Capítulo diecinueve.

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– ¿Me extrañaste?

La voz de Alfa hizo que Derek abriera inmediatamente los ojos; jadeando de impresión, y dolor, pues hasta donde el azabache recordaba, el maldito frío de la habitación lo había dejado inconsciente.

O muerto, una de dos.

Su cuerpo estaba helado, se sentía como un pollo de carnicería; sin embargo, al paso de los segundos, el calor comenzó a volver a él. Aunque la habitación estuviese llena de neblina friolenta, y que su ropa siguiera húmeda, Derek superó sus daños, poco a poco.

– Afuera hay cuatro personas.

Comenzó a decir Alfa, haciendo sentir a Derek como toda una marioneta.

– Tres son enemigos...uno...uno no tanto.

– ¿No tanto? – dudó el azabache, gruñendo de esfuerzo al tratar de liberarse de las ataduras de metal.

– Quiero decir, es como un amigo no amigo.

– ¿Qué? – enseguida, Derek logró zafar sus muñecas, y sonrió emocionado.

– Estabas triste cuando viste a esa persona, pero luego apareaste con él. Así que no sé qué sea.

Derek frunció el ceño al oír aquello.

– ¿En verdad dijiste "aparear"? – chasqueó la lengua y se sentó en la camilla para entonces liberar sus pies también.

Cuando Alfa estaba a punto de responder, un sonido a su derecha hizo que ambos olvidaran su conversación. La neblina había podido ser un obstáculo para Derek, pero gracias a las habilidades que Alfa le brindaba, el azabache logró tener una visión despejada de todo el lugar.

Así que, gracias a eso fue que Derek pudo percatarse de que las puertas de cristal se estaban abriendo lentamente, y lo que lo sorprendía, era que nadie estaba queriendo entrar.

De hecho, las puertas del cuarto de observación se estaban abriendo erróneamente, pues, cuando Malia tiró el teclado al suelo, éste pulsó botones aleatoriamente, y por suerte, uno de esos botones desactivó el seguro de las puertas.

– ¡Cierre esas puertas, señorita Tate! – demandó uno de los guardias, acercándose a la chica con una postura intimidante, como si estuviera dispuesto a golpearla si no le hacía caso.

– ¡Enseguida! – respondió ella, inclinándose para tomar el teclado entre sus manos temblorosas –. Solamente tengo que... presionar un botón – susurró ella, levantándose lentamente con el teclado, sintiendo la mirada del guardia encima –. Tengo que cerrar las puertas – habló de nuevo, y de pronto, sin pensarlo, lanzó el teclado hacia el rostro del guardia con la intención de distraerlo –. ¡Stiles, saca a Derek de aquí! – alcanzó a decir antes de que un grito de dolor saliera de sus labios al ser golpeada por la espalda con ese mismo teclado.

– ¡No puedo hacerlo! – gruñó el castaño, pues el otro guardia se le había echado encima para impedirle que se levantara del suelo y ahora estaban forcejeando.

Aquella neblina que yacía dentro del cuarto de observación, comenzó a salir del mismo, cubriendo entonces todo el laboratorio, y volviéndolo un cuarto blanco de neblina helada.

– ¡No logro ver nada! – gritó Stiles, soltando un jadeo de sorpresa al sentir que el cuerpo del guardia que tenía encima salía disparado hasta el otro lado de la habitación, golpéandose contra la pared, supuso Stiles, pues un gran golpe retumbó en el lugar.

Stiles no pudo distinguir muy bien qué había pasado, cómo, ni por qué. Pero lo que sí tenía muy en cuenta, era que algo mucho más grande que ellos andaba por el laboratorio.

BITE -Sterek-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora