Capítulo 15: Piso 8

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Charlotte se encontraba sentada con las pernas extendidas, sobre el piso del elevador, su cuerpo ya no se sentía tan pesado o torpe, pero aun así se le dificultaba el hacer movimientos rápidos, por lo que correr estaba fuera de sus posibilidades por el momento. Tendría que conformarse con el hecho de que ya era capaz de caminar por si sola. Por otro lado Elías estaba apoyado de espalda contra la reja metálica, con cara de pocos amigos mientras lanzaba el cuchillo en el aire y lo volvía a atrapar, en un ciclo interminable.

-¿Aun sigues molesto? – pregunta la rubia sin mirarlo directamente.

-¿Debo responder?

-Si no quieres, no.

La joven sentía que cualquier cosa que le dijera seria tomada a mal, por lo que decidió que lo mejor era quedarse callada, después de todo no tenía nada que decir para mejorar su ánimo. Estar en esa situación era algo realmente incómodo y frustrante para ambas partes. Elías estaba extrañamente serio y callado como si estuviese pensando en alguna cosa, cosa que Charlotte prefería no saber, la mente de un asesino serial no era algo que le fascinara conocer, ya de por sí le resultaba confuso asimilar todo lo que estaba sucediendo en aquel lugar. Todo era como un mal sueño del cual no podía despertar.

-¿Aun te duele el corte en tu hombro? – vuelve a preguntar tras un momento de incomodo silencio.

En el fondo sabía que era una pregunta muy estúpida, pero escucharlo regañar y quejarse era mejor que aquel silencio. Ver a Elías de esa manera se le hacía muy raro y sentía que en cualquier momento le lanzaría aquel cuchillo, enviándola de esa manera a su fin.

-Mi hombro está bien, no es la primera vez que recibo un corte – murmura deslizándose por la pared hasta quedar sentado - ¿y tú ya puedes moverte? Es un fastidio tener que cargarte.

Ella asiente.

-Aun me siento algo rara, pero puedo caminar… pero no creo poder correr muy rápido.

-Tampoco es que hubiese mucha diferencia, eres realmente lenta incluso cando tratas de huir.

-No soy muy buena atleta – murmura abrazando sus rodillas – a decir verdad, no tengo ningún talento en los deportes.

-Nerd.

-No soy una nerd – se queja con la cara entre sus rodillas – yo solo soy yo, ni nada más, ni nada menos.

-Que dramática eres, si te vas aponer a llorar por todo, mejor dejare de hablarte.

-No estoy llorando.

-Hace rato lo hiciste.

-Eso fue porque me golpeaste – se queja – terminaras por romperme la cabeza si lo sigues haciendo.

-¿Ya ves cómo te quejas por todo?

Charlotte suspira de forma pesada, sentía que cada palabra que decía solo era tomada en broma en el mejor de los casos. Era algo casi increíble como aquel chico no mostraba preocupación alguna por la situación en la que estaban, el hecho de que un edificio repleto de asesinos tratara de matarlos, parecía traerlo sin cuidado, y hasta ahora tampoco había mostrado duda al hecho de enfrentarse a ellos cara a cara, lo único que parecía molestarlo era los cadáveres mutilados que se topaban, lo cual era bastante normal, después de todo Elías era del tipo de asesinos que mataba y luego se iba de la escena del crimen. A pesar de que no sentía remordimiento alguno por sus acciones, su forma de matar siempre era rápida y certera, a diferencia de la mayoría de los que estaban aquí.

-Tu ropa se manchó de sangre – dice sin darse cuenta.

El chico se da un rápido vistazo.

-Oh, esto, no es mía.

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