11. Two.

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¿Qué había pasado?

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¿Qué había pasado?

Un beso, eso había sido.

Increíblemente, las cosas habían salido bien, y un par de días después Lukas le había pedido a Jesse tener una relación formal, y ella, aceptó contenta.

La castaña le había contado con emoción a sus más cercanos amigos, quiénes se pusieron contentos por ella, y comentaban que ya lo esperaban.

Y Jesse brillaba de lo feliz que se veía. De lo bien y feliz que se veía.

—Hola, tarados —Aiden saludó a su manera y miró a todos, y se detuvo brevemente en las manos de Lukas y Jesse, que se mantenían entrelazadas

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—Hola, tarados —Aiden saludó a su manera y miró a todos, y se detuvo brevemente en las manos de Lukas y Jesse, que se mantenían entrelazadas.

—Hey —Lukas saludó y ni siquiera se percató de lo que el recién chico miraba, pues estaba atento a su celular, prestando únicamente atención con su oído.

Pero Jesse no lo pasó por alto, solamente se incomodó un poco y alejó su mano del rubio, quién la miró extrañado de reojo. Había sido precipitado de parte de la chica, pero era una situación entendible (al menos para ella, en su cabeza).

—Como sea —Aiden cerró sus ojos por breves segundos, enfocándose a lo que iba al acercarse al grupo de la castaña—. Vengo a hacerles una increíble invitación para mi fiesta de cumpleaños número veinte. Y espero que este año si vayan.

Todos aceptaron la invitación, pero Olivia la miró unos segundos.

—¿Nos habías invitado antes? —Lukas dirigió la mirada hacia la morena amiga de su novia, ¿antes no habían sido invitados? Eso le parecía algo extraño, más porque Aiden y Jesse se conocían desde hace ya bastante tiempo.

—No lo recuerdo. ¡Pasado olvidado, amiga! —gritó Aiden inesperadamente—. Espero que puedan ir y... ya saben. Já —iba a alejarse, pero pareció recordar algo—. Ah, cierto —le extendió otra invitación a Olivia—, para que se la des a Nell, creí que estaría aquí contigo, pero veo que no. De todos modos, también está invitada. Nos vemos —Jesse miró a su amiga, ¿Nell era la tal chica nueva? Había escuchado ese nombre antes.

Aiden dio media vuelta y se alejó hacia sus dos amigos, Maya y Gil quienes veían atentamente la situación.

El rubio logró distinguir la confusión de las acciones de Aiden, en las miradas de sus amigos, ¿en verdad había sido así de inesperado? En su cabeza, algo no cuadraba.

El rubio logró distinguir la confusión de las acciones de Aiden, en las miradas de sus amigos, ¿en verdad había sido así de inesperado? En su cabeza, algo no cuadraba

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—Está todo listo. Todo está en la camioneta.

Jesse abrazó a su padre emocionada. Así solían ser sus saludos, él llegaba diciendo todo menos un "hola" y la castaña literalmente saltaba a los brazos del hombre que contadas veces veía al año.

—Pues manos a la obra, que mamá no tarda en llegar de la tienda. Sabes que me gusta acompañarla y haces que le falle.

—Si te gusta acompañarla nada más para que te compre chocolates, convenenciera.

—No —alargó la 'o'—. ¿Cómo crees que yo voy a ser así? De ningún modo.

—Di ningín midi —le arremedó su padre con risas, y Jesse soltó una carcajada.

Arreglaron todo, adornos por aquí y por allá, un pequeño pero bello pastel de tres leches (favorito de Génesis), y un par de regalos de parte de cada uno de los dos. Jesse estaba emocionada, porque después de eso, su madre se iría con su padre a un hermoso viaje de pareja, cinco días, era en lo que aprovecharía ese hombre su semana de vacaciones.

Y la castaña amaba la relación que tenían sus padres. Era algo verdaderamente precioso.

Al cabo de un rato, la mujer de ahora cuarenta y dos años entró a la casa, y unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos al ver a su esposo y a su hija con sus sorpresas. Abrazó a ambos con mucho amor.

—Esto no es lo mejor —dijo Jesse apuntando el delicioso pastel—. Redoble de tambores, por favor.

Su padre apareció con un pequeño tambor entre sus piernas con el que hizo un terrible redoble de tambores, y que causó que Génesis riera, al igual que su hija.

—Por favor, hágame los honores de entregar éste importantísimo sobre —le dijo con elegancia el hombre con el tambor a su hija.

—No, no, de ningún modo —contestó la castaña con el mismo tono—. Es su momento, hombre de pésimas habilidades musicales.

Su madre puso una mano en su boca, evitando que sus carcajadas sonaran más altas.

—Muchas gracias, Beethoven —le hizo burla de regreso su padre y Jesse sonrió, aguantando las risas.

—¿Me permite? —el hombre pidió la mano de Génesis y ella aceptó, gustosa—. Espero le guste la idea, hermosa mujer de belleza inexplicable.

Génesis examinó el par de boletos sujetados con un pequeño listón rojo alrededor y gritó de la emoción.

—Feliz cumpleaños, mi amor —le dio un corto beso y sonrió.

—Ay guacala, ya vi suficiente. Su vuelo es hoy en la noche, mamá. Disfrútalo —Jesse abrazó a sus padres.

Unas horas después de hacer maletas, sus padres dejaron el dinero suficiente que su hija ocuparía durante el tiempo que se quedaría sola en casa. Al terminar de acomodar todo, partieron al aeropuerto.

Sleeping at Last | Lukesse | MCSM | #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora