Capítulo dieciocho.

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Derek despertó de la inconsciencia en la que había caído tras ser sedado. Recordaba todo lo sucedido en el departamento a excepción de cómo había llegado a ese lugar en el que despertó, el cual no reconocía.

Una luz blanca le pegó en el rostro, dándole una bienvenida muy molesta. Entrecerró los ojos, y trató de ver más allá de la luz, encontrándose con un techo igual de blanco. Y supo que su cuerpo yacía acostado sobre una camilla acolchonada, aunque no era cómoda.

¿En dónde estaba? ¿Acaso otra vez había caído en un hospital?

Murmullos se escuchaban por todos lados, pero eran lejanos, como si esas voces estuvieran encerradas en una botella de vidrio, ¿O acaso era Derek el que estaba encerrado?

– Alfa...Alfa, ¿Estás ahí? – murmuró Derek, queriendo sentarse en la camilla, pero no pudiendo hacerlo.

Dos placas de acero mantenían sus muñecas atadas a cada extremo de la camilla, y sus tobillos estaban pasando por la misma situación.

– ¿Qué...me...– su frase fue interrumpida por su propio gruñido de esfuerzo al tratar de zafar sus manos.

Su intento fue en vano.

– ¡¿En dónde estoy?! ¡Hey! – gritó Derek, empuñando sus manos fuertemente y apretando los dientes debido a la desesperación que sentía al no poder ver nada más allá de esa luz blanca sobre él.

De pronto, la luz se apagó, y un sonido electrónico hizo que Derek ladeara su rostro hacia la derecha, no pudiendo ver claramente porque todavía estaba atontado por las luces.

– ¿Quién eres? – preguntó él, parpadeando varias veces para aclarar su vista –. ¿Por qué estoy atado? – su gesto de confusión fue reemplazado por un par de cejas fruncidas cuando por fin percibió el rostro de aquella persona que caminaba hacia él –. ¡Oh, no! ¡No tú!

Kate, quien detenía sus pasos una vez que estuvo junto a Derek, se encontraba dentro del cuarto de observación en el cual estuvo Scott días antes.
Ella llevaba una enorme sonrisa de satisfacción, pues el simple hecho de tener a su creación indefensa la hacía sentir emocionada.

– Hola, Derek – saludó la Argent, poniéndose las manos tras su cintura mientras miraba al azabache –. No pareces feliz de verme.

– ¿Y por qué lo estaría? – susurró Derek, mirando a Kate con repulsión –. ¡Tu maldita fundación trató de matarme!

– ¡No iban a matarte, Derek! – aclaró la Argent, pasando su mano derecha por un costado de la camilla para presionar un botón de la misma, haciendo que la camilla diera una sacudida y después comenzara a levantarse en forma de asiento –. ¡Tú eres valioso! Y debo decir que no me agrada admitirlo – añadió ella mientras que Derek quedaba sentado frente a ella.

– ¿Valioso? – el azabache chasqueó la lengua, y luego agregó con un gruñido: –. ¡Me dispararon una puta carga eléctrica!

– ¡Porque esa era la única opción que teníamos para poder detenerte!

– ¡¿Detenerme de qué?! ¡Yo no estaba haciendo nada más que vivir, maldita sea! – soltó Derek, esperando a que Alfa saliera ante ese coraje, pero...nunca pasó nada.

Parecía que el lobo se había ido de él, de su mente.

¿Qué carajos le habían hecho?

Kate suspiró cansada, alejándose un par de pasos de Derek para señalar a todas las personas que se hallaban tras el vidrio que rodeaba el cuarto de observación. Por ese gesto fue que Derek pasó su atención a esas personas, frunciendo el ceño con desconfianza, y sintiéndose incómodo al estar siendo observado por tantos.

BITE -Sterek-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora