Capítulo tres.

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Stiles jadeó al momento en que Derek salió de él cuidadosamente. Y sin querer separarse, el azabache se mantuvo entre las piernas de Stiles, pegando su pecho con el de su novio, y dejando que sus rostros estuvieran casi pegados.

– Nunca me habías dicho algo así...– susurró Stiles, pasando una mano por el cabello alborotado de su chico –. Nunca creí oírte decir que me amas. Eres muy reservado como para hacerlo.

– Bueno, en algún momento tenía que decir lo que siento – Derek sonrió –. Y si estás sorprendido por eso, déjame de decirte que todavía no has escuchado nada – añadió él, estirando su brazo derecho hacia el buró para abrir un cajón y tomar algo de allí.

Algo que Stiles no pudo ver, pues Derek le cubrió los ojos diciéndole que todo era sorpresa.

– ¿Sabes cuán nervioso me ponen las sorpresas? – dijo Stiles, con una gran sonrisa llena de emoción –. ¡Déjame ver qué pasa, Derek!

– No, no, no – denegó él, acomodándose de nuevo junto a Stiles una vez que tuvo en sus manos aquello que necesitaba.

Respiró hondo, y se armó de valor para después quitar su mano de los ojos del castaño.

– Quizá sea una locura que justo ahora lo pregunte, pero...– el azabache tragó saliva y miró a Stiles a los ojos – ¿Quieres casarte conmigo? – preguntó entonces, quedándose sin aliento.

Stiles abrió los ojos, más de lo necesario, y sin poder hablar, miró hacia la pequeña caja que Derek sostenía entre sus dedos. El corazón se le aceleró al tiempo en que Derek abría esa caja y dejaba ver un anillo de compromiso bastante sencillo, pero bonito. Se notaba que la joya estaba bañada en plata, y en el centro tenía un pequeño diamante blanco.

– No...– susurró Stiles, completamente emocionado por lo que pasaba.

– ¿No? ¿No quieres casarte conmigo? – las cejas de Derek se encorvaron con angustia.

– No, no...– Stiles rió –. Me refiero a que...¡No puedo creerlo! ¡Me estás pidiendo matrimonio! – explicó, y su sonrisa le generó algo de calma al azabache –. ¡Santo Dios, Derek! – lo abrazó por el cuello y soltó un par de gritos de emoción, por los cuales Derek se rió –. ¡Quiero casarme contigo!

La respuesta hizo que Derek jadeara.

– ¿¡Dijiste que sí!? – exclamó Derek, alzando las cejas.

– ¡Sí!

– ¿¡En serio!?

– ¡Sí, Derek, es en serio! ¡Acepto casarme contigo! – reafirmó Stiles, y ante sus palabras, los dos chicos empezaron a gritar tal cual fangirl desesperada.

– ¡Me voy a desmayar! – gritó Derek, y Stiles comenzó a echarle aire a Derek con su mano –. ¡Dios mío! ¡Dijiste que sí! ¡Ay, cielos! ¡Vamos a estar casados!

– ¡Sí, lo estaremos! – asintió Stiles, tomando a Derek de las mejillas para darle un beso.

Derek ni siquiera sintió el beso, pues su mente se hallaba en las nubes, o en la marea de la idiotez; una de esas opciones. Y es que la respuesta de Stiles lo había dejado con tantas emociones de las cuales él no sabía que era capaz de sentir.

Era tanta su felicidad, emoción, sorpresa, y hasta ansiedad. Que Derek no fue capaz de dormir. Así que, Derek se mantuvo despierto toda la noche, mirando al cómodo Stiles que dormía sobre su hombro.

Se sentía orgulloso de sí mismo; había logrado conseguir a alguien que lo amaba. Stiles se había convertido en la única razón por la que se levantaba todos los días. Pues luego de haber perdido a sus padres en un accidente automovilístico, Derek creyó que la vida ya no tendría luz.

BITE -Sterek-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora