Capítulo dos.

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Stiles salió de su empleo exactamente a las ocho de la noche. Y una sonrisa se le formó al ver un Camaro negro estacionado al frente de la calle. Cruzó la calle con prisa, abriendo la puerta del auto y soltando un suspiro al ver a Derek sentado en el asiento del piloto, usando su chaqueta negra.

– Llegas temprano – dijo Stiles al subir al auto en el asiento del copiloto.

– Rompí récord – el azabache se acercó a su novio para darle un casto beso en los labios –. Estaba ansioso de verte.

Derek reposó su frente en la de Stiles, cerrando los ojos gustosamente y dejando pasar los segundos así.

– ¿A dónde quieres ir a celebrar nuestro aniversario? – cuestionó él, alejándose de Stiles para encender el auto.

– Me gustaría ir a un bar – mencionó Stiles, haciendo un gesto pensativo –. Hace mucho que no bebemos algo...ya sabes, como whisky...

– Tequila – sugirió Derek, y Stiles se lamió los labios.

– Me dio sed – expresó, oyendo a Derek reírse al comenzar a conducir –. Y estoy hambriento – murmuró Stiles, encogiéndose de hombros en el asiento –. Me tienes muerto de hambre.

Derek soltó otra risa, esta vez poco audible, entendiendo perfectamente la indirecta.

– Puedo llevarte al Mcdonald's – siguió con la broma –. Puedes atascarte de hamburguesa.

– No es precisamente la carne de la que me quiero atascar la boca – el castaño vio a Derek de reojo –. La otra sabe mejor.

– ¿Y cuál es, entonces?

Stiles se quedó en silencio, carraspeando repetidas veces.

– No voy a explicarte, lo entendiste muy bien – dijo él –. No hagas de esto algo más vergonzoso.

Derek sonrió, aún con la vista en el camino.

– Dime que no vamos al Mcdonald's – dijo Stiles, pasando su atención al azabache –. ¿O acaso tomaste un atajo para llegar más pronto al bar? ¿Qué planes tienes, Derek?

– Darte de comer, supongo.

Stiles sintió la sangre hirviendo subir por sus mejillas hasta las orejas.

– Lo dices como si fuera lo más normal.. – el chico achicó los ojos –. ¿Hablas de comida o..? Dios mío Derek, si pudiera leer tu mente, sería el hombre menos ansioso del mundo.

– Si pudieras leer mi mente, ahora mismo estarías saltando de felicidad – señaló Derek, deteniendo el auto por culpa de un semáforo en rojo.

– Ahora tengo más curiosidad por leer mentes – susurró el castaño.

El bar al que se dirigían se encontraba a las afueras de la ciudad, un lugar tranquilo y cómodo para embriagarse. La música de rock clásico sonaba en las bocinas del lugar, hecho que le encantaba bastante a la pareja.

Una vez que Derek aparcó el auto fuera del local, Stiles se quitó el cinturón de seguridad, y salió del auto sin mucha prisa.

– Parece que no han pasado los años – oyó a Derek a sus espaldas, luego de activar la alarma del coche –. Recuerdo perfectamente cómo nos conocimos justo aquí, en el bar.

El castaño soltó un jadeo al sentir las manos fuertes de Derek pasar por sus costados para abrazarlo por la espalda, sintiendo el aliento del azabache contra su oído.

– Estamos en plena calle, detente – susurró Stiles, poniendo sus manos sobre las del otro para zafarse del abrazo.

– Sólo quería comprobar si realmente estás hambriento – Derek soltó a Stiles para comenzar a caminar hacia el bar, no sin antes tomarse de las manos –. Estás a punto de la desnutrición – dijo con burla, empujando la puerta del lugar para dejar que Stiles entrara delante de él.

BITE -Sterek-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora