*Narra Tokio*
Berlín gritaba que abriéramos la puerta mientras la golpeaba.
Ash estaba asustada, pero yo no, no le tengo miedo a Berlín.
-¿Qué hacemos?-Me preguntó ella en voz baja.
-Acuéstate y finge estar enferma, lo tengo todo bajo
control.Abrí la puerta y vi a Berlín.
-¿Por qué están encerradas?-Preguntó entrando.
-Ya te dije que Ashley se siente mal.
-¿Y este libro?-Dijo tomándolo en sus manos.
-Estaba aquí cuando llegamos.
-¿Ahora estás de niñera? ¿le cuentas un cuento y la cuidas?
-Berlín, no sé qué estarás pensando, pero dilo.-Dije enfrentándome a él.
-Que tú y Ashley planean algo, no es normal que se vean mucho, que te preocupes tanto por ella, ni menos que se encierren en una oficina, ¿no te parece extraño todo esto?
-¿Y tú quien te crees que eres para decirme a mí lo que tengo o no que hacer?-Dije sacando mi arma y apuntándolo a la cabeza, él hizo lo mismo con su arma.
*Narra Ash*
Tokio había sacado un arma al igual que Berlín y ahí los tenía, a los apuntándose a la cabeza y viéndose a los ojos con odio.
No sabía que hacer, comencé a llorar desesperadamente, tenía ganas de correr y bajar con los demás, pero a la vez no quería que Berlín le hiciera algo a Tokio, o ella a él, no quería saber lo que iría a pasar.
-¡No! ¡Bajen el arma! ¡Por favor!-Grité para que alguien pudiera oírme.
Llegaron Rio y Denver corriendo, se quedaron en la puerta y no reaccionaban.
-¡Hagan algo!-Volví a gritar.
Ninguno de los dos se acercó, Berlin y Tokio seguían apuntándose a la cabeza sin despegarse la mirada.
-Berlín, Tokio, dejen esa arma en el suelo.-Dijo Rio con la voz calmada.
-Berlín, deja el arma y levanta las manos.-Le dijo Denver de la misma forma.
-Tokio, basta.-Le habló Rio.
Ahora quería escapar, pero sentía que cualquier movimiento de los que estábamos en esa oficina podría joder todo.
-Tokio... suelta el arma, por favor.-Dije en un susurro.
*Narra Tokio*
Todos nos hablaban, pero escuchar a Ash rogándome que soltara la pistola me hizo sentir algo en el pecho.
Dejé el arma en el suelo y levanté las manos.
Berlín seguía apuntándome.
-Berlín, si le haces algo a Tokio, no sabrás lo que te espera.-Dijo Rio amenazándolo.
Berlín dejó el arma en el suelo y me imitó levantando las manos.
-Ahora salgan todos de aquí.-Dijo Denver.
Miré a Ash. Su cara me destrozó.
Estaba llorando y podía notar que tenía miedo.
-Vamos Ashley, te voy a llevar abajo.-Le dije con voz suave.
Quería abrazarla y pedirle perdón, pero no podía, todos nos estaban viendo.
Caminé y ella me siguió.
-Perdóname.-Le dije en voz baja mientras caminábamos, pero no me respondió.
No la juzgaba, tenía sus motivos para estar enojada.
Cuando llegamos abajo, estaba Helsinki a cargo. Ash me ignoró del todo y se sentó en el suelo donde siempre.
Me sentía culpable, todavía tenía la imagen de Ash llorando, rogándome para que bajara el arma.
Subí las escaleras y cuando llegué arriba sentí un mareo, sentí que me iba a caer pero unas manos me sujetaron.
-¡Tokio!- Sentí que alguien gritó.
Era Rio.
-Mírame y no cierres los ojos.-Dijo tomándome en sus brazos y me llevó hasta un sofá, en una oficina distinta a la que estábamos con Ash.
Me sentía débil, quería cerrar los ojos, pero Rio me lo impedía.
-Abre los ojos, mantenlos abiertos por favor.
Y ahí fue cuando no daba más, necesitaba cerrar mis ojos.
*Narra Ash*
Estaba enojada con Tokio y con el mundo, pero a la vez quería abrazarla, decirle que estaba todo bien, que la quería un montón y que no importaba lo que pasara, nada nos va a separar, ni Berlín ni ninguno de los que están aquí.
De repente sentí que alguien gritó su nombre, pero no le di importancia.
[...]
Era el turno de que Tokio bajara, pero se tardaba mucho, hasta que vi a Rio bajando las escaleras corriendo.
-Helsinki, ¡no sé qué le pasa a Tokio, no abre los ojos, no reacciona!-Dijo Rio.
¿Qué?
Mi corazón comenzó a latir rápido, de la misma manera en que lo hacía cuando estábamos en la oficina.
Oslo reemplazó a Tokio.
Sólo quería pararme y subir esas escaleras para saber cómo estaba, pero sabía que me iban a detener. Sentí desesperación, algo en el pecho, quería estar con ella.
[...]
Había pasado un largo rato, seguía asustada y necesitaba aunque sea saber noticias o detalles sobre lo que le había pasado, pero nadie me iba a decir algo.
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El mejor atraco de mi vida | La casa de papel
FanficHistoria no apta para personas de mente cerrada y homófobos. Si Tokio se enamorara de UNA rehén, ¿que pasaría con Rio? "Al parecer el síndrome de Estocolmo sí existía, yo era una simple rehén, pero ella me hacía sentir que era la más importante". Ac...