Capítulo veinte.

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– ¡El cohete se encuentra debajo del patio! ¡Kate hizo una estación subterránea allí hace tiempo! – informaba Malia mientras corría por la planta baja del edificio, siendo seguida por Stiles y Derek, quien tenía las manos cubiertas de sangre –. ¡Tenemos que bajar a la estación para poder cancelar el lanzamiento!

– ¿No hay otra forma de hacerlo? No me agrada la idea de ir bajo tierra – susurró Derek, recibiendo una mirada de desaprobación.

– No hay otra forma – dejó en claro Malia al detenerse junto a una puerta y pasar su credencial frente a la misma para abrirla –. Por eso es mejor que nos demos prisa; si llegamos después de las siete de la noche ya no podremos hacer nada.

– Y moriremos – concluyó Stiles, tragando saliva.

– No queremos morir aún.

Gruñó Alfa, tomando por sorpresa a Derek, quien se sobresaltó ante la voz en su cabeza.

– No, no queremos morir – dijo el azabache, echándose a correr tras Malia otra vez.

El camino que tenían que recorrer era largo; tenían que atravesar todo el vestíbulo principal del edificio hasta salir al patio de la fundación. Ahí, Malia aseguró que podían tomar un atajo para bajar a la estación subterránea, y una vez dentro, los problemas serían peores.

– Cuando lleguemos a la estación, quiero que me cuiden la espalda mientras yo trato de cancelar el lanzamiento, ¿Pueden hacer eso? – preguntó Malia al mismo tiempo en que caminaba apresuradamente hacia el patio.

– Por eso te estamos acompañando – habló Stiles, lanzándole una fugaz mirada al Derek que iba caminando a su lado, distraído en mirar a su alrededor por si más guardias los atacaban.

– Perfecto...gracias – susurró Malia, escuchándose más nerviosa que satisfecha.

Otro par de metros más, y Malia tuvo que parar sus pasos para abrir otra puerta. Mientras, Derek les cuidaba la espalda, olfateando y agudizando su oído. Tan concentrado que no se daba cuenta de la mirada llena de extrañeza que Stiles le daba.

– ¿Es normal que esté...actuando así? – le murmuró Stiles a Malia, señalando a Derek.

– ¿Como un perro? Sí, es normal – la castaña se rió, y enseguida atravesó el umbral de la puerta.

Stiles se limitó a seguir a la científica, sabiendo que Derek iría tras ellos sin problema.

Al atravesar la puerta, el patio de la fundación creció frente a ellos.
Se trataba de una enorme terraza con áreas verdes, una fuente, y sillas para descansar. Seguramente los empleados usaban esa zona para comer o tomarse cinco minutos libres.

– La estación está debajo – susurró Malia, caminando hacia las áreas verdes para después ponerse de rodillas sobre el césped –. Kate hizo una entrada secreta, y la cubrió de césped artificial – enseguida suspiró de alivio –. Nosotras dos éramos las únicas que sabíamos sobre esto.

Dicho eso, Malia levantó un pedazo de césped para descubrir un angosto túnel de escaleras de mano que se dirigía hacia el fondo de la tierra.
Como era de esperarse, la chica fue la primera en meterse al túnel para comenzar a descender por la escalera, siendo seguida por Stiles, y al último entró Derek.

– ¿Ahora entiendes por qué yo siempre creí que esta fundación ocultaba muchos secretos? – susurró Derek mientras bajaba la escalera lentamente con cuidado de no pisar a Stiles.

– Siempre supe que los ocultaba – admitió Stiles, suspirando –. Pero jamás quise decírtelo.

– Eso es egoísta – opinó el azabache, y en unos cuántos escalones más, los tres ya se encontraban sobre un piso plano.

BITE -Sterek-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora