AMISTAD

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Magalí nos está matando, literalmente. Hace un buen rato que María se arrastra por el suelo mientras África intenta levantarla. Yo procuro hacer todo lo mejor que puedo sin pensar en el hecho de que me duele muchísimo la espalda. Observo a Natalia de reojo con el miedo de que se dé cuenta. No está a mi lado lo que hace difícil el poder disimular que la observo. Los días pasan y cada vez se me hace más difícil controlar el hecho de que me gusta mucho, en realidad demasiado teniendo en cuenta las circunstancias. Intento no ser demasiado directa por respeto a ella y a su novio. Hacemos un ejercicio por parejas en el cual me pongo con Dave en un principio pero tenemos que separarnos porque la diferencia de altura es demasiado grande. El chico se marcha con Famous y yo me pongo, finalmente, con Noelia. Dave me mira con cara de pena. He obviado por completo el comentario que hizo hace algunos días en el que me dejaba claro que sabe que me gusta Natalia. He preferido no hablar del tema con nadie. Bastante tengo con torturarme a mí misma. Hoy no es un buen día. Lo sé desde que me he despertado. Es una sensación extraña. Como cuando sabes que algo no va bien, que no puedes hacerlo y acabas arriesgándote y te explota todo en la cara. Quien no arriesga no gana, dicen, pero siempre se les olvida explicarte que hay un cincuenta por ciento de posibilidades de que pierdas y yo no quiero hacer daño a una persona que está fuera. Y mucho menos a Natalia. Me siento como la típica protagonista de una película de terror, sabes que en cualquier momento bajará al sótano y algo malo pasará, porque es inevitable. Me siento como si estuviera bajando a ese maldito sótano. Cada día es un peldaño menos. Yo sé que en cualquier momento Natalia se dará cuenta de que no la veo como una simple amiga y entonces no sé qué pasará porque estoy segura de que ella no siente lo mismo por mí.

Terminamos de hacer los ejercicios y nos despedimos de Magalí. Vamos prácticamente corriendo a desayunar. Me pongo en la cola con un plato en la mano. Natalia se coloca justo detrás de mí y me pongo tensa instantáneamente. No lo puedo evitar.
-¿Te pasa algo?- pregunta preocupada.

-¿A mí?- digo disimulando.

-No, a mi vecina del quinto. Pues claro que a ti- dice sonriendo.

-A mí no me pasa nada- afirmo intentando sonreír sin éxito.

-¿Seguro?- insiste.

-No sé, me he despertado rara- digo encogiéndome de hombros.

-Sabía que te pasaba algo- dice Natalia muy seria.

-A ver, que no me pasa nada. Que solo estoy rara. Van pasando los días, estamos encerrados, echo de menos a mi familia... creo que es normal que algunos días sean mejores que otros- digo intentando quitarle hierro al asunto. Parece que funciona porque Natalia relaja su rostro. Parece que se tranquiliza.

-Bueno, espero que no me mientas- dice.

-¡Cómo te voy a mentir!- digo riendo. Natalia no media palabra y me abraza. Un abrazo cálido y cariñoso. De esos que te gustaría recibir todos los días del resto de tu vida. Nos separamos y me sirvo el desayuno justo antes de sentarme en la mesa. Natalia lo hace a mi lado. Soy consciente de que se está convirtiendo en costumbre. También soy consciente de que me encanta que se decante por ese sitio y no por otro. Sigo comportándome como una verdadera contradicción. Miki comienza a hablar de su novia, de las cosas que tienen en común, de lo mucho que la echa de menos. Yo no puedo evitar ponerme tensa de nuevo.

-¿Seguro que estás bien?- susurra Natalia muy cerca de mi oído.

-Claro- digo sonriendo. Natalia no habla en todo el desayuno. Se limita a escuchar. Dave me mira de reojo mientras se come una de sus peras. Le aguanto la mirada. Sé lo que piensa. Mi gesto se vuelve triste pero él me sonríe mientras mastica. A veces un simple gesto sirve para levantarte el ánimo. A veces no hacen falta palabras. Poco a poco la mesa va quedándose vacía hasta que solo estamos él y yo. Dave se sienta en el lugar en el que hace menos de cinco minutos estaba Natalia. Miro al frente con los brazos cruzados. Observo a Noelia correr como una loca mientras grita. Joan va detrás de ella y Julia detrás de él. Parece que, de repente, casi todos corren. Tras unos segundos de silencio decido romper el hielo.

Jungla de Espejos (Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora