Capítulo 25: Máscara.

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*Narra Tokio*

Rio me iba a disparar, pero alguien llegó por detrás y lo empujó haciendo que Rio cayera al suelo.

Sentí un grito de Ash a mis espaldas.

Rio había alcanzado a disparar y le había llegado la bala a Ash.

-¡NOOOO!- Grité tirándome al suelo y tomando la cabeza de Ash.

Tenía los ojos abiertos, pero estaba a punto de cerrarlos.

-¡Por favor mantén los ojos abiertos, estoy aquí, sé fuerte!-Le grité mientras la acariciaba.

La bala le había llegado en la pierna, estaba perdiendo mucha sangre.

-¡Eres un hijo de puta!-Le grité a Rio.

Oslo y Helsinki estaban sosteniendo a Rio para que no hiciera otra cosa.

-¡Se lo merece por haberme quitado lo que más quise en esta vida!-Me gritó él.

-¡Por favor llévenselo!.-Les dije con desesperación.

Helsinki y Oslo se lo llevaron a arrastras, Rio seguía gritando cosas y pegando patadas para que lo soltaran, pero ya no lo podía escuchar, solo pensaba en Ash.

-Cariño, sé fuerte, ¿si? haré algo, te lo prometo.-Le dije a Ash con los ojos llenos de lágrimas.

Al instante llegó Moscú corriendo y se acercó a nosotras.

-¡¿Qué ha pasado?!-Preguntó llevando sus manos a la cabeza.

-¡Necesitamos ayuda, necesitamos que entren médicos!

-Pero... ¿y qué hay del profesor?

-Una de las reglas era que no podíamos herir a ningún rehén, el profesor tiene que saber esto... ahora necesito que lo llames para que se contacte con alguien que nos pueda ayudar, es urgente.

Moscú asintió y salió corriendo.

-¿Tokio?-Dijo Ash muy débil.

-Eso, quiero que me hables y que no cierres los ojos, por favor sigue hablándome.

-Me duele.-Dijo llorando, pero estaba tan débil que no podía mantener los ojos abiertos.

-Lo sé cariño, en este momento estamos buscando ayuda.-La besé en la frente, no podía dejar de llorar, tenía la cabeza de Ash en mis piernas, acariciaba su cabello y solo esperaba que alguien llegara a ayudarla.

Sentí a alguien corriendo, era Nairobi.

-Tokio, el profesor quiere hablar contigo, está en el teléfono.

-No dejaré a Ash sola, no puedo contestar, lo siento.-Respondí.

-Tokio... hazlo.-Dijo Ash.

-¿Estas segura?

-Por... favor.

-Te quiero.-La miré a los ojos y la volví a besar en la frente sin importar que Nairobi estuviera ahí.

-Y... yo... a ti.-Me respondió.

Me levante con cuidado y corrí a la oficina de Berlín para responder la llamada.

-¿Profesor?-Hablé.

-Tokio, ¿me puedes explicar qué mierda está pasando ahí dentro? De un minuto a otro todo está fuera de control.-Respondió.

-Eso no importa, solo mandé a Moscú a hablar contigo para que entre algún médico, la vida de una rehén está en peligro.

-Hablaré con la inspectora Murillo, pero después me vas a explicar todo.

-Como quieras, pero rápido, te lo ruego.

Dejé el teléfono en su sitio y volví al baño donde estaba Ash.

Nairobi seguía con ella, estaba arrodillada a su lado viéndola, pero Ash ya tenía los ojos cerrados.

-¡Sabía que no iba a ser una buena idea!-Grité corriendo hacia Ash.

-Tokio, por favor mantén la calma, ella va a estar bien.-Dijo Nairobi.

-No me pidas que mantenga la calma, ni siquiera sé si el profesor logrará hacer que entren médicos.

Nairobi me veía con tristeza, pero ningún abrazo o palabra de aliento haría que me sintiera bien.

-¡Tokio! ¡Necesitamos que bajes a Ashley!-Gritó Berlín.

-Vamos Tokio, le pides a ella que sea fuerte, pero también debes ser fuerte tú, entrégale tú esa fortaleza.-Dijo Nairobi tocando mi hombro.

Y eso voy a hacer.

Tomé a Ash en mis brazos con la ayuda de Nairobi y bajamos.

Se habían llevado a todos los rehenes, ¿dónde? No lo sé, pero la única rehén que me importaba era ella.

Había una camilla donde dejamos a Ash. Di un paso atrás y llevé mis manos a mi cara para seguir llorando, sentía tanta impotencia, todo había sido mi culpa, tal vez no debí haberle contado esto a Rio.

Nairobi me abrazó, era como si ella lo entendiera, como si me apoyara.

Rio estaba sentado hablando con Denver, me miraba con odio. En un momento se iba a levantar para venir hacia mí pero Denver lo detuvo.

-Chicos, vendrán a ver a esta rehén, necesitamos que se pongan las máscaras, no por este inconveniente revelaremos nuestra identidad.-Dijo Berlín con un tono de voz fuerte para que todos lo pudiéramos oír.

El primero que se puso la máscara fue Rio y luego Denver, ya que ellos estaban al lado de la puerta y debían apretar el botón para que se abriera.

-Tokio, ¿y tu máscara?-Me preguntó Nairobi.

La tenía botada en un rincón, no sabía dónde.

-No lo sé.-Respondí con desinterés.

-¿Cómo que no lo sabes?-Volvió a preguntar.

-Tokio, no vas a estar aquí abajo para que vean quién eres, nos podrías delatar a todos, así que sube, y rápido.-Dijo Berlín.

-No.-Fui cortante.

-Es una orden.

Crucé mis brazos.

En ese momento ya nada me importaba, me daba igual que supieran quien soy.

La puerta se comenzaba a abrir lentamente, todos tenían sus máscaras puestas, excepto yo.

El mejor atraco de mi vida | La casa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora