{Capítulo 9}

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Me alegré al despertar sabiendo que Nathan ya no estaba en casa.

Debía sonar horrible el estar feliz de que tu pareja no esté, pero si estuviera alguien en mi lugar se alegraría igual.

Me daba demasiada pereza prepararme para ir a la oficina. Había días en los que me apetecía ir bien y esforzarme en mi buena imagen, pero otros en los que no quería despegarme del pijama.

Llegué al trabajo antes de lo previsto, como me pidió Liam. Resultaba extraño llegar y no ver el edificio repleto de gente.

Subí al despacho de mi jefe, quien me esperaba con una taza de café para mí y otra para él.

Ese día estaba especialmente guapo. Esa camisa le sentaba increíble.

Negué con la cabeza y me senté para hablar con él. Últimamente pasaba más tiempo en su despacho que en el mío.

-Buenos días. -dijimos al unísono y reímos a la vez. Su risa era preciosa.

-Pensé en decírtelo por WhatsApp, pero preferí pedirte disculpas cara a cara. -comenzó. -Lo siento mucho; arruiné toda la cena que preparásteis con todo vuestro empeño.

-No te disculpes, no fue tu culpa. -le excusé. La verdad que, si hubiese estado en su piel, me habría puesto igual.

-Soy un hombre que suele controlarse y guardarse los comentarios inadecuados que piensa, pero salté; me dieron en mi punto débil. -lo comprendía. Todo lo que tuvo que oír fue igual que una patada en la boca. -No quiero que pienses que soy un machista porque soy todo lo contrario pero, no le prohibí en ningún momento que se dedicase a eso, solo le dije que si quería seguir conmigo tenía que dejarlo. No aguantaba ver que en la calle todos los hombres le hicieran de todo y a ella le gustase tanto, supongo que ya sabes cómo es... Y sé que puede hacer lo que quiera con su cuerpo y su vida, yo tan sólo no quería verme involucrado en ello.

-Yo siento que mi marido haya sido contigo tan... -no sabía cómo continuar la frase.

-No quiero juzgarle, pero tuve que llevarle la contraria cuando dijo eso de ti. -pasó su mano por mi mejilla como signo de caricia y, aunque me gustó, me aparté. No era lo correcto.

-Y yo no quería ir a por Sierra, yo...

-Sierra no es como tú. Es una mujer muy difícil, aunque no sea mala ni nada de eso, es muy complicada. -confesó.

-Bueno. Aunque nuestros matrimonios no sean excelentes, al menos ya los hemos conocido. -sonreí mientras daba un sorbo al café que me preparó.

-Sí, y creo que por el momento será mejor no volver a cenar los cuatro... A menos que queramos acabar con nuestros matrimonios. -bromeó, y solté una carcajada.

-Desde que te conocí pensé que tu relación amorosa sería perfecta... -no quise decirlo en voz alta, pero lo hice.

-Seamos realistas; ninguna lo es, pero el mío está lejos de ser perfecto... -sonrió con tristeza.

-Anda que el mío. -reí por no llorar.

-Me quedaría charlando todo el día contigo, Vicky, pero tengo mucho trabajo; tenemos. -añadió. -Una cosa más, ¿podrías hacerme un pequeño favor?

-Claro.

-Tus compañeros deben estar entrando ahora. Avísales de que, en media hora, tenemos reunión en la sala de exposición. -pidió.

-Okey. -me levanté de la silla para irme.

-Gracias. -sonrió dejando ver unos bonitos hoyuelos. -Nos vemos luego.

Víctima SilenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora