Capítulo 24: No soy capaz de matarte

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La joven que se mantenía oculta del peligroso asesino, seguía con cuidado cada uno de sus pasos, ya se había dado cuenta de que Elías era muy bueno en lo que hacía, pero no sabía hasta qué punto. Se confió demasiado de un extraño y este fue el resultado. Charlotte mordió su labio hasta que sintió el sabor de su propia sangre y solo fue entonces cuando se detuvo. Autolesionarse no solucionaría el problema.

La muchacha se tomó un instante para analizar la situación, debía de existir la manera de salir de esta, ya había llegado hasta aquí, no podía rendirse ahora. Observo una vez más a su alrededor pero nada parecía ayudarle con su predicamento, por suerte para ella, Elías no era tan bueno encontrando personas como lo era matándolas, mientras se mantuviera oculta todo estaría bien, eso quería decir que resultaba un punto a favor pero tampoco era como si pudiera hacerlo por toda la vida, tarde o temprano alguien vendría por ellos y no con muy buenas intenciones.

Guardo el arma en la pretina de sus shorts y dejo su bolso a un lado, entre menos peso llevara sería mejor. La muchacha observo nuevamente su alrededor y trazo un plano en su cabeza, un solo error y eso sería todo.

–Ok, puedes hacerlo –se dice a sí misma en voz baja mirando como Elías continuaba buscándola – o tal vez no – añade con menos confianza.

Charlotte mira su reloj de pulsera, donde los segundos corren rápidamente como una cuenta regresiva para ella misma, y cuando los minutos cambian, ella comienza a moverse de forma sigilosa para no ser descubierta, con el corazón latiéndole de forma acelerada y el sudor frio cayendo por su frente, la rubia avanza lento pero segura, con cuidado de no tirar nada que pudiese hacer ruido ni apartar la mirada del hombre de cabello oscuro, quien caminaba de un lado a otro sin ningún patrón establecido, se podía ver con claridad aquella locura quemante salir de sus ojos, lo que de inmediato disparó el recuerdo de la primera que se encontraron en el piso 12, un recuerdo para nada agradable de Charlotte y que le provocaba escalofríos por todo el cuerpo, sabía que no había forma de detenerle a menos que lo hiciera por voluntad propia, lo cual no parecía ser muy probable ¿Qué probabilidades había de que se repitiera el golpe de suerte de  la primera vez? El resultado era casi cero.

Esta vez tendría que detenerlo a la fuerza.

–Que buen momento escoges para perder la cabeza, Elías – se queja para sí misma la chica.

La rubia se levanta un poco para recoger algo de las mesas de cocina y luego regresa a su posición segura. No podía dejar que aquel chico la viera al menos no por el momento.

Se escucha caer un montón de cosas al suelo, rompiéndose y escurriendo. Charlotte no fue tan valiente para averiguar lo que pasaba, pero Elías ya se había molestado y había desquitado su ira con alguna cosa. Típico. Ignoro el repentino susto y continuo con lo suyo, hasta que se encontró con cadáver frente a ella, era un hombre que tenía dos agujeros sangrantes en su pecho, sus ojos estaban volteados hacia arriba, mostrando mayormente la parte blanca del mismo. Su cuerpo aún estaba tibio y daba la sensación de que se movería en cualquier momento, pero eso era ridículo ¿verdad? La joven se mantuvo dudosa por un instante con aquella idea metida en la cabeza, apretó sus puños y cruzo por sobre el cuerpo inerte, sin dejar de sentir asco por ello. Por accidente su mano fue a parar al charco rojo que estaba al lado del robusto hombre, por lo que debe de aguantar una arcada.

Aquel juego de las escondidillas se hacía cada vez más peligroso, ya que el hombre que sostenía el cuchillo en su mano, se acercaba cada vez más a la muchacha que luchaba contra su propio miedo para mantenerse en silencio. Se podía escuchar a Elías gruñir y maldecir por lo alto, era como ver a un animal salvaje que había estado en una jaula por demasiado tiempo, y ahora se encontraba en libertad y hambriento de sangre, en el momento que encontrase a su próxima presa, no tendría contemplación alguna y Charlotte no tendrá forma de defenderse ante eso, por lo que dependía de que sus planes resultaran lo cual tampoco era demasiado alentador, algo así de improvisado dependía mucho de la suerte y tal vez un milagro, aunque era más que obvio que Dios no era capaz de ver este lugar. La muchacha estaba por su cuenta, nadie vendría a ayudarle ya que la única persona que lo había estado haciendo, era la misma que trataba de asesinarla. En este momento la rubia no sabía cómo las cosas podrían empeorar, pero si quería solucionarlo debía de actuar rápido, por lo que espero a que Elías se alejara un poco y así tener tiempo suficiente de hacer su movimiento.

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