{Capítulo 23}

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-Tranquila, ya estoy contigo y ésto no volverá a ocurrirte jamás, te lo prometo. -susurró en mi oído. Él estaba también muy nervioso.

Aún seguía en shock; ésto no podía ser posible.

-Y ahora... ¿qué hago? -sollocé sin separarme de él. Llevábamos abrazados mucho rato. -Me sentía desubicada.

-Te llevaré a mi casa y podremos hablar allí tranquilos

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-Te llevaré a mi casa y podremos hablar allí tranquilos. -dijo.

-¿Qué opinará Sierra si me ve? Ya sabes que ella y yo no somos muy...

-Sierra no está. -interrumpió. -Ni volverá a estar.

No quise preguntar más, así que se creó un silencio incómodo.

-Voy a traerte algo de ropa que tengo en el coche. -se separó de mí y entonces recordé que mi ropa estaba rota por el suelo.

-Mierda, lo siento. -me crucé de brazos para taparme, con el nivel de vergüenza subido a 1000.

-No tienes nada que sentir, nada de ésto es culpa tuya. -se dirigió a la puerta. -Vengo en un segundo, mi coche está aparcado en la puerta.

Se le veía demasiado cabreado e impactado, creo que no se esperaba que mi situación fuese tan pésima y no sabía cómo llevarla. Parecía que lo mío le afectaba de una manera especial.

Y así fue. Al minuto traía una sudadera grande para mí.

-Ten. -me la dio.

-Gracias. -me la puse con rapidez. Olía tan bien a él.

-No hay de qué. -me guiñó el ojo y me rodeó de la cintura para llevarme a su coche.

El camino hacia su casa fue corto y silencioso. Nunca había estado allí.

Era un chalé no muy grande pero precioso, con un jardín muy bonito.

-Pasa. -dijo cerrando la puerta.

Me guió hasta la sala de estar. Era muy acogedora.

-¿Quieres algo? -dijo sentándose junto a mí en el sofá.

-Te-tengo mucho frío. -tartamudeé. Seguía en shock.

-Voy a traerte algo más abrigado. -se levantó y fue hacia otra habitación.

Mientras le esperaba, recibí un mensaje:

Nathan:
《Dónde mierda estás???》

Me asusté y sentí un escalofrío al leerlo.
Antes de que me diera tiempo a respoderle, Liam apareció con una chaqueta rosa. Apagué el móvil.

-Toma. Sierra se la olvidó antes de irse de casa y aún no la he tirado. -me la dio.

-¿Cómo? -bufé.

-Nos divorciamos, apenas han pasado dos días.

-¿Por qué? ¿Qué pasó? -pregunté acomodándome en el sofá.

-Las cosas no iban bien desde hacía tiempo y decidimos que fue lo mejor. -se notaba que no quería dar muchos detalles.

(DOS DÍAS ANTES, EN CASA DE LIAM)
Liam entró tarde a la habitación después de un largo día de trabajo. Se percató de que Sierra no estaba en la cama; una noche más, su mujer estaba de parranda. Ya era rutina.

Suspiró y se tumbó sobre la cama. Al rato la puerta se volvió a abrir y apareció Sierra, más borracha de lo que ya solía ir:

-Hola cariñooo.... -chilló, acercándose a Liam.

Apenas llevaba ropa, y la poca que llevaba se la estaba quitando.

-Vamos, acuéstate. Estás muy borracha. ¿Quieres que te ayude a darte una ducha? Apestas a alcohol, cariño. -Liam, aunque estaba harto de lo mismo de cada día, siempre cuidaba de Sierra.

-Hmmmm.... ¿No te apetece que hagamos otra cosa? -Sierra se subió encima de su marido y siguió desnudándose.

-Ahora no, estás muy borracha. -respondió, intentando quitársela de encima. Pero ella seguía.

-No seas aguafiestas Liam... -le quitó con manejo la camisa.

-Sierra, ya te he dicho que no. -comenzaba a cansarse.

-Vamos Liam, ¡que estoy a tope! -insistió.

-¡Que no, joder! -se levantó de un salto.

-¡Ya no sé qué hacer para que me mires! -dijo ella. Después de varias quejas, se quedó en la cama, durmiéndose en apenas dos segundos por la borrachera que tenía encima.

Entre lo mal que les iba a los dos y lo loco que estaba por Vicky, Liam ya había tomado una decisión; al día siguiente acabaría con su matrimonio.

***

-Lo siento. -dije con una mueca.

-No importa, pasaría tarde o temprano. -sonrió con tristeza y me acarició la mejilla. -Pero ahora no tenemos que hablar de mí, sino de ti. Cuéntame todo lo que te ha estado haciendo ese malnacido, desde el principio.

Suspiré; no sería difícil.

-Nuestra relación era perfecta y él siempre me trató bien. Después de varios años de noviazgo, nos casamos. Todo iba bien hasta ahí pero, con el tiempo, Nathan me iba demostrando más y más celos. Al principio lo veía hasta tierno, qué ingenua. -reí con los ojos húmedos. -Bueno, los celos pasaron a más cuando, hace unos 3 años, me pegó por primera vez.

-¿Por qué fue? preguntó sin dejar de mirarme.

-Llevaba una falda demasiado corta y unos chicos me miraron mucho, según él. Me pegó una bofetada y me dejó atónita, pero me prometió que no lo haría más. Incumplió tanto su promesa que ahora mismo desearía volver a ese día y haberme separado de él. Desde aquella vez me ha pegado palizas, me ha humillado en público, me ha prohibido salir con mis amigos, me ha escogido la ropa, me ha alejado de mis seres queridos, me ha golpeado hasta dejarme aturdida, ha abusado de mí, me ha engañado, ¡hasta un día abusó de mí con sus amigos! -no pude evitar que las lágrimas volvieran a cubrir mi rostro.

No podía continuar, iba a explotar. Dolía tanto decir todo aquello en voz alta, dolía tanto darse cuenta de la cruda realidad...

-Ya está, tranquila. -me abrazó y presionó contra su pecho. Le necesitaba tanto. -Ese hijo de puta va a pagar por todo lo que ha hecho, te lo prometo que no pararé hasta que lo haga. -besó mi cabeza sin despegarse de mí.

-¿Y cómo? -pregunté.

Víctima SilenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora