo de aquella manera.

No pasó ni medio segundo, y el Sheriff ya tiraba del cuerpo de su hijo, tratándolo de levantar su cuerpo. Este se resistía, hasta que su mirada se cruzó con la de su padre.  Su llanto aumentó con creces y su respiración se dificultó. 

No fueron necesarias las explicaciones. 

—¡Parrish! ¡Parrish!

Stiles hundió el rostro en el pecho de su padre, quería desaparecer. 

El joven agente, se acercó.

— Necesito que te metas ahí dentro, ya sabes que hacer —Señaló el resto en llamas del avión—.

El Sheriff estaba controlando la situación. Se mostraba frío, y se centraba en su hijo en aquel momento. Pero sabía perfectamente lo que estaba por venir.

Tras asentir, el joven corrió, y despareció entre las llamas del avión.

Con dificultad, el Sheriff consiguió alzar a su hijo, y arrastrarlo hasta el coche.

— Yo me encargo, Stiles. Mejor quédate aquí.

Y tras cerrar la puerta, y dejar a su hijo en el coche, el Sheriff se acercó de nuevo a la zona.

— ¡Scott! —Gritó enérgicamente— Necesito que te pongas a ayudar a los bomberos. Hay que apagar las llamas, por si siguieran ahí dentro.

Hablaba el Noah Sheriff. En esos momentos el padre de Stiles estaba escondido en un rincón de su cuerpo.

Scott no rechistó, y a pesar de aquella situación, ayudó a todo lo que el Sheriff le mandaba. 

Tras casi dos horas lograron apagar las llamas.

—No hay supervivientes.

Las palabras de Parrish le sentaron al Sheriff como una patada en el estómago. Este se llevó las manos a la cabeza y dirigió la mirada hacia el coche. Temía ir hacia allí. 

La megafonía del aeropuerto se puso en marcha.

Lo primero que se escuchó por ellos, fue una risa victoriosa, regodeándose. Stiles lo podía escuchar desde el interior del coche.

—Lo que hubieras dado por viajar en ese avión con tu chico, y el engendro al que llamáis hija.

Era la voz de Gerard.

— Piensa en que podrías haber terminado con esto mucho antes, y tal vez, sólo tal vez, no te hubieras enterado de sus muertes. Y las muertes de toda persona que te rodee van a seguir ocurriendo, hasta que sólo quedes tu. 

— ¿Quién crees que será el próximo? ¿El joven lobo? ¿La gritona? ¿Scott McCal? ¿Tu padre?

Al escuchar aquello, Stiles destrozó la puerta del coche de una patada. Rasgó los asientos con las garras al incorporarse, y salió impulsándose del vehículo, arañando la chapa del vehículo. Corrió nuevamente hacia el edificio, y al llegar donde había caído tras saltar del ventanal, dio un salto con tanta fuerza, que consiguió llegar a entrar al edificio.

Buscó con la mirada el mostrador que tenía el micrófono. La gente correteaba asustada por la terminal, lo cual le dificultó aquello. Hasta que encontró el lugar.

No había rastro de Gerard. Pero si de una grabadora que Stiles se encargó de hacer pedazos.

— Stiles...

La voz de Scott provocó que este diera un respingo.

— Aléjate de mi — Ordenó Stiles— ¡Todos! ¡Alejaos de mi! 

Este se llevó las manos a la cabeza y dejó caer su cuerpo ligeramente. Estaba teniendo otro de sus ataques. 

Scott se acercó y trató de agarrar a su amigo.

Este acabó por los suelos a varios metros de Stiles. 

Sentía un vacío tan grande en su interior, que no le importaba quedarse solo. De hecho, era lo que quería.

Salió corriendo. Simplemente, huyó de la realidad. 

¿Para que seguir con todo aquello si ya no tenía nada por lo que seguir luchando?


Pasados dos días, ni el Sheriff, ni Scott sabían el paradero de Stiles. Se había esfumado, sólo sabían que había vuelto al aeropuerto al día siguiente, y se había llevado de allí el coche de Theo. 

El Sheriff ordenó la búsqueda del coche, pero no habían tenido éxito por el momento. 

Scott, Liam y Lydia, se dedicaban a buscarlo por los bosques, también sin éxito.

En estas, Scott se apoyó contra un árbol y tras resoplar, agachó la cabeza.

— Ojalá Derek estuviera aquí. Él sabría que hacer.

— Para empezar, dejaría de lamentarme, y seguiría buscando aun que me pasara días andando. 






A escondidas (Steo). 2ª parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora