Capítulo uno.

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– Levántate, grandulón – la voz sonó fuera de sus sueños –. Ya salió el sol...– sus ojos se abrieron un poco, y en cuanto logró medio despertarse, una almohada se estrelló en su cara con fuerza –. ¡Buenos días, cariño! – volvió a expresar esa voz que se le hacía tan linda.

– Buenos días, amor – se quitó la almohada de la cara y entrecerró los ojos –. Qué manera de despertarme, Stiles – un bostezo interrumpió sus propias palabras.

– Son las nueve de la mañana, y a las diez tienes una junta en tu trabajo – le recordó, saliendo de la habitación brevemente.

– ¿Junta? – el azabache se sentó en la cama y miró la hora –. Mierda...la olvidé por completo.

Tras sus palabras, Stiles entró de nuevo a la habitación, ahora llevando una taza de café caliente entre sus manos para luego sentarse en la cama junto a su novio.

– Ten tu café, Derek – le dio la taza y sonrió –. Espero sólo así te quites esa modorra.

Derek tomó la taza e imitó el gesto.

– Sabes perfectamente cómo se me quita la modorra – le dio un trago al café y luego señaló sus labios –. Dame el beso, anda.

Stiles soltó una risa y se acercó a Derek para darle ese beso que tanto le pedía. Un beso suave, lento, que les recordó la razón por la que eran pareja.

– Oh, sí...ya no tengo modorra – expresó Derek al tiempo en que Stiles dejaba de besarlo.

– Puros pretextos usas tú para hacer que te bese – el castaño rió y se levantó.

Derek le dio otro trago a su café, y mientras, su vista se paseó por todo el cuerpo de Stiles, quien vestía un traje azul marino bastante elegante.

– Wow, vas de traje – susurró Derek, y Stiles se puso las manos en la cintura tal cual modelo de pasarela –. Te ves tan hermoso y elegante, cariño – se mordió el labio –. ¿Tendrás una junta tu también?

– Efectivamente – Stiles se acercó hacia el tocador y tomó un portafolio negro –. Ya sabes, en la Fundación Argent siempre hay juntas.

– Qué trabajo más feo – expresó Derek, y Stiles negó con la cabeza al mismo tiempo en que caminaba a la salida de la habitación –. Hey, ¿A dónde vas? – el azabache alzó una mano, y su novio se detuvo bajo el umbral para voltear a verlo –. ¿Recuerdas qué día es hoy?

Ante la pregunta, Stiles asintió emocionado.

– Entonces paso por ti a las ocho, ¿Te parece? – indagó Derek, dándole otro trago al café.

– Bien, grandulón – el castaño asintió –. Te veo a las ocho – y dicho eso, se dio la vuelta –. ¡Y más te vale pedirme matrimonio de una vez!

Derek soltó una risa al oír la última frase, y sin más qué decir siguió tomándose el café. Parecía tranquilo, pero en realidad estaba muy, muy nervioso.

– ¡Malditas juntas! – gritó para sí mismo antes de ponerse de pie.

Estiró sus brazos, y bostezó otra vez. Detestaba levantarse a esa hora, ¿Por qué tenía que trabajar?

Un bufido se le escapó al momento en que se dirigió hacia su ropero para elegir el cambio de ropa que le parecía más formal.

Una camiseta básica color negro, y un pantalón de mezclilla desgastada era lo mejor que tenía. ¿No era eso formal? A Derek no le importó.

"¡Buenos días a nuestra querida gente de Nueva York! Están escuchando su estación más compleja; 103.2 FM! ¡Qué día tan soleado! Apenas son las nueve treinta y seis de la mañana, y aquí en la estación ya estamos sudando a chorros! Se ve que el día será bastante caluroso, así que les recomiendo salir a la calle sin sus chaquetas!"

BITE -Sterek-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora