{Capítulo 29}

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-Nathan, no hagas nada de lo que te vayas a arrepentir... Estás nervioso, lo sé, pero si nos relajamos todo irá bien... -sabía que no, pero necesitaba relajarle antes de que pasara lo peor.

-No, Victoria; ya no hay más que hablar.

Cerró su puño y me golpeó hasta hacerme caer al suelo.
Me arrastró de los pelos a un lugar más espacioso y siguió golpeándome hasta hacerme perder un poco la conciencia.
Solo veía gotas de sangre caer de mí. Quería levantarme pero no podía.

Ya no me quedaban gritos para soltar, ya no me quedaban fuerzas para luchar... estaba viendo que hoy era el final.

Me estaba dando cuenta de que, por no contar mi caso a tiempo, por ser una víctima silenciosa, estaba a punto de morir.

Cuando apenas me quedaba oxígeno, Nathan se levantó de mi lado.

-¿A dónde vas? -pregunté como pude. -¿No piensas acabar conmigo ya o qué?

-Calla, a eso voy; voy a por un buen cuchillo.

Entonces me paré a pensar. ¿Y si lo intentaba?
Quizá tenía probabilidades de sobrevivir.

La cocina estaba demasiado cerca de donde estaba como para conseguir levantarme y escapar antes de que él viniese, y no estaba en condiciones de correr.

Me agarré a un mueble para hacer fuerza y levantarme.

Justo cuando estaba en pie, Nathan apareció de nuevo con el cuchillo, tal y como dijo.

Casi me caigo del miedo que me entró, pero hice un esfuerzo para seguir en pie y me agarré a la madera del mueble como pude.

-Nathan, no me puedo creer que vayas a matarme... -lloré.

-¡¡¡Cállate!!! -estaba furioso pero también lloraba como yo, el cuchillo le temblaba. -¡No me vas a hacer cambiar de opinión, te voy a matar ahora mismo y acabaré contigo de una vez!

Agarró con fuerza el cuchillo y se abalanzó sobre mí con potencia.

Yo lo veía todo a cámara lenta y, la última opción que encontré para quitármelo de encima fue coger un jarrón que había en aquel mueble

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Yo lo veía todo a cámara lenta y, la última opción que encontré para quitármelo de encima fue coger un jarrón que había en aquel mueble.

Reuní las pocas fuerzas que ni creía que me quedaban tras la paliza y lo lancé sobre Nathan.

Fue un golpe limpio y seco; apenas iba con potencia pero le dio en el punto justo para que callera al suelo y se formase un charco de sangre alrededor de su cabeza cada vez mayor.

Caí al suelo tapándome la boca con las manos y llorando aún más que antes:

-¡Oh dios mío! ¿Qué acabo de hacer? -grité casi sin oxígeno.

No me lo podía creer. Le había matado, acababa de matar a mi marido.
Solo quería evitar que me matase y resulta que le había matado yo.

Todo lo que llevaba luchando estos años por mantenerme viva acababa de terminar, pero de la peor manera que podría imaginar.
Quizá merecía morir, pero yo jamás sería capaz de matar a alguien, ¡y lo había hecho!

Perdí la noción del tiempo mientras contemplaba el cadáver de mi marido, llorándole a su lado. Pese a todo lo que me había hecho, pese a sus intenciones de matarme... No podía evitar llorarle.

De ese día solo me vienen a la cabeza costantes flashbacks, como cuando llegó la policía y la ambulancia.

Me arrestaron y me sacaron del edificio, yo no tenía fuerzas para gritar y dar explicaciones; fue horrible.

Liam apareció justo antes de que me metieran en el furgón de policía. Saltó a abrazarme y, por su cara, ya sabía lo que acababa de pasar.

-¡Todo irá bien, cariño! -me abrazó como podía, ya que los policías no le dejaban. -¡No te pasará nada, me encargaré de que se sepa toda la verdad!

Yo solo lloraba, seguía en shock y sin saber cómo reaccionar.

Realmente no era culpable pero, ¿qué pensaría la justicia al ver que había matado a mi marido?

Víctima SilenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora