*Narra Tokio*
Ash me estaba pidiendo que fuera su novia, ¿qué hice para merecer esto tan lindo si yo había sido tan mala?
Me moví de la puerta y me acerqué a ella para tomar su cara.
-¡Claro que quiero ser tu novia!.-Dije viéndola a los ojos y me acerqué aún más para besarla.
-Prométeme algo.-Dijo cuando nos separamos.
-¿Qué cosa?-Recorrí sus labios con mi dedo mientras veía como se movían, esos labios que ahora eran míos.
-Que vamos a salir de aquí juntas.-Tomó mis manos.
-Te lo prometo.-Dije con una sonrisa y la besé.
-Y quiero una cosa más.
-Pídame lo que quiera señorita.-Acaricié su mejilla.
-No quiero bajar, me quiero quedar contigo... no sé si puedes hacer algo.-Dijo fingiendo una carita de tristeza con la que morí de amor y ternura.
Se me ocurrió algo al instante.
-Diré que te enfermaste, te acostarás en el sofá con una manta y yo te cuidaré, ¿te parece?-Dije viéndola a los ojos mientras acariciaba su pelo.
Se quedó viéndome con una sonrisa sin responder.
-¿Qué pasa?-Pregunté riendo.
-Pasa que eres hermosa.
-No me digas esas cosas que me dan ganas de cerrar esa puerta con seguro y no dejarte salir de aquí nunca más.
–Que mala eres y me encanta.
Sonreí con picardía al igual que ella y decidimos poner nuestro plan en marcha.
-Necesito bajar ahora, acuéstate en ese sofá y di que te duele algo, lo que sea, yo iré a avisar que estás enferma y nos quedaremos aquí juntas, ¿bien?-Dije acercándome a la puerta.
-Bien, no te tardes.
Le guiñé un ojo y bajé las escaleras. Aún estaba Denver, así que me acerqué a él para luego hablarle en voz baja para que nadie pudiera escuchar.
-Denver, tenemos un inconveniente, Ashley está muy enferma y no puede estar aquí abajo.-Mentí.
-¿Y qué planeas hacer?-Preguntó.
-Necesito medicamentos, tú sabes que no podemos salir de aquí con algún rehén herido.
Traté de justificar todo lo que decía para que me pudiera creer.
-Los medicamentos los tiene Berlín en su oficina, vas a tener que decirle esto a él para ver qué podemos hacer.
Problemas...
-Gracias, iré donde él.-Dije tratando de ocultar mi rabia.
Berlín estaba en la oficina como siempre. Entré sin pedir permiso.
-Berlín, tenemos una rehén en malas condiciones, necesito los medicamentos para ver qué le podemos dar.
-¿De quién hablas?-Preguntó.
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El mejor atraco de mi vida | La casa de papel
FanfictionHistoria no apta para personas de mente cerrada y homófobos. Si Tokio se enamorara de UNA rehén, ¿que pasaría con Rio? "Al parecer el síndrome de Estocolmo sí existía, yo era una simple rehén, pero ella me hacía sentir que era la más importante". Ac...