Capítulo 15.-

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DESSIRÉ

CAPÍTULO 15.-

Automáticamente y en menos de un segundo giré mi cuerpo hacía la mesa de billar regalándole la espalda al recién llegado. Todos saludaron a mi profesor y yo solamente quería irme de ese lugar. Justo ahora sí que quería ser una bruja y desaparecer en una nube de humo. Me acabé de un sorbo lo que quedaba de la copa de vino cuando escuché por detrás:

- Señor Dieste, gusto en verlo. Señorita Fontana, ¡Qué sorpresa!, ¿Cómo sigue su abuela?

Yo giré sin más remedio y me encontré con Arturo sosteniendo una copa en su mano mientras me miraba con una sonrisa en el rostro.

- Eh... hola profesor. ¿Mi abuela? ¡Oh! Bien, recuperándose.- mentí.

- Es un gusto. Bueno, no interrumpo más, estaré por allá.- dijo señalando la sala de estar.

- Arturo, no sabía que compartíamos amigos.- dijo sonriendo Salvador poniéndole una mano en el hombro.

- Llámame Señor Báute. Créame que yo tampoco.- respondió de forma seria mientras daba la media vuelta y sacaba su cuerpo de la mano de Salvador.

¡Por todos los santísimos cielos! ¿Por qué todo me pasaba a mí?

- ¿Te encuentras bien?- preguntó Salvador

- Sí, claro. ¿Por qué no debería de estarlo?- dije mientras tomaba otro "valor liquido" en otra copa.

- Estás como... nerviosa...

- No, estoy a la mar de bien.- respondí.

- ¿Quieres que nos vayamos ahora?

Estuve a un segundo de decirle que sí, que nos marcháramos justo ahora pero... ¿Qué más daba? Arturo ya me había visto e irme ahora no cambiaría en nada el hecho.

- No. Me gustaría quedarme un poco más si no tienes inconveniente.

Salvador sólo me sonrió y me tomó de la mano, luego nos encaminamos hacia la terraza donde ya estaban algunos platicando a la luz de la luna y la cuidad aprovechando que la lluvia se había marchado. Yo tomé lugar apoyando mi cuerpo en la barrera de cristal que ponía el límite mientras trataba de concentrarme en la plática que había entre Salvador y sus amigos. Sentía como un mirar se clavaba en mí a la distancia y cuando giraba en dirección encontraba los ojos de Arturo que me regalaba una sonrisa. Él estaba de pie junto a la puerta corrediza que daba al Penthouse a unos 20 metros de mí, entablaba una conversación con el festejado de esta noche pero mi profesor no parecía muy interesado en la plática.

El tiempo avanzaba y sentía cada vez menos incomoda la situación, no sé si era porque veía a Arturo un poco más relajado conviviendo con sus amistades o por la cantidad de copas que yo ya llevaba encima.

- ¿Tienes frío?- me preguntó Salvador cuando me vio llevarme mis brazos a abrazar mi cuerpo.

- Sí, un poco.- contesté.

Él rodeó mi cuerpo con sus brazos envolviéndome en un abrazo. Cerré los ojos sintiendo tan de cerca su olor y la piel de su cara, de pronto me cargó en sus brazos y me sentó en una pequeña barrera de ladrillos rojos mientras se acercaba a mí para cubrirme del viento.

- ¿Alguna vez te han dicho que te ves hermosa con la nariz roja?- me dijo al oído.

- ¿De verdad lo crees?- respondí muy cerca de sus ojos.

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