Capítulo 29: Me detestan.

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*Narra Tokio*

-¿Qué? ¿Oliveira?-Preguntó Nairobi desde la puerta.

Nos quedamos en silencio.

-¿Me vas a decir que ella sabe tu nombre?-Preguntó nuevamente Nairobi.

-No, ese es mi apellido, me llamo Ashley Oliveira.-Respondió Ash.

¿Por qué haces esto por mí, pequeña?

-Como me estén mintiendo...

-¿Qué? ¿Que amenaza pondrás ahora?-Me levanté sin dejarla acabar la frase.

-Tokio.-Dijo Ash tomándome la mano.

Era tarde, Ash estaba con dolores y no quería que presenciara otra escena.

Nairobi miró a Ash, nuestras manos unidas y luego a mí, fijó su mirada en mí viéndome de pies a cabeza y luego salió cerrando la puerta con un solo portazo.

-Gracias.-Dije sentándome sin soltar su mano.

Me quedé en silencio viendo al suelo como si algo tan importante estuviera pasando, pero ya me sentía agotada, de todo y de todos.

-¿En qué piensas?-Me preguntó Ash intentado sacarme de mis pensamientos.

-Nada, ¿quieres dormir?

-Quiero que me digas que es lo que hay en esa cabecita, veo que algo te da vueltas y ya no quiero verte mal, ¿dónde está la Tokio que una vez me apuntó con una pistola a la cabeza? ¿Quién eres y qué hiciste con esa Tokio tan fuerte que conocí?

Recordé cuando lo hice.

-Perdón.-Me arrodillé para quedar a su altura.

-No me pidas perdón, ¿bueno?

-Lo que pasa es que estoy muy cansada de estar aquí dentro, agota tener que ver todos los días a la misma gente, mis fuerzas se están acabando y tengo miedo de que por mi culpa esto se vaya a la mierda... de verdad ya no me importa el dinero, pero no quiero que vayamos a la cárcel.

-No sabes todo lo que deseo que no fuera así, pero ¿sabes algo? Pase lo que pase, yo voy a estar contigo.

Dios... la adoro.

-¿Qué hice para merecerte? No soy una persona buena, mira lo que estamos haciendo aquí dentro y tú llegas, lo cambias todo, me enamoro, me arrepiento de cosas y...

-Shhh, no sigas.-Dijo tapándome la boca con la mano para que me callara.

Sacó su mano y me sonrió.

-No me importa, a estas instancias ya nada me importa, solo quiero estar contigo, solo quiero que entiendas eso, por favor.-Dijo acariciando mi mano.

La abracé con mucha fuerza susurrándole repetidas veces la palabra "gracias".

-Gracias a ti.-Me dio un corto beso en los labios cuando nos separamos del abrazo.

-Te amo.-Sonreí.

-Y yo a ti.-Me volvió a besar.

Miré la hora, iban a ser las 1 am, era bastante tarde y yo ya tenía un poco de sueño, había sido uno de los peores días de toda nuestra estadía en esta fábrica.

-Amor, es demasiado tarde, deberíamos descansar.-Dije viéndola a los ojos, a lo que asintió con la cabeza.

Moví el sofá en el que estaba sentada hace un rato y cuando lo estaba acomodando, Ash me habló.

-¿Por qué no duermes conmigo?-Hizo una carita de tristeza con la que morí de amor.

-Porque no quiero pasar a llevar la herida de tu pierna, lo siento preciosa.

-Nos acomodamos con cuidado, por favor, duerme conmigo.-Volvió a poner la misma carita.

La miré con ternura, le sonreí y ella comenzó a aplaudir como una niña, era obvia mi respuesta.

-Me tienes dominada.-Dije y reímos ambas.

Apagué la luz, solo entraba la iluminación que había afuera, las luces de los policías iluminando las ventanas, llegaba a ser molesto.

Nos acomodamos en el sofá, dejé que Ash estuviera en el borde dándome la espalda y yo me puse en el respaldo. Pasé mi brazo por debajo de su cabeza para que estuviera más cómoda y la abracé por detrás.

-¿Estás cómoda?-Pregunté.

-Sintiendo tú calor, sintiéndote así de apegada a mi, ¿cómo no estarlo?

-Buenas noches hermosa.-Dejé un beso en su mejilla.

-Buenas noches, amor.-Me respondió.

Luego de unos minutos nos quedamos dormidas.

[...]

Ash seguía durmiendo, aún la tenía abrazada, levanté mi cabeza cuidadosamente para no despertarla y comprobarlo. Y sí, aún estaba dormida.

Me volví a acomodar.

Solo pensaba en lo lindo que había sido amanecer así con ella, pero también me imaginaba despertando con ella en una cama, en una casa solas, sabiendo que no hay nadie que nos pueda interrumpir o molestar.

Ash se comenzó a mover, había despertado.

-Buenos días hermosa.-Susurré en su oído.

-Claro que tendré un buen día, despertando con esta hermosura de mujer, ¿quién no?-Dijo acomodándose.

-¿Cómo te sientes?-Pregunté.

-Un poco mejor, pero aún me duele la pierna.

-Necesito hacerte una curación, los doctores dijeron a Berlín que lo necesitabas tres veces al día.

-Pero me dolerá.

-Debes aguantar, esa herida debe sanar.

Me levanté cuidadosamente pero con dificultad, en un momento se quejó del dolor y me disculpé.

-Iré a buscar el botiquín de primeros auxilios, quédate tranquila, lo haré con mucho cuidado.

Asintió y salí.

En el pasillo me encontré con Denver, lo saludé con una sonrisa pero me ignoró. Luego con Moscú, hizo lo mismo.

Me detestan, que bien.

El mejor atraco de mi vida | La casa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora