Del amor al odio, ¿Y del odio al amor? TaeHwi

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El silencio reinaba en la habitación del menor, pequeños rayos de luz apenas y se colaban a través de las cortinas de la ventana. Hwiyoung no saldría ese día a el instituto, no estaba de ganas después de aquella discusión que había tenido, con quien quizás, era el único buen amigo que tuvo en toda su jodida vida, la había cagado.
Pero no era sólo su culpa, también la del moreno quien lo había acusado y gritado sin siquiera saber que se sintiese o cual era la situación por la que estaba pasando.

Porque nadie le comprendía, y quizás nadie jamás le pudiera comprender, porque ponerse en los zapatos de otra persona era difícil.
Ninguna persona entendía lo que el estaba pasando, o siquiera intentaban hacerlo. No era facil para YoungKyun afrontar a quien había su primer amor, su primer novio, su primer beso, su primera vez, Taeyang había sido todo para el. Y odiaba que pensaran que era totalmente fácil dejarle u olvidarle, ya que no era así, los sentimientos de alguien no se podían ir de la noche a la mañana. En especial los que perduraron blancos y puros por años.

Suspiró al recordar como le había hablado el día anterior a SeokWoo, quizás había sido un poco duro con el, pero el otro tampoco se quedaba atrás. Sabía perfectamente que solo quería protegerlo, pero aquellas cosas que había dicho lo habían herido, Hwiyoung no estaba enamorado porque quería de Taeyang, si hubiese podido borrar esos sentimientos lo hubiese hecho hace mucho tiempo para dejar de sufrir, pero su corazón no lo quería así y el no decidía sobre sus sentimientos.

Sus sentimientos predominaban sobre el.

Algo que ciertamente sabia que estaba mal, pero tal vez algún día aprendería a tener control sobre ellos, no en un futuro muy cercano.

Un par de películas, tres kilos de helado y su mejor amig...no, ni siquiera podía hacer eso en esos momentos.
Lo único que le quedaba era seguir envuelto en aquellas gruesas sabanas, algo raro ya que no hacia frío, e hibernar, unos días, unos meses, unos años, cuanto tiempo necesitará para dejar de sentirse mal, culpable de haber echado al moreno de su vida.

Dejando escapar un brazo por debajo de las sabanas tomó su celular que se encontraba en la mesita de luz al lado de su cama. Inmediatamente el brillo de la pantalla estampo contra sus ojos haciendo que tirará el mismo encima de su rostro.

—Maldición— Susurró volviendo a tomar el objeto rectangular en sus manos, esta vez con más cuidado.

Se delimitó a revisar el contenido de sus redes sociales para entretenerse un poco, Facebook, Instagram, Kakao y por ultimo para distraerse un poco optó por entrar a youtube, a ver vídeos graciosos, pero con lo que no contaba era que iba a terminar topándose con unos cuantos vídeos tristes, que no hacían mas que llevarlos de uno en otro hasta que terminará en plena tarde acostado aún, con una caja de pañuelos descartables en su cama, y ojos tan hinchados de tanto llorar que si alguien lo viera juraría que no tenia. Pero es que ¿quien era tan mala persona para hacer aquellos vídeos?, unos de valorar a tus padres, otros de parejas que dan todo una por la otra, otros de cartas de padres a sus hijos, ¡todo era demasiado triste y doloroso para el! ¡solo lo hacían llorar más!

Pero el momento más molesto fue cuando su timbre sonó, quiso ignorar el llamado, pero una parte de el le decía que podria ser Seokwoo pidiendole perdon como acostumbradamente lo hacia en el pasado. Si ese fuese el caso se aseguraría de que se arrodillara ante y le suplicara. Por eso ignoró al ruidoso aparato unos segundos antes de finalmente dignarse a bajar.

La sorpresa que se llevo al abrir la puerta quizás fue más de parte de su contrario que la de el.

—¿Que te sucedió?— Y es que no había contado con nada mas que bajar a regañar a SeokWoo, que se había olvidado de que su aspecto era un desastre, tenia horribles ojeras, los ojos hinchado de llorar tanto, sus cabellos estaban como los de un erizo, se encontraba envuelto una sabana, quizás simulando ser la Virgen María y la posibilidad de que la persona que estuviera en la puerta no fuera su queridisimo mejor amigo.