{Capítulo 10}

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Entré a casa y me asusté cuando vi el panorama:

Todo estaba por el suelo, y las cosas destrozadas.
Una vez más, se repetía esta situación en la que Nathan la liaba. Me preguntaba cuál sería el motivo de esa vez.
Todo tenía mala pinta.

-¿Nathan? -en seguida apareció al oírme. Me quebraba la voz. -¿Qué ha pasado?

-Vaya, por fin te dignas a aparecer. -en sus ojos se notaba pura furia. Sentí mucho miedo. Estaba  más bebido de la cuenta.

-Ya te avisé, tenía bastante trabajo. -recogí un marco de foto medio roto del suelo.

-¡Cómo te atreves a mentirme tan descaradamente! -pegó un golpe fuerte y el marco calló al suelo, haciéndose añicos.

-Nathan, no entiendo nada... -sollocé.

-¡Pues pregúntale al malnacido de tu jefe, que seguro que te lo explica encantado! -gritó.

Ya entendía lo que pasaba. Nos había visto llegar juntos y ya lo convertía todo en un mundo.

-Nathan, solo me llevó de vuelta a casa porque estaba lloviendo. No fue nada. -sabía que, en una pareja normal,  esas cosas no se debían explicar; pero con Nathan las cosas eran de todo menos normales.

-¡Eres una puta zorra, no sabes cuánto asco me das! -abrió el puño y me golpeó tan fuerte que caí al suelo aturdida.

Comencé a llorar y vi como gotas de sangre caían sobre la alfombra. Me había abierto el labio.

Siguió golpeándome sin remordimiento alguno como si fuese un saco de patatas; por más que le pidiera que se detuviese, no me hizo ningún caso.

Cuando se hartó de maltratarme me pegó un empujón que hizo que callese sobre la mesa de cristal y se fue.

Mi vida era un infierno en el que cada día ocurría algo peor que el anterior. Cuando creía que Nathan no podía superarse, de alguna manera conseguía hacerlo.
Lloré en el suelo del salón hasta quedarme dormida allí mismo.

Víctima SilenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora