Me miré al espejo tras salir de la ducha y me derrumbé.
Hacía unos años se veía reflejada una chica feliz y atractiva, de estas que dan gusto verlas al pasar por la calle y dices, vaya, se le ve genial.
En ese momento sólo podía ver a una joven llena de moratones, heridas y unas ojeras horribles de tanto llorar y tan poco dormir.
Estaba horrible, Nathan tenía razón."No eres más que una zorra, cuando te conocí eras una mujer hermosa y ahora no eres más que una gran mierda".
Pero fuera de mi casa nada era así, o al menos tenía que hacerlo creer.
Cada mañana pasaba una hora arreglándome para ir al trabajo. Nadie podía verme de esa forma, tal cual era en realidad.
Tras capas y capas de maquillaje en mi cuerpo malherido y prendas que no mostrasen mis marcas, ya estaba lista.
Recuerdo que, ese día, cogí una camisa de topos blancos que resaltaba mis curvas de una manera bonita pero formal y una falda ajustada que llegaba por encima de mis rodillas.
Ese día me puse mis tacones rojos y utilicé un maquillaje un poco más elaborado del de siempre; me apetecía verme un poco mejor después de todo.Recogí mi larga melena rubia en una coleta bien alta y me miré de nuevo al espejo.
Ya estaba lista y, aunque me resultase muy raro, me veía bien.
Suspiré y salí directa a la cocina para preparar mi desayuno y el de Nathan. Mi marido no sabía hacer nada por sí mismo que no fuese posar para los anuncios.
Por suerte aún dormía así que, si me daba prisa, no me toparía con él antes de ir a la oficina.
Preparé dos cafés y unas tostadas para él, y en cuanto acabé de beberlo salió por la puerta de la habitación.
No podía negar que era muy atractivo. Verle salir semidesnudo de la habitación sería el sueño de toda mujer. Pero su comportamiento me había hecho mirar con desprecio esos ojos azules tan bonitos, ese cuerpo musculado y esa sonrisa de ensueño.
Yo al mirarle solo podía ver un monstruo, a mi mayor enemigo, y eso se lo había ganado él sólo con sus propios actos.-¿A dónde vas tan arreglada? ¿Con quién has quedado? -Gruñó; ya empezaba el día mal.
-No he quedado con nadie ca... cariño; sólo voy al trabajo, a la oficina, como cada día. -intenté tranquilizarle. -¿Voy bien?
-Crees que eres más guapa de lo que eres, no te favorece para nada ese escote, pareces una puta.
Cada dos por tres me humillaba con la forma de la que me vestía y, en el fondo, aunque ya estaba acostumbrada a oírlos, me dolían y acababan con la poca autoestima que me quedaba.
-Me tengo que ir; ahí tienes tu desayuno. -su crítica me hizo sentir mal y abrocharme el botón de la camisa.
-Esta tarde vienen mis nuevos colegas del trabajo y querrán conocerte; más te vale volver en cuanto salgas del trabajo. -ordenó.
Asentí como una tonta sumisa y me fui.
Caminé por las calles del centro de York aguantando mis lágrimas. Un día más, me sentía realmente mal.
Entré al gran edificio donde trabajaba con la más falsa de mis sonrisas.
Trabajar era mi vía de escape, adoraba mi trabajo.
Éramos una empresa formada por diez trabajadores que teníamos un blog en el que escribíamos de todo tipo de escritos, a petición de la jefa o de los suscriptores. Era como un periódico online.
Teníamos bastante éxito y había que admitir que, aunque la jefa era algo desagradable, sin ella no sería tan exitosa la empresa.Pasé por la máquina de bebidas antes de subir a mi despacho. Necesitaba tomar otro café si no quería morir por el camino. Vivía a base de cafés, mis noches eran cada vez más duras y por las mañanas no podía tirar de mí misma.
Mientras saludaba a todos mis compañeros me choqué con alguien fuertemente, cayendo mi café sobre éste:
-¡Mierda, mierda, mierda! Lo siento... -no sabía cómo actuar.
Entonces me miró a los ojos.
Era un hombre poco más mayor que yo, con ojos verdes bonitos y a la vez curiosos, labios carnosos y una atractiva barba de 3 días sin afeitar.-No te preocupes, se me olvidó echarme colonia hoy, así que ya huelo a... nesspreso. -bromeó con un guiño de ojo. Yo solté una risa nerviosa, sonrojada. Era muy fácil sonrojarme.
-Ven a mi despacho, tengo algo para darte. -señalé mi puerta y entramos.
Saqué de la bolsa una camisa que compré días atrás para regalarle a Nathan pero que nunca llegué a darle.
-Toma, ponte ésto. -se la tendí. -Era para mi marido, pero ahora es para ti.
-No, mujer, es para tu marido, como bien has dicho. -su voz era encantadora.
-Mejor que sea para ti, es lo mínimo que puedo hacer para disculparme. -añadí.
Mientras se quitaba la camisa (llena de café a más no poder) no pude evitar mirar su torso musculado. Se percató de ello y me sonrojé de nuevo. El ambiente era demasiado tenso, al menos para mí (pues él parecía de lo más tranquilo).
-Y tu nombre es...
-Victoria, Victoria Collins, aunque me puedes llamar Vicky como todos hacen, si quieres... -respondí. Su presencia me hacía tartamudear y quedar como una tonta.
-Así que la señorita "Victoria Collins Vicky si quieres" me ha tirado el café encima... Soy Liam, el nuevo jefe de la empresa.
-¿¡Qué!? -se me desencajó la mandíbula. -¿Y Rita, qué ha pasado?
-Digamos que vuestra jefa, ahora exjefa, metía la mano donde no debía... Y por eso ahora soy yo quien ocupará su cargo.
No me podía creer que Rita fuese capaz de robar en la empresa. Siempre pensé que era una mujer dedicada y prudente pese a su gran facilidad de irritarnos.
-Oh Dios, lo siento mucho, si quieres me llevo a casa la camisa y la lavo y...
-¿Te preocupas más por el accidente al saber que soy tu jefe? -interrumpió con una sonrisilla burlona, apoyándose sobre la pared.
-Oh... Disculpa, no era mi intención, yo... Lo siento, no he empezado muy bien el día. -estaba cada vez más nerviosa y se dio cuenta de ello.
-Tranquila, para de disculparte, era una broma. -se rió y el ambiente fue menos tenso. Tenía una sonrisa preciosa. -No le des más vueltas, fue un accidente sin importancia, solo bromeaba.
Asentí y me relajé mientras me sentaba en mi silla. Él se sentó frente a mí.
-Estoy pasando por cada despacho para conoceros a todos. Vicky, estoy encantado de conocerte. Espero que mi estancia aquí sea genial y que, ya sabes, para lo que sea mi despacho está ahí, frente al tuyo. Y bueno, no te entretengo más, aquí tienes los manuscritos de hoy. -depositó los papeles suavemente en mi escritorio y se levantó.
-Gracias, yo también estoy encantada de conocerle. -me levanté para abrirle la puerta.
-Oh, por favor, tutéame. -asentí y volvió a hablar de nuevo. -Por cierto, tienes muy bonito el despacho.
Tras devolverle una sonrisa nerviosa, cerré la puerta y solté un largo suspiro, dejándome caer sobre ella.
Vaya manera de empezar la relación con mi jefe...Y, aunque intenté concentrarme en mi trabajo, no pude sacarme de la cabeza a ese tal Liam y su camisa llena de café.
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Víctima Silenciosa
Romance~NOMINADA A LOS WATTYS 2019~ {Acabada} Vicky Collins lleva años siendo víctima de los abusos de su marido, aunque nunca fue capaz de contarlo a nadie. Pero, cuando su nuevo jefe Liam aparece en su vida, todo cambiará para siempre.