{Capítulo 16}

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Cerré la puerta con cautela por si Nathan dormía; solía dormir a cualquier despertarba se ponía como una furia.

Pero no estaba dormido, sino en la habitación, más furioso de lo normal:

-Hola cariño. Te he echado de menos... -me acerqué a besar la comisura de sus labios y me llevé un bofetón por sorpresa. Se me escapó un grito de dolor.

-¿Ah sí? ¿Me has echado de menos mientras te tirabas a tu jefe? ¡Eres una puta zorra! -cada insulto me dolía más.

-Cielo, no digas esas mentiras... -intenté relajarle antes de que las cosas fueran a peor. No entendía absolutamente nada. -Mira, hasta gané un premio muy importante...

Le enseñé el galardón que tanto me gustaba, y me lo arrancó de las manos para estamparlo contra el suelo sin piedad alguna.

-¡Me importa una mierda! -me dolió ver mi trofeo hecho añicos, pero sabía que lo que vendría después me iba a doler mucho más. -¡Me metiste, dijiste que no serías la única mujer en el viaje, y veo en el periódico esta mañana una foto con los tíos esos! -señaló de mala gana un periódico que estaba en el suelo. -¡Con razón estabas tan ocupada que no me respondiste al teléfono!

-¡No te respondí porque estábamos de camino!, ¿de verdad crees que te traicionaría de esa forma? -me sentí mal al recordar que, en el fondo, casi me acosté con Liam.

-¡Mentirosa! -me cogió de la camiseta y apretó mi cuello; me entró una presión dolorosa en el pecho.

-¡Para, por favor! -apenas podía respirar.

No tuvo piedad y entró en uno de sus horribles ataques de rabia.
Golpeó mi abdomen con el puño bien firme varias veces, hasta dejarme toda la zona con marcas enormes. Me dolía muchísimo y, si seguía un poco más, me acabaría matando.

Cuando se cansó de mí me soltó y caí al suelo como un trapo viejo.

Una vez más, me sentí como si fuese una mierda.

***

Desperté aturdida al oír la alarma de cada mañana. Ni me había dado cuenta de que dormí en el suelo del salón.

Cuando me fui a levantar un dolor en el costado me lo impedió; levanté mi camiseta y vi lo dañada que me había quedado la zona y las costillas me dolían demasiado.

Mi reflejo en el espejo era un cuadro. Hoy estaba fatal.

Apenas tuve fuerzas para vestirme presentable para trabajar; mi reflejo parecía el de un fantasma, pero me importaba poco.

Entré a la oficina y me di prisa para no tener que encontrarme con nadie, aunque tendría que ver a Liam cuando me trajese los papeles del día, como cada mañana.

Me puse a adelantar trabajo y al poco apareció mi apuesto jefe:

-Buenos días. -sonrió de la forma más triste que existía.

-Hola, qué hay. -parecía que nos acabábamos de conocer. Me levanté para coger los papeles que me trajo y tuve la mala suerte de darme en el abdomen con la mesa. -¡Au!

Me estaba retorciendo de dolor. Justo tenía que darme ahí, donde me dolía muchísimo.

-¿Qué te ha pasado? -soltó los papeles con preocupación.

-No es nada... solo un golpe. -intenté ocultar mi dolor.

-Con el golpecito que te has dado no puedes retorcerte de esa forma. -se acercó sin previo aviso hacia mí y no me salían las palabras. -Déjame ver.

Víctima SilenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora