*Narra Tokio*
Me desperté de golpe, había tenido un mal sueño, pero no le quería dar tanta importancia porque obviamente no fue real, tal vez tuve pesadillas por todas las cosas que tengo en la cabeza y que han pasado.
Me levanté y fui al baño a lavarme la cara. Vi el espejo roto y mis marcas de sangre en la pared.
Que bueno que no tengo alcohol, tal vez qué hubiese hecho borracha.
Fui donde estaba Ash, me tocaba hacerle su curación.
Mientras caminaba no sabía como me recibiría, me imaginaba miles de posibilidades.
Abrí la puerta cuidadosamente pensando que Ash estaba dormida, pero estaba sentada viendo a la nada y con un papel en sus manos.
-Hola, vengo a curarte.-Dije fría sin siquiera mirarla.
-Buenos días.-Respondió.
Saqué el botiquín y me acerqué a ella.
Desde que pasó lo del disparo, Ash llevaba solamente su camiseta y para abajo solo su ropa interior, así que quité la venda de su pierna, pero me quedé inmóvil por un momento.
-¿Todo bien?-Preguntó ella.
-Si.-Respondí.
No podía siquiera verla a los ojos, se me hacía imposible.
Miraba sus piernas y mi cabeza retrocedía a esos momentos en que su cuerpo era totalmente mío y que tal vez ya no la volvería a tocar en mi puta vida.
-Tokio, ¿pasa algo?
-Nada.
Ya lo sé, estaba actuando como una idiota, ella me hablaba y le respondía de forma cortante, pero algo me decía que eso era lo correcto para alejarme de ella de a poco.
No, no quería hacerlo, no me quería alejar, pero sentía que debía.
-Oye...
-Ashley, ¿qué quieres?-Dije levantando mi cabeza para verla.
-Ya nada, perdóname.
Me sentí mal... ¿cuántas veces la he llamado Ashley?
-No, perdóname tú, ¿qué querías?-Dije arrepentida.
-Quería decirte que te hice una carta... si no piensas escucharme, al menos puedes leer todo lo que quiero decirte.-Dijo entregándomela.
-La leeré luego.-Dije tomándola y dejándola a un lado para terminar de curar su herida.
Mientras la curaba, había un silencio muy incómodo, mi cabeza nuevamente retrocedía a nuestras risas, abrazos, besos, caricias...
-Me odio.-Susurré esperando que no escuchara, pensando en voz alta.
-¿Qué?
-Nada.-Respondí sacudiendo mi cabeza.
-Te escuché.
-¿Entonces para qué me preguntas lo que dije?
-Lo siento Tokio.
-Iré a buscarte el desayuno, ya vuelvo.-Dije cuando había terminado.
Me levanté y guardé todos los implementos para luego bajar y dirigirme donde estaba toda la comida, cuando vi a Denver con alguien.
-¿Perdona?-Dije al ver que se estaba besando con una rehén.
-Tokio, yo...
-¿Y tanto escándalo hacían porque yo estaba con Ash?-Interrumpí.
Sentí pasos a mi espalda.
-¿Qué está pasando?-dijo alguien.
Me giré, era Berlín.
-Pasa que Denver está saliendo con esta rehén ¿y yo no puedo estar con Ash?-Dije viéndolo, pero no tenía gesto alguno en su rostro.
-Mónica no es un problema, lo juro, ella podría pertenecer a nuestra banda, se podría llamar... ¡Estocolmo!.-Dijo viendo a Mónica con una sonrisa, claramente pensando como un niño.
-¡Todo esto se está yendo a la mierda!-Dijo Berlín nuevamente.
-Berlín... ¿qué hay de Ariadna?-Apareció Nairobi acercándose a nosotros.
-¡¿Qué?!-Dije viéndolos.
-Berlín, cuéntales, ¿qué es lo que vi ayer en tu oficina? Y no te hagas el tonto porque vi ese beso y vi como le tomabas la pierna.-Dijo Nairobi dirigiéndose a Berlín.
-Eres un hijo de puta, todo este tiempo me estuviste juzgando por estar saliendo con alguien y tú junto a Denver estaban haciendo lo mismo.-Dije enfadada.
-No es lo mismo, tú estás con una mujer.-Respondió Berlín.
-¿Ahora te las vas a dar de homofóbico? ¡Vete a la mierda!-Dije sacando mi arma.
*Narra Ash*
Escuché gritos que provenían desde afuera.
Me pude levantar con cuidado y caminé hasta donde se podía ver lo que estaba pasando, sin bajar las escaleras.
Vi a Tokio apuntando a Berlín con un arma.
-Suelta esa arma.-Dijo Berlín tranquilo.
-¿Cómo pude ser tan estúpida al no darme cuenta que tú y Denver también tenían a alguien? ¡Es que soy una tonta!-Dijo Tokio.
-Tokio cálmate.-Le dijo Nairobi.
-¿Cómo quieres que me calme? Estaba tan cegada, tan enamorada... terminé con el amor de mi vida porque ustedes me lo estaban pidiendo y me entero que Denver y Berlín están saliendo con rehenes, ¡los odio!-Gritó Tokio.
No entendía nada.
-¡Tokio!-Grité.
Ella levantó su mirada hacia donde yo estaba.
-Ven y por favor suelta esa arma.-Le dije casi llorando.
No me hizo caso, seguía apuntando a Berlín.
Berlín levantó ambas manos.
-Hazlo por mi, te lo ruego.-Volví a decir.
Bajó el arma y la guardó.
Vi que tomó comida para nosotras dos y subió mientras los demás se peleaban entre ellos.
-Ven Ashley, entra.-Dijo entrando en nuestra oficina cuando ya había subido.
La seguí.
-¿Qué pasó?-Pregunté.
-Nada.-Respondió.
¿Por qué te sigues haciendo la dura?
-¿Soy el amor de tu vida?-Pregunté recordando lo que había escuchado hace un rato.
-Come.-Dijo dándome una botella de jugo y pan.
-Sé lo que escuché, deja de actuar así conmigo, deja de llamarme "Ashley" cuando me has llamado "Ash" todo el tiempo... vuelve a llamarme "amor", "cariño", lo que quieras, pero por favor háblame, no seas injusta.
-Permiso.-Tomó su desayuno y abrió la puerta.
-No, por favor hablemos, escuché lo que dijiste abajo.
-En una hora más vendré a curarte nuevamente, recuerda que es tres veces al día.
-No esperare tanto para poder hablar contigo y verte nuevamente.
-Lo siento, voy a desayunar, te dejo sola.-Respondió abriendo la puerta.
-Te... amo.-Dije con los ojos llenos de lágrimas.
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El mejor atraco de mi vida | La casa de papel
FanficHistoria no apta para personas de mente cerrada y homófobos. Si Tokio se enamorara de UNA rehén, ¿que pasaría con Rio? "Al parecer el síndrome de Estocolmo sí existía, yo era una simple rehén, pero ella me hacía sentir que era la más importante". Ac...