Capítulo 14: Ganaste.

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*Narra Tokio*

Nos quedamos mudas, no sabíamos qué decir.

-¿No van a responder?-Volvió a preguntar.

-Ashley se sintió mal por la noche así que se quedó conmigo.-Dije tranquila.

-Moscú dijo que te había dado permiso para ir al baño y que no habías vuelto.-Le dijo Rio a Ash.

-Estaba con Tokio, ella ya te lo dijo.-Respondió Ash.

Rio nos miró a ambas y se volteó para seguir con lo suyo.

-Gracias.-Dijo Ash en mí oído, a lo que respondí con una sonrisa.

-Ahora vuelve a tu lugar.-Dije en voz alta.

Ella volvió a su lugar y Nairobi le pasó su desayuno.

Como era el turno de Helsinki, subimos las escaleras, Nairobi a mi lado y Rio detrás.

Nairobi y Rio fueron donde estaba Berlín y yo me fui a la misma oficina donde pasamos la noche con Ash.

Abrí la puerta y me quedé ahí, sin entrar, mirando aquel sofá.

Sonreí inconscientemente y como le había dicho a Ash, todo esto es una locura, ¿quién podría haberlo imaginado? yo, sintiéndome feliz por una mujer, con una persona con la que llevamos 9 días encerradas en una fábrica. Ella debería odiarme, sin embargo pasamos la noche juntas y de la manera que menos me podía esperar.

De repente mi cara cambió completamente, recordé mis pensamientos del día anterior, el qué pasará cuando salgamos... sinceramente no creo que podamos seguir viéndonos, ella es totalmente opuesta a mí, hablo de que ella es una chica con estudios, tiene su familia y tal vez planes, en los que yo no estoy. Esto fue totalmente inesperado para mí y sé que también para ella, pero estoy segura de una cosa... aprovecharé cada minuto a su lado.

*Narra Ash*

El tiempo se me hacía eterno, estaba incómoda, me dolía todo y estaba muy cansada, además quería ver a Tokio, y sé que esto sonará como si tenerla cerca se haya vuelto una necesidad para mí, pero no era así, ella me hacía sentir tranquila, protegida y me gustaba mucho pasar tiempo a su lado.

Pensar que habíamos pasado la noche de aquella forma me hacía sentir mil cosas en el estómago.

Ambas estábamos nerviosas, con el temor de que no nos gustara, ninguna de las dos sabía lo que estábamos haciendo, pero sí sabíamos que queríamos estar juntas, o al menos yo.

[...]

Era el turno de Berlín, venía bajando las escaleras y sentí un impulso de enfrentarme a él.

Me levanté del suelo y a penas lo hice, él me ordenó que me sentara, pero no lo obedecí. Me acerqué a él y solté mi rabia.

-¡¿Hasta cuando piensan tenernos encerrados aquí como animales?! nos tienen comiendo mierda, creen que podemos ir al baño cuando ustedes nos autoricen y ni siquiera podemos caminar o simplemente hablar.

-Siéntate Ashley.-Dijo él calmado.

-¡Eres un hijo de puta!-Le grité.

-¡Cállate!-Sacó su arma y me apuntó a la cabeza.

Me quedé quieta, con la respiración descontrolada y viéndolo a los ojos, solo podía pensar "¿Dónde estas Tokio? ¿por qué no me oyes?", mientras los demás estaban boquiabiertos sin decir palabra alguna y sin ser capaces de hacer algo.

-¡Nairobi!-Gritó Berlín para llamarla.

Nairobi bajó corriendo las escaleras mientras Berlín seguía apuntándome con el arma.

-Necesito que te quedes con ellos por un rato, ya vuelvo.-Le dijo.

Me tomó del brazo de forma brusca y subimos las escaleras.

Tokio, ¿donde estás?

-Aquí te vas a quedar, si no te gusta la comida, pues no comas.-Dijo empujándome a una oficina, donde caí al suelo y cerró la puerta con llave.

-¡Ayuda!-Grité golpeando la puerta.

Seguí gritando pero nadie me escuchaba, comencé a llorar y a desesperarme.

[...]

Habían pasado cerca de dos horas, seguía encerrada, tenía hambre y frío, nadie venía.

Sentí unos ruidos afuera de la oficina, así que comencé a gritar.

-¡¿Hay alguien ahí?! ¡estoy encerrada!-grité.

La manilla de la puerta se comenzó a girar y apareció Tokio.

-¿Qué haces aquí?-Me preguntó riendo.

-Berlín me encerró porque le dije un par de verdades y ahora si me sacas, me matará.-Dije seria.

Ahora ella tenia una sonrisa en su cara.

-¿Qué te pasa?-Le pregunté.

-Entra.-Me empujó hacia adentro.

-¿Por qué?-Levanté una ceja.

-Porque nos quedaremos aquí juntas.-Dijo con una sonrisa.

Me lancé sobre ella y la besé.

Estaba tan agradecida de tenerla, si ella no hubiera aparecido ya habría perdido la cabeza.

-¿Qué hice para que te fijaras en mí?-La mire a los ojos tomándola de las manos.

-Lo mismo me pregunto cada vez que te veo, es que eres tan distinta a mí...

-Me gustas como eres, que seas una atracadora, tienes algo que te hace muy especial para mí.-Le solté una mano para acariciar su mejilla.

De repente ella bajó su rostro, como si su hubiese acordado de algo.

-¿Qué pasa?-Pregunté.

-Tengo miedo de lo que pueda pasar cuando salgamos de acá, tú te irás, yo me iré, separaremos nuestros caminos y estoy segura de que no habrá un día en que no te recuerde.

-No pienses en eso, solo dejemos que pase lo que tenga que pasar.

-Es que no puedo... si tan solo supieras todo lo que siento por ti, o tal vez tú no sientes lo mismo y por eso dices eso... "la que se enamora, pierde", felicidades Ash, ganaste.-Dijo triste.

-Pero...

-Te dejaré sin llave por si quieres salir, no creo que a Berlín le moleste si yo le explico.-No me dejó hablar y salió de la oficina cerrando la puerta, dejándome sola y con todas las palabras en la boca.

El mejor atraco de mi vida | La casa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora