18. Mis sueños, mis pesadillas.

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- Eres tú... -apenas logré decir antes de lanzarme encima de él. 

- ¿Quiéres dar una vuelta?. -dijo desplegándo sus alas.

Miré asustada a todo el público que nos rodeaba y miraba cada movimiento. Si respiraba, miraban tu pecho subir y bajar. Si tragabas saliva, miraban tu cuello. Si moves tu dedo, lo miran. Si.. bueno, creo que entendieron. 

- Claro. -le dediqué una sonrisa tierna y me subí en su espalda. No faltó ni sesenta segundos para que McGonagall llegue a la prueba.

- ¡Paren! ¡Paren! ¡Sr. Weasley! ¡Sr. Weasley, parélo! ¡No se llevará a ningún estudiante de esta academia!. -gritaba eufórica. 

- Dejélo, Minerva. -pronunció Dumbledore.- Debe ir con él.

- Pero... -la cara de McGonagall no podría ser mejor.

- Ve. -me dijo. Luego lo miró y sonrió.- Liberáte.

Dicho eso, el dragón salió volando de ahí dejando a todos, menos Dumbledore, confundidos. Disfruté cada momento en el que el viento soplaba mis cabellos obligándolos a ir hacía atrás, lo adoraba. Me encantó ver a cientos de pájaros volando cerca mío, reí, amaba estos momentos.

No sabía cuantos segundos, minutos o tal vez horas, había pasado. Aterrizó en una casita, parecía más un quincho. Era perfectamente hermosa. Al entrar, pude ver las paredes de color blanco, los sillones y las escalera. Todo del mismo color.

De un momento a otro, el dragon cambió de forma. Sus alas cambiaron a unos brazos humanos, sus patas delanteras y trasera se volvieron piernas y pies, su hocico pasó a ser una cara de un chico de cabellos marrones y ojos cafés. ¡Y no hablemos de su cuerpo!

- Hola, _______. -formó una sonrisa con sus labios y yo le devolví una sonrisa sincera. Miré su cuerpo y, con tanta mala suerte, llevaba un pantalón hasta las rodillas dejándo ver sus músculos.

- Hace mucho, mucho, tiempo que no te veía. Desde... -traté de recordar.

- Desde el Bachillerato, ¿no?. -pregunta emosionado tirándose en el sofá, imito su acción y me siento al lado de él rodeándo mis piernas con mis brazos.

- Si, creo que si. -le sonreí, él también.- Y, ¿Cómo es eso de que eres más o menos mitad dragón mitad humano?. -rió, haciéndome reír a mi también.

- Soy un dragón desde los 13. -contestó sonriendo. Él nunca sacaba su sonrisa de su cara, ni aunque se le rompiera cada parte minúscula de su cuerpo, Nop! Nunca se le sale la sonrisa.

- Y... ¿Cuántos años tienes? La última vez que te ví, tenías 10. Creo que no me equivoco. -dije, él me había contagiado su sonrisa.

- Tengo 15. ¿Y tú? Estás más grande que cuando tenías nueve, pulga.

- 14. ¡Nunca voy a poder ser más grande que vos! ¡Es injusto!. -dije haciendo puchero.

- Es muy justo, pulga.

- Ya, deja de llamarme pulga. ¿Es mi nuevo apodo?. -pregunté.

- Quizás... -lo miró con los ojos semi cerrados y me tiró encima de él para abrazarle.

- Te he extrañado muchísimo, James. 

- Yo más, pulga.

Un sueño que tuve de pequeña, pasó por mi cabeza al momento en el que toqué sus brazos y que él me tocó a mí.

|SUEÑO|

- James, ¿Qué haremos?. -pregunté desesperada.

- N-no, no lo sé _______. -tartamudeó.

- Pues será mejor que resolvamos esto ahora, por que moriremos. -dije enojada.

- Ohh, ¿Crees que no lo sé?. Ni me lo digas. -su sarcasmo se hizo presente. Esto no será nada bueno. 

- Pero ya lo dije. -fui obvia.

- Calláte y tratemos de escapar. -corrimos por toda la casa tratando de que nadie nos encuentre. Subimos hasta el segundo piso donde se encontraba un ropero. James me miró con compasión.

- No entraré. No, no y no. -dije segura.

- Ellos vienen, o mueres a manos de ellos, o vives conmigo.

|FIN-DEL-SUEÑO|

Pero fue extraño ya que basícamente eso nunca me había pasado. Recordé que me había visto con el mismo tamaño y con la misma ropa. Dios, esto no puede pasar. No ahora.

Mis sueños, mis sueños son mis pesadillas... 

Sangre Verdadera -Harry Potter. TERMINADA #1TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora