Capítulo 25.-

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DESSIRÉ

CAPÍTULO 25.-

- ¡Señorita Fontana! ¡Salga de donde esté! ¿Qué cree que hace? ¡Juro que la vi entrar al vestidor de hombres!- se escuchaba la voz del viejo profesor Ross.

Salvador llevó su mojada mano a tapar mi boca mientras cerraba la puerta y las risas se querían escapar de mí.

El viejo profesor comenzó a abrir todas las puertas de las regaderas para cerciorarse de que yo no estuviera ahí, hasta que llegó y tocó donde estábamos Salvador y yo.

- ¿Quién está aquí? ¡Abra la puerta!- exigió.

- Profesor Ross, ¡Estoy desnudo! ¿Aun así quiere que abra la puerta?- contestó traviesamente Salvador.

- ¿Quién está con usted?- continuó indagando.

- Oh, ¡no sabía que se podía traer invitados!- respondió sarcásticamente.

- Gracioso, muy gracioso señor Dieste... Juraría que vi entrar a una señorita con un vestido rojo por aquí.- dijo antes de darse la media vuelta y azotar la puerta después de salir.

- Salvador yo... yo tengo que decirte muchas cosas.- dije quitando su mano de mi boca.

Él me miró atentamente a los ojos en pleno silencio y al no tener respuesta de él carraspeé mi garganta y dije:

- ¡Estoy tan enamorada de ti! Yo...yo...no sé cómo pasó, tan sólo sé que te amo y no quiero volver a besar otros labios que no sean los tuyos. Yo sé que quizá no soy tu mejor opción, que tienes niñas lindas y tiernas por montones detrás de ti, que soy inmadura, que soy terca, enojona, que a veces no sé lo que quiero, que estoy lejos de ser la mujer perfecta y que soy un completo desastre... pero quiero que sepas que éste desastre daría su vida por ti.- dije mientras los ojos se me llenaban de lágrimas.

Salvador continuaba viéndome en silencio a través del agua que empapaba nuestros cuerpos.

- Ya no quiero poner barreras con mis sentimientos, quiero que conozcas todo de mí. Y... y yo tengo un pasado que incluye a muchos hombres y acepto que le tengo miedo al amor... y...y cuando era pequeña fui a un campamento de niños nerds.- completé antes de que mi voz se quebrara.

Él seguía sin decir nada tan sólo veía fijamente mis ojos a 15 centímetros de mí.

- ¿No vas a decir nada?- dije mirándolo de frente mientras se me distorsionaba un poco su imagen por las lágrimas acumuladas en mis ojos.

- Yo fui a campamento de niños gordos.- dijo fingiendo seriedad en el asunto.

- ¡Salvador! Yo hablo de....

Salvador puso sus labios sobre los míos y me siguió besando suavemente mientras acariciaba mi rostro, las lágrimas de mis ojos se fusionaban con el agua que seguía cayéndonos de las regaderas.

- Te amo.- me dijo muy cerquita de los labios.- Amo tu terrible mal carácter, tu mal humor, amo que eres una gritona y mandona sin remedio, amo que seas una llorona, amo tus ojos de huevo frito brillando cuando me cuentas tus sueños, amo tu sonrisa, es la más radiante y bella que he visto en mi vida. Amo tu cuerpo, tus manos...y amo que besas como una niña nerd.- dijo sonriendo.

- Y tú besas como un niño gordo.- respondí.

- ¿Por qué tardaste tanto tiempo en decírmelo? si yo ya sabía desde hace tiempo lo que sentías por mí.

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