El beso de Stefan.28.

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Grito como mi vida me dejara hacerlo y caigo en un piso de madera que, al caer arriba de éste, cruje. Me paro de mi lugar en el suelo e inspecciono la habitación en la que me encuentro. 

Madera, madera, cama, madera y madera.

¿Qué acaso no había nada más?

Suspiro y me acuesto en la cama. Para nada acomoda. Por un momento se me pasó la loca idea de que era un fantasma. Dios, creo que ya estoy loca. Río. Miro al techo y, apesar de que estoy bajo el tren (que parece que tiene una puerta en el piso), me siento bien.

Decido pararme e investigar que más hay en el cuarto, además de la cama y madera. Pared, pared, pared, pared y suelo. No hay nada.

Me pongo de espaldas a la puerta y suspiro. Siento que todo me da vuelta y, como si fuera por arte de magia, la puerta se abre. Decido darme la vuelta y pedirle ayuda a cualquiera -hasta a un mortífago, eh- por la falta de aire.

- Shhh. Calla, por favor. -me dice tapando mi boca. 

No aguanto más y caigo desmayada en brazos de un desconocido.

(...)

Despierto por un dolor de cabeza muy fuerte y abro los ojos; la luz me ciega, así que vuelvo a cerrarlos y a abrirlos para cuando ya me acostumbré. Una figura masculina encuentro frente a mí y me veo obligada a desconfiar un poco.

- ¿Q-quién eres?. -digo susurrando y con voz fina. 

- Quédate quieta o te matarán. -un escalofrío entra por mi espalda en cuanto él pronuncia eso último, además de que su voz sonaba ronca como si recién se hubiera despertado.

Quizás me sentía frágil, y tal vez pálida, ya que no me había dado cuenta tenía mis muñecas y mis tobillos atados a la pared. Miro un poco compasiva (pero con poca respiración) a aquel chico a los ojos. 

Él dejo de tratar de separar mi muñeca de la pared para verme, como yo estaba haciendo. Miro sus labios y... la verdad, es que siento que me estoy derritiendo ahora mismo.

«Te estás volviendo una zorra.» canta alguien dentro de mi cabeza de una manera chillona y paranoíca. 

¿De verdad me estaba volviendo una zorra? Solamente había besado a James, quería besar al chico desconocido y... también quería besar a Harry. Si, él era más especial de lo que alguien podría ser. 

- ¿Quién eres?. -digo volteando mi cabeza para otro lado en la que él y yo no estemos tan cerca como pretendíamos.

- Stefan Adams, para servirle su majestad. -dice divertido, no puedo evitar sacar una sonrisa. Aunque caigo en cuenta de que estoy atada a la pared.

- Bueno, sargento Adams, alga el favor de sacarme de aquí y hacerme volver al Expreso Hogwarts. -digo siguiéndole el juego y volviendo a desbiar la mirada de él.

- Claro, madame. -dice el desconocido tratando de volver a "despegarme" de la pared que, ahora, era de ladrillos pintados de negro.- Ya terminé, ¿accede a una pieza conmigo madame?

No puedo evitar lanzar una pequeña risa y sonreírle. Le tomo la mano y en un segudo nos encontrabamos en un compartimiento vacío dentro del Expreso Hogwarts. Estabamos cerca, otra vez, y volvimos a mirarnos a los labios.

«No eres una zorra, no lo hagas.» pienso para mi misma. 

- Un gusto conocerte, Stefan. -digo saliendo del vagón y comenzando un nuevo camino.

A lo lejos pude ver una cabellera pelirroja, una cabellera café rulosa, a un azabache y a un rubio. Estaba a un metro cuando alguien me agarra del brazo.

- ¿Qué qui... -unos labios me callaron a la mejor manera que podría imaginar. 

Era como si flotara en una nube, ¡en una maldita nube esponjada!. Sus labios eran tan suaves... Y su pelo, su pelo era tan suave.

Me sentía suave y dulce, como un algodón de azúcar. 

Sangre Verdadera -Harry Potter. TERMINADA #1TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora