Capítulo 27: Sólo uno

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Los disparos resonaron por toda la habitación, mientras que el cristal blindado apenas mostraba rastro de haber recibido los impactos. Se escucho maldecir en voz baja al muchacho que sostenía el arma, antes de bajarla. Aquello había sido un acto de simple impulso, pero que no resulto como lo planeaba ¿Quién diría que aquella niña se encontraba detrás de un cristal anti balas? Y que a pesar del estruendo su expresión no se vio alterada en lo más mínimo, como si no conociera el miedo o simplemente ya sabia que eso iba a suceder, como parte de su propio plan. Ladeó la cabeza hacia un lado y continuo observando a los intrusos que habían osado a entrar  a su piso, algo que ella consideraba como un insulto. Nadie podía entrar sin ser invitado, este era su territorio, su casa de juegos y donde ella era la ley absoluta, por lo que era factible el decir que no estaba para nada contenta con aquella visita inesperada.

Sus ojos inexpresivos, eran como los de una muñeca vacía, y su semblante marcaba una cierta arrogancia, como si fuese mejor que los dos jóvenes que estaban del otro lado del cristal. Primero observo a la chica rubia, la miro de pies a cabeza y cada detalle que pudiese tener, luego de unos segundos hizo una mueca como si algo no estuviese bien, para luego centrar su atención al chico de cabello oscuro, donde repitió el mismo proceso, solo que esta vez sus ojos se entrecerraron.

–Es una molestia – murmura la pequeña poniéndose de pie y tomando un conejo de felpa del sofá, para estrecharlo entre sus manos – son todos unos incompetentes que no son capases de realizar una simple tarea, esos maestros de pisos no son más que un montón de basura inservible – añade en un tono arrogante y despreciativo – lo mejor que pudieron hacer fue morir.

La niña de cabello plateado y ojos violeta se detuvo a pasos del cristal, justo frente a los dos jóvenes quienes la observaban fijamente. Que una niña estuviese en ese lugar no era para nada común, sobretodo, porque no parecía tener más de 13 años a lo mucho, pero algo en ella provocaba cierto recelo, tal vez era su forma fría de expresarse, o sus facciones impasibles o ambas. Lo cierto era que subestimarla no parecía ser una buena idea. Charlotte apretó sus puños a sus costados y se mantuvo firme frente aquella pequeña, que parecía ser sacada de una película de terror psicológico, ya que no importaba que tan bella parecía ser por fuera, por dentro aquella niña era un psicópata en su máxima expresión, la dueña de ese piso, la que había creado todas aquellas grotescas esculturas y la única persona que podría encontrar la belleza en algo como eso. La platinada acomodo un mechón de su cabello y continuo mirando a los intrusos fijamente, de una manera que pondría incómodos a la mayoría.

–El que ustedes estén aquí, es una molestia – murmura con aquel tono ártico –  no solo tuve que destruir una habitación para nada, sino que también rompen mis juguetes.

Charlotte mira juiciosamente a Elías.

–¿Qué? – le responde este sin la mayor preocupación.

–Esperaba a que murieran en la primera sala, pero veo que no fue así, quería ahorrarme el problema de lidiar con ustedes, estoy demasiada ocupada como para perder el tiempo con estas tonterías – hace una pausa y quita pelusas invisibles de su peluche – pero es parte del trabajo ofrecer un buen espectáculo y no tengo más opciones, así que diré esto rápido, el ascensor se encuentra pasando otras dos habitaciones llenas de trampas – levanta su mano y señala dos puertas que se encuentran a la derecha de los jóvenes – cada uno deberá ir por un camino distinto, no me interesa que métodos usen para llegar al elevador, pero les diré, que solo permitiré que uno de ustedes salga con vida de este lugar – por un segundo, el tiempo pareció detenerse y el ambiente se hizo más pesado con aquellas palabras – pueden decidir quien de ustedes continuara hasta el siguiente nivel – hace una pausa – pero si no han puesto de acuerdo  para cuando la prueba termine, yo seré quien tome la decisión final.

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