En una habitación donde reinaba un silencio tan profundo, que parecía que si ponían el suficiente cuidado, podrían escuchar el latir de los corazones de las tres personas que allí se encontraban. No había camino por el cual continuar, no había salida por la cual volver. Tal como la ruleta rusa, era el momento de que alguien recibiese la bala mortal.
Daniel se mantenía a unos cuantos pasos al lado de la joven que sostenía el arma, a espera de que siguiente orden fuese dada ¿pero cuánto daño podría hacer alguien como ella? Alguien tan frágil que pareciera romperse con el más mínimo toque, solo parecía ser una mala broma en comparación al asesino que tenía al frente, uno que solo le bastaría un simple movimiento para poder acabarla, solo era cuestión de que disparase primero y todo acabaría, pero aun así, mantenía su arma a un lado de él. Más no era la duda lo que le detenía, tal vez era solo la sorpresa de encontrarse en esa situación. Pero fuera lo que fuera, no fue una inquietud que se permitió demostrar. Su expresión se mantuvo impasible, con la mirada fija en la joven que le apuntaba con la pistola, arriesgándose a que en cualquier momento, decidiera disparar.
—Eso no estuvo nada mal — murmuró Daniel rompiendo con la tensión del momento — aunque aún hay muchas las cuales hay que mejorar. Supongo que eso es lo que pasa cuando se finge por tanto tiempo ser normal, aunque tampoco es como si ella hubiese sido la mejor en esto, le falta tanto que aprender, esperemos que la siguiente generación sea mejor.
— ¿Qué es esa mierda de la que tanto hablas? — gruñe Elías molesto.
Daniel deja escapar una pequeña risa, de algún chiste que solo él podía entender.
—No sé si solo eres ingenuo o simplemente idiota. Incluso si te lo explicara no lo podrías entender, no comprenderías la maravilla de lo que se ha estado trabajando por tanto tiempo, crear a un asesino perfecto un ser que solo conociera el matar a otros, alguien que no tuviese atado a esa ridícula moral de esta sociedad hipócrita — inclina la cabeza hacia un lado — queríamos crear a alguien que fuese perfecto tanto física como psicológicamente y estábamos tan cerca — añade mirando a Charlotte — hasta que un pensamiento divergente lo arruinó todo, todos los avances, toda la investigación destruida por una niñita que apenas cumplía los diez años ¡Completamente ridículo! — Grita furioso — todo porque el hombre que debía convertirla en un ser perfecto se encariño con ella ¿Qué importaba si era su propia hija? Se dejó engañar por su propia creación — Daniel se pasa una mano por el cabello, dejando escapar un suspiro — Tantos años de cuidadosa selección y programas, arruinados por un simple capricho. Cuando finalmente pude encontrarle la pista al último de los sujetos de prueba, no cabía en tanta felicidad, una felicidad que se esfumó en segundos al ver como esa mediocre vida la había echado a perder, mi asesino perfecto ahora tenía una familia, la linda y complaciente hija menor del amoroso matrimonio de los Evergarden, una mentira que ella misma creo y terminó por caer en aquel engaño, decidiendo borrar cualquier cosa referente a lo que era, solo para convertirse en Charlotte Evergarden.
Daniel guardó silencio por algunos segundos, en los cuales parecía estar pensando en sus propios problemas. La joven rubia aun mantenía el arma fija en su blanco, a una sola orden de apretar el gatillo. Con una mirada vacía ajena a todas las palabras que Daniel escupía. El tiempo parecía haberse detenido en aquella habitación donde tres personas solo esperaban la muerte de alguno de ellos.
—Me vi obligado a llevar la cordura de Charlotte al límite, para luego destruirla — vuelve Daniel a murmurar por lo bajo — primero rompes su cuerpo, luego su mente y finalmente su espíritu, no fue fácil pero ella está de regreso y eso te lo debo a ti, Elías— añade con una fingida sonrisa— gracias a esa falsa esperanza de que alguien estaría allí para salvarla. Pero al final nadie vino. Y ahora solo falta terminar con la última molestia, que resultas ser tú.
—No fastidies, cabron.
—Sé lo peligroso que puede resultar el tener a Hannsel como enemigo, ero su poder, no se compara con el mío — Daniel hace una pausa y avanza unos pasos hacia Elías— te convertirás en el mártir que culminará a esta creación, la última prueba para que Charlotte desaparezca.
—Tks ¿en serio crees que esa mocosa será capaz de matarme?
—De hecho la pregunta es ¿tú serás capaz de matarla a ella? — el ceño de Elías se frunce ligeramente ante aquellas palabras — después de todo hiciste una de las estupideces más grande que fue regresar ¿Por qué? ¿Por qué ella hizo lo mismo por ti? Eso es tan patéticamente ingenuo ¿te ves reflejado en ella? En una simple herramienta creada para ser utilizada por alguien más. No te sientas mal, ella fue mucho más planeada que tú, fue literalmente hecha para ser utilizada y una vez que cumpla con su propósito será desechada, como todos los demás y eso n siquiera le importa ¿Qué no puedes verla? Ya no siente nada, una indiferencia absoluta, algo que pensé que tu tenías, pero me equivoque. Eres un excelente asesino y un prodigio, posiblemente, pero aun conservas humanidad dentro de ti, lo que te hace defectuoso.
—¿Qué nunca te callas? — Gruñe molesto — no me interesa escuchar la historia de tu vida, me aburres.
—No me esperaba otra cosa, sabía que serias incapaz de entenderlo, así que vallamos directo al final, al último de tus espectáculos ante la audiencia — Daniel da otros pasos para acercarse más a Elías, quien lo miraba fijamente, apuñando sus manos, ansioso por quitar aquella engreída sonrisa de su rostro — morirás en este piso Elías Frederiksen.
—En serio? No me digas.
Daniel vuelve a sonreír con satisfacción y se voltea a mirar a Charlotte.
—Mi pequeña Charlotte, sé que has tenido que soportar mucho hasta ahora, tantas cosas que apenas te dejan pensar, pero hay algo más que debes de saber sobre la muerte de tu adorado hermano Víctor, y es que la persona que más amabas en este mundo fue asesinada brutalmente por Elías Frederiksen.
El silencio se hizo sepulcral mientras que la muchacha apretó ligeramente el arma. Los recuerdos emocionales no eran fáciles de borrar, y pequeños fragmentos aún permanecían en su memoria como las escenas de un sueño que comenzaba a desvanecerse, pero cuyo nombre seguía estando marcando como una vieja cicatriz que alguien más había vuelto a hacer sangrar. Incluso si su rostro no mostraba alguna expresión demasiado explicita, si se notaba que algo se había roto, incluso cuando parecía que ya no quedaba nada. Daniel sonrío victorioso por su última jugada, una con la cual terminaría todo el juego, solo necesitaba darle alguna motivación a su juguete para que actuara como él quisiese. Con todas las piezas puestas en el tablero, solo debía dar jaque mate y coronarse como el vencedor. Su plan había tenido éxito y Elías no podía hacer nada ante eso, tenía a alguien apuntándole directamente con un arma, y si lograba solucionar eso ¿luego qué? Klaus seguía a cargo de aquella planta, un mal movimiento y se quedaría allí hasta el fin de los tiempos o hasta que el edificio se le cayera encima, lo que pasara primero. Pero admitir que alguien como Daniel ganase, era algo que iba en contra de cada una de sus células. Atado de manos solo observaba como la joven presionaba ligeramente el gatillo, no había dudado antes y no lo iba hacer ahora. Sus ojos azules fijaron el blanco al que pretendía darle el final que tanto se merecía. Ya no había manera de regresar una vez que la bala salió del cañón, rodada de fuego y un ensordecedor ruido, cortando el aire a su paso hasta llegar a su destino, atravesando la suave carne que no opuso ninguna resistencia ante proyectil, la sangre salía como manantial del cuerpo que caía de rodillas al suelo, formando un charco carmesí bajo él.
—¿Pero… qué demonios haces? — articuló Daniel sosteniendo la sangrante herida de su estómago.
La joven lo observa por un largo tiempo, inclinando la cabeza hacia un lado.
—No eres confiable — murmuró con la mirada perdida — tu interpretación de los hechos es carente de pruebas y veracidad. Patético – añadió para sí misma.
—¿De qué rayos hablas…Charlotte? — pregunta confundido, luchando contra el dolor de la herida.
La muchacha lo mira directamente a los ojos.
—Quería a mi hermano más que a mi propia vida, decirle adiós no fue fácil, pero fue necesario. De verdad fue asesinado de forma cruel, pero te equivocas de asesino — la joven apunta hacia Elías — yo fui quien mató a Víctor y lo volvería a hacer las veces que fuesen necearías.
Elías mira de reojo al hombre que se desangraba a su lado, y a pesar de que sintió una cierta satisfacción al verlo de esa manera. El giro de los acontecimientos fue algo que le tomó por sorpresa. Daniel no mostraba ser una amenaza en su condición, solo había sido víctima de su propia arrogancia, dándole un arma a un juguete que terminó abandonándolo. Se había disparado en su propio pie.
—Wow. Tú sí que estas bien puta loca — murmura Elías con cierta burla — Ya decía yo que eras muy extraña.
—Puede ser… bang — murmura al mismo tiempo que presiona el gatillo.
Elías apoya una rodilla en el suelo cuando la bala atraviese su tobillo, una ligera mueca de dolor se forma en su rostro mientras la tela oscura del pantalón se manchaba de sangre.
—¡Maldita bastarda hija de perra! ¡¿En serio me disparaste?!— grita furioso.
—¿Cómo puedo ser una bastarda y una hija de perra al mismo tiempo? — pregunta ladeando la cabeza hacia un lado.
—No me vengas con tus mierdas.
—Era necesario — balbucea avanzando hacia la puerta que se encontraba detrás de Elías— solo quédate ahí — añade deslizando la tarjeta por la ranura, desbloqueando de ese modo la salida.
Una mirada muerta y una expresión vacía fue lo que Elías pudo ver en Charlotte, antes de que esta desapareciera en el pasillo. El chico maldijo por lo bajo mientras se ponía de pie, sintiendo todo el dolor de la resiente herida que no paraba de sangrar, pero se podía decir había sido afortunado puesto que la bala no alcanzó el hueso, había sido una perforación en carne, aunque eso no quitaba el hecho de que la lesión resultaba ser una completa molestia, gracias a ese disparo ahora sus pasos serían más lentos. Había que agradecer que aquella joven no fuera buena usando armas.
—Jodida mocosa — maldice Elías por lo bajo caminando hacia la salida.
—¿Aun vas detrás de ella? — Dice Daniel con burla – en verdad que eres idiota ¿tanto deseas morir? No permitiré que ninguno de los salga de aquí con vida — ríe escupiendo sangre de vez en cuando— solo son herramientas que se desechan luego de ser usadas… Charlotte se ha estropeado… pero aun puedo repararla… aún hay tiempo…
El sonido de un disparo hizo eco por toda la habitación, que luego fue acompañado por el cuerpo de Daniel que caía al piso, con un agujero de bala en su frente.
—Que sujeto más desagradable — chaquea Elías guardando el arma en su cinturón — eso se sintió bien, siento que tendré problemas por esto más adelante pero valió la pena.
Dejando el cuerpo atrás, Elías regresó nuevamente hacia el pasillo, uno que parecía demasiado largo y molesto. No se podía ver ni oír a nadie, no era posible que la chica hubiese desaparecido tan rápido, había sido un asco en todo lo que tuviese que ver con capacidad física, que mejorara de un momento a otro era un fastidio. El chico maldijo por lo bajo y emprendía su camino, observando con cuidado a su alrededor. Charlotte no podía haberse ido tan lejos. Incluso con lo desequilibrada que se encontraba debería de tener la suficiente lucidez para entender que aquel piso seguía repleto de otros asesinos, a los cuales no les importaba quien fuese, la atacarían sin pensarlo dos veces y no podría hacer mucho con una simple pistola, sus enemigos no se quedarían parados como idiotas esperando a que ella disparase. El juego no había cambiado, que Daniel ya no estuviera no significaba nada, incluso sin una cabeza el cuerpo era lo suficientemente estructurado para mantener su autonomía. Aquel edificio continuaría con sus funciones hasta que el tiempo terminara. Seguía siendo un espectáculo de matar o morir.
Elías se detuvo un instante cuando el suelo bajo a sus pies, tembló ligeramente. Tal parecía que otra carga de C4 había detonado. Las cosas siempre podían ponerse peor. Pero no podía quedarse a maldecir al idiota responsable de todo ese escándalo, el tiempo se agotaba y aun no tenía ni la más mínima idea de hacia donde debía dirigirse, aquel laberintico lugar lo sacaba de quicio. Ya bastante había tenido con el regresar y buscarla, para ahora tener que repetir lo mismo. El perseguir a alguien le parecía divertido solo cuando podía matarla.
Miró la puertas que tenía a su alrededor, ya sabía lo que se encontraba en dos de ellas por lo que solo le faltaba explorar una, y fue lo que hizo. Abrió la puerta metálica que conducía hacia otro pasillo. Otro interminable pasillo, que a estas alturas Elías comenzaba a odiar más que a cualquier otra cosa ¿pero que más podía hacer? No era una idea que le agradase, pero no tenía demasiadas opciones. Dejó su berrinche interior a un lado e ingreso al angosto pasadizo, uno oscuro, húmedo y en el que había demasiadas puertas a ambos lados. Revisar todas y cada una de ellas le tomaría una eternidad, algo que por varias razones no tenía ¿Qué tan difícil era encontrar a una chica de 15 años? Parecía como si la tierra se la hubiese tragado, o podía ser que él no se esforzaba los suficiente. Tanto trabajo por una simple cría se escuchaba como un muy mal chiste.
Mientras continuaba avanzando podía sentir más las lesiones acumuladas, que comenzaban a cobrar factura del esfuerzo. Como si de por sí las cosas ya no estuviesen lo suficientemente mal. No podía darse el lujo de tomarse un respiro, entre antes encontrara a Charlotte, antes podría salir de aquel repugnante lugar que ya había colmado su paciencia. Ya ni siquiera recordaba la última vez que se sintió así de inquieto ¿había sido mientras se encontraba bajo el mando de Hannsel? No, Hannsel solo le causaba asco y odio. Tal vez fue después, cuando formaba parte de heathens. La verdad es que ni él estaba seguro de la respuesta a eso. Lo que no hacía que el sentimiento fuese menos desagradable. Elías negó con la cabeza para deshacerse de todos esos pensamientos que no le servían de nada. Si realmente quería llegar a alguna parte, debía dejar de divagar y concentrarse, incluso cuando no era su mayor virtud.
El sonido de un “clic” que venía desde una de las puertas, puso en alerta al chico de cabello negro, quien no dudó en sacar el arma y tenerla lista para usarla. No podía darse el lujo de gastar sus energías en peleas cuerpo a cuerpo, a menos que fuese absolutamente necesario. Así que cuando el ruido volvió a repetirse, Elías se detuvo frente a la puerta y la abrió de golpe con una sola patada. Rompiendo la madera en el proceso. Encontrándose con una habitación completamente vacía, una que poseía una camilla manchada con sangre e instrumentos quirúrgicos teñidos con rojo. Parecía que los ocupantes ya habían terminado con lo suyo en ese lugar. El chico frunció el ceño mientras observaba que había sido aquel ruido que había escuchado. No estaba lo suficientemente loco como para imaginarse ese tipo de cosas. Pero realmente no parecía que existiese algo fuera de lo común. Al menos para los estándares de este sitio de masacres. Hasta que otra puerta oculta en el fondo llamó su atención, se encontraba entreabierta y habían movido algunas cosas para poder pasar por allí.
-Más vale que dejes de esconderte, maldita mocosa – regañó por lo bajo cruzando la habitación para llegar a la misteriosa puerta.
Una muy brillante luz lo segó por un instante. La nueva habitación se encontraba extrañamente vacía, pero su aspecto seguía siendo igual de desagradable, con paredes que lucían como si les hubiesen aventado baldes con sangre que ahora permanecía seca, el piso de cerámicas negras y blancas mostraban que no habían sido limpiadas en mucho tiempo, varias puertas numeradas rodeaban la sala, pero aquello parecía perder importancia, cuando los dorados ojos de Elías observaron a la rubia que permanecía en el fondo, con el arma en la mano y con aquella mirada igual de muerta.
—Hasta que al fin te encuentro, mocosa —gruñe molesto avanzando hacia ella.
—Que problemático — murmura apuntándole con la pistola.
El gatillo vuelve a ser presionado, permitiéndole a la bala salir y volar hacia su blanco. Pero incluso cuando el proyectil roza el hombro de Elías, este no se detiene.
—¿Qué es lo que pasa con esa mierda de tiro? — le dice con ligero tono de burla - ¿acaso lo de antes solo fue suerte?
—No te acerques.
— si no qué? ¿Vas a matarme?— cuestiona deteniéndose una muy corta distancia, permitiendo que el cañón del arma quede en quema ropa – ni siquiera un mal chiste como tu podría fallar a esta distancia.
La joven observó el arma que apuntaba directamente al pecho de su adversario. Era verdad, nadie podía fallar a ese mortal tiro, solo se debía de jalar el gatillo y ponerle fin a esa historia, que parecía haber durado demasiado tiempo. No sería el primer asesinato que ella cometiese y tampoco podría ser el último. No había razón por el cual dejar vivir a alguien. Sus ojos apagados solo era un reflejo del vacío que existía dentro de la joven. Ya le había quitado la vida a alguien que apreciaba ¿Qué diferencia había ahora? Solo era la fría lógica la que tomaba el control de las acciones, solo era tan simple como el de flexionar su dedo y matar a quien tenía enfrente.
El olor a pólvora se hizo sentir en el aire, luego de que la bala saliera limpiamente del cañón. En el suelo, se lograba ver agujero que había dejado el proyectil al impactar, mientras que la mano con la que Charlotte sotnia el arma, era aprisionada con fuerza y obligada a mantener el arma apuntando hacia un lado.
—¡No inventes! ¡En serio casi me matas!— Gruñe Elías manteniendo el arma alejada de él— eso no me lo esperaba.
—La idea es que te mueras.
El agarre de Elías aumenta, haciendo que el hueso de la muleca de Charlotte cruja de una forma desagradable, hasta un punto en que su mano ya no logra sostener el arma, la cual cae al piso dando un ligero rebote.
—Suerte con eso — murmura antes de darle de lleno un golpe en el estómago con su rodilla.
La espalda de la chica se arquea, aguantando las señales brutales de dolor que se disparan por todo su cuerpo. Todo el aire de sus pulmones había sacado en un instante. Que un solo golpe causara todo eso era aterrador, aquella era simplemente fuerza bruta en su más puro estado. Las piernas de la muchacha temblaron ligeramente antes de tirarla al suelo de rodilla, mientras que su brazo derecho seguía aprisionada de forma intensa. El intentar respirar se volvía un suplicio, algo muy propio de algunas costillas rotas. Charlotte apretó los dientes, ignorando los daños que había recibido. Podía soportarlo, las drogas inyectadas aún tenían un efecto muy fuerte en ella, eso le ayudó a aguantar y mantener su mente despejada.
Después de todo solo era dolor.
Charlotte vio su arma tirada en el piso y demasiado lejos de su alcance. Pero no era la única. La joven levantó su mirada hacia arriba, hacia la pistola en el cinturón de Elías. No era algo imposible de obtener, aunque para ello necesitaría hacer un sacrificio. Se encontraba reducida en sus movimientos, la habían atrapado y la mantenían en una posición de sumisión, siendo su brazo derecho el que recibía la mayor parte del castigo, pero parecía un precio justo.
Se pudieron oír como los huesos de la muñeca de Charlotte, se rompían al momento de girarse con brusquedad, algo que solo duró unos segundos, pero fue lo necesario para poder estirarse y tomar el arma del cinturón de la persona que la aprisionaba. Su rostro ni siquiera se inmutó al momento de disparar a quema ropa, acertando en la pierna de Elías quien por la agresión la deja escapar en un descuido. Se le oye maldecir por lo bajo mientras apoya la rodilla contra el suelo. Mientras que la sangre comenzaba a salir de forma alarmante por la perforación que atravesaba su carne. Charlotte aprovechó ese instante para rodar y alejarse de su alcance, sosteniendo al arma con su mano izquierda, mientras que su mano derecha colgaba casi inerte a su lado. Aquella extremidad rota ya no le sería útil ahora.
—¡Maldita mocosa! ¡¿Es en serio?! ¡¿En la misma pierna?! — grita mirándola de forma acusatoria.
—Te dije que te quedaras donde estabas. Solo tenías una sola cosa que hacer y aun así lo haces mal — murmura inexpresiva.
—¡No me vengas con tus porquería! ¡¿Qué mierda es lo que pasa contigo?!
La joven que se encontraba arrodillada en el suelo y con el arma apuntando, guardó silencio por un instante, haciendo su mirada pareciera perdida en la nada. Aquella había sido una pregunta simple, pero que por alguna razón no lograba responder. Es más ¿Por qué tendría que responderle? ¿Por qué se encontraba en esa situación en primer lugar? Demasiadas cosas comenzaban a azotar su cabeza, haciéndola desconcentrarse y perder el punto focal de todo eso.
¿Pero cuál es el punto de todo esto?
—Quiero que mueras, eso es todo — murmura por lo bajo.
—Búscate una mejor excusa para tus tonterías.
—No es una excusa — aclara — morirás en este piso de todas formas, del otro lado de estas puertas hay personas que vendrán a matarte, solo es cuestión de tiempo, así que quiero que mueras con el menor dolor posible.
—Sí, no estás haciendo trabajo con eso — gruñe intentando ponerse de pie, pero su pierna herida le impide mantener el equilibrio — mierda— murmura al caer nuevamente al suelo.
Charlotte ladea la cabeza hacia un lado, con una cierta curiosidad en su mirada.
—Antes no mostrabas objeción alguna al perder tu vida ¿Por qué ahora es distinto?
—Tonta, no me voy a dejar matar por los delirios de alguien más; yo me voy a morir cuando se me dé la regalada gana, y por ahora no tengo ganas.
—Ya veo… lo entiendo.
—¿En serio?
—Sí, ahora pude entender a qué te referías con todo eso — hace una pausa para ponerse de pie y apuntar el arma directamente a la frente de Elías — pero aun así tendrás que morir en contra de tus deseos. Lo siento, pero esto es necesario.
El gatillo fue presionado sin vacilación alguna, pero solo se oyó el clic, de un arma vacía. Los ojos de Charlotte miraron desconcertados, mientras Elías sonreía con burla dejando caer tres balas de su mano.
—Estas muy lejos de poder matarme, el asesinato no es lo tuyo, mocosa.
Elías lanza una patada a ras de suelo, golpeando los tobillos de la chica que da de lleno contras las cerámicas, primero su espalda y luego su cabeza que produce un repugnante sonido tras el golpe, haciéndole perder la noción de su entorno por algunos segundos. En sus oídos podía escuchar el zumbido de una televisión mal sintonizada, mientras que algunas gotas de líquido rojo comenzaban a manchar su cabello. Fue su instinto el que la hizo girarse en un intento de reincorporarse, el cual fue frustrado cuando Elías la inmovilizó subiéndose a horcajadas sobre su espalda y sostenido sus manos a un lado de su cabeza. Esta vez ya no habría más intentos de querer matarlo.
—Suéltame – murmura con la cara contra el suelo — no lo entiendes… esto lo hago por ti.
— siento que estábamos mejor cuando no hacías nada por mí.
—Ellos solo quieren lastimarte, solo quieren que sufras…
—Me acabas de disparar dos veces — gruñe — tú no lo has hecho nada de mal ¡Ya deja de actuar como una maldita lunática!
Charlotte gurda silencio, apuñando ligeramente sus manos. Sus forcejeos por intentar liberarse se habían detenido hace mucho. Solo se mantenía inmóvil con los mechones de cabello cubriendo su cara y una respiración que se iba calmando lentamente.
—¿Por qué no lo entiendes? — Balbucea — ¿Por qué tenías que regresar? Pudiste simplemente irte, estabas cerca de encontrar la salida. Es estúpido ¿Qué tan idiota eres para no haberlo pensado?
—Tu pregunta me ofende— arquea una ceja — además ¡Tú eres la inútil que tenía que quedarse atrás, si no hubieses sido tan tonta y te hubiese quedado a mí lado, nos habríamos ahorrado toda esta mierda! — añade molesto.
Hubo un momento de silencio, en el que solo se podía oír el zumbido provocado por las luces. Los jóvenes que hace apenas unos minutos habían tratado de matarse mutuamente, ahora parecían tener una tregua, pero sin saber cuáles eran las verdaderas intenciones del otro, un solo paso en falso y podría ser el final para uno de ellos.
—Te equivocas – murmura con un hilo de voz — Y Daniel tenía razón, soy alguien que se arruinó, ni siquiera fui capaz de hacer lo que supone que es la razón de que yo exista… no soy lo que ellos esperaban que fuera….no soy lo que yo pensaba que era…solo soy un objeto defectuoso… es mejor que me quede aquí y me muera.
—¡¿Pero qué mierda estas diciendo?! ¡Te pasaste todos los putos pisos hinchándome los huevos, con eso de que querías regresar con tu puta familia! ¡¿Y ahora resulta que de la nada te arrepientes?! ¡¿Y tomas la salida más fácil que es morirte?! ¡No me jodas! — regaña molesto.
—¡¿Y eso a quien le importa?! – le responde en el mismo tono — Ellos estarán mejor sin mí, he sido un problema desde el principio, acabé con su felicidad solo por mi egoísmo — murmura con un quiebre en su voz— no puedo evitarlo, maté a Víctor solo por que odiaba como los demás lo trataban… su novia, sus amigos… me deshice de todos ellos pero nunca era suficiente, siempre había alguien que lo lastimaba, simplemente ya no pude soportarlo, maté alguien a quien quería porque no puede contenerme… si fuese capaz de controlar esos sentimientos, no habría matado a Víctor y tampoco habría intentado matarte a ti.
—En verdad que eres pésima haciendo estas cosas — murmura liberando sus muñecas — Eres una llorona, por eso lo arruinas, si tanto te molesta entonces deja de hacerlo.
—Si eso fuera posible — murmura rasguñando el suelo — las cosas no suceden por el simple hecho de solo desearlo,…. No me gusta matar a las personas, detesto la sensación que viene luego de eso,...pero, no puedo evitar hacerlo, quise obligarme a detenerme — añade mirando la cicatriz e su muñeca izquierda — pero tampoco se me permitió hacerlo. No puedo irme no puedo quedarme ¿Qué se supone que debo hacer ahora?
—Ni idea — le responde quitándose de encima — Pero deberías pensar más en ti misma y no en el resto. Le das demasiada importancia a la opinión de otros ¿Por qué quieres complacer a todo el mundo? Para ser alguien tan lista haces más estupideces que yo.
—¡Tu no puedes entenderlo! — grita frustrada.
—¡Tu Eres la idiota que no se entiende a sí misma! ¡Ni siquiera tienes la capacidad de tomar tus propias decisiones! ¡Solo vi es complaciendo a otros! ¡Me das asco!
Charlotte muerde su labio conteniendo el nudo en su garganta. Dolía, se sentía como una herida pero una que no lograba ver, una que le parecía venir desde alguna parte del interior su pecho y que crecía a cada segundo. No lograba entenderlo ni mucho menos explicarlo, pero sabía que era real. Su mente poco a poco lograba asimilarlo, comenzaba recuperar cierta lucidez, aunque se seguía sintiendo atrapada en la oscuridad, cayendo en un profundo abismo acuático donde sus gritos no podían ser escuchados. Se ahogaba en sus propios miedos, en sus recurrentes pesadillas que ahora se mostraban como su realidad. Una que la destrozaba en fragmentos tan diminutos que se perdían en la nada de su ser.
Morir parecía ser un deseo que estaba fuera e su alcance. No sería tan sencillo, no mientras él estuviese allí, como alguien que le cerraba la puerta de la salida de los débiles. Incluso cuando ya la había liberado por completo, la joven seguía en su posición, recostada boca abajo en el suelo, completamente inmóvil, sumida en sus tempestuoso pensamientos. Su frágil cuerpo mostraba las huellas de su recorrido por aquel infierno, que incluso parecía que no tendría la fuerza suficiente para volver a ponerse de pie ¿y eso sería tan malo? Ya ni siquiera era capaz decidir qué era lo que quería. El mundo al que creía pertenecer se había desmoronado en un solo soplido, dejando pequeños vestigios que escapaban de sus manos.
Ya no quedaba nada ni afuera ni adentro de aquel edificio, a lo que ella pudiese aferrarse.
Aquel sentimiento conocido como angustia.
—Ya no importa — murmura por lo bajo tras un largo silencio — Ya no hay nada, no puedo volver con esas personas ¿Qué razón existe para seguir intentando? Existir sin ningún motivo, no es diferente a estar muerto.
—¡Por supuesto que hay una gran diferencia, idiota! — Gruñe Elías molesto — ¡si tienes fuerza para lloriquear por tus problemas, mejor ponte de pie y has algo para solucionarlos!
La joven voltea su cabeza y observa con ojos vidriosos a Elías.
—¿Y como se supone que haga eso?
—Se supone que tu eres la lista — se queja — piensa por ti misma.
Charlotte baja la mirada, sin ningún indicio de querer levantarse.
—Entonces — murmura por lo bajo — ¿esta bien si me voy de este lugar?
—Esa es la idea.
—¿Esta bien si alguien como yo desea vivir?
—Sí, no hay problema con eso.
—Ya veo — murmura sintiendo como un espacio vacío dentro de ella se llenaba.
Su mano se apoyó en el suelo y de forma temblorosa comenzó a reincorporarse. Se puso de rodillas y mantuvo la cabeza agachada, dejando que el cabello creará una cortina para su rostro. Pequeñas gotas transparentes comenzaban a caer en el suelo, una tras otra mientras que sus hombros temblaban ligeramente.
—Que llorona eres.
—Cállate, es tu culpa — murmura limpiándose las lágrimas.
—No es mi culpa que seas una llorona. Al menos ya pareces más normal. Quien diría que te compones a golpes.
—Eso no es verdad — solloza secando las pequeñas gotas que resbalaban por su mejilla.
Elías la observa por un momento y luego deja escapar un ligero suspira de alivio. Había sido un momento tenso, donde realmente parecía que sólo uno de ellos lograría salir con vida. Aquélla menuda muchacha había logrado poner en jaque al asesino. Un conflicto que había cobrado bastante, para poder llegar a un punto neutro, aunque ambas partes habían quedado con grabes heridas que se debían de tener en consideración. El chico de cabello oscuro, posó su mirada en las heridas sangrantes de su pierna, la cual comenzaba a entumecerse. No era una buena señal. Al menos la chica parecía estar más lúcida y en sus casillas; sus ojos mostraban más vida y brillo, aunque podría deberse a que no paraba de llorar. Algo que le resultaba molesto a Elías, pero que aún así no dijo nada al respecto. Después de todo, tampoco era como si él estuviese en condiciones de retomar el camino. Se encontraba cansado, herido y por sobretodo molesto por el hecho de lo complicado que se tornaba todo.
Salir de aquel lugar lo más rápido posible era imprescindible, si es que quería tener alguna posibilidad de sobrevivencia. No podrían seguir aguantando por tanto tiempo.
Elías se obligó a si mismo a ponerse de pie, ignorando la sangre que salía de sus heridas y del dolor que le provocaban tras cada paso.
—Se acabó el descanso — le dice dejando caer su chaqueta sobre la cabeza de la joven — hay que irnos.
Charlotte observa la prenda con cierta confusión y luego mira a Elías.
—¿Seguro? — pregunta con la chaqueta en su mano.
—Que vayas por ahí desnuda es incómodo.
—No estoy desnuda — murmura mirando la delgada bata que la cubría.
—Como sea, solo apresúrate.
La joven hace una mueca.
—Me queda grande — señalando sus manos que no se logran ver por las mangas.
—¡¿A quién le importa?! ¡No vas a ningún punto concurso de belleza!
La joven lo observa por un instante. Él continuaba tan temperamental como siempre. Que ninguna situación le logrará afectarle le parecía algo extraordinario a Charlotte, quien no le quitaba los ojos de encima, observando cada uno de sus movimientos. La joven desvió su atención a sí misma, hacia su muñeca que comenzaba a inflamarse, y al dolor que provocaba cada respiración que daba, haciendo que las lágrimas volvieran a desbordarse de sus ojos, pero estaban muy lejos de ser por sus heridas.
—Lamento haber intentado matarte — murmura la joven sentada sobre sus talones.
—Estas muy lejos de poder matarme — le responde sin prestarle atención.
—Aun así, lamento haberte disparado.
Elías la mira por sobre su hombro.
—De hecho eso fue divertido, pero no lo vuelvas a hacer — Elías se para en medio de la habitación y mira furtivamente a su alrededor — ¿Ahora por dónde?
Charlotte acomoda su cabello y observa todas las puertas que los rodeaban.
—Por allí — apunta hacia la solitaria puerta.
—Por ahí llegamos ¿no? — arquea una ceja.
—No te mentía cuando dije que habían personas que querían matarte en las otras puertas — menciona inclinando la cabeza hacia un lado — No creo que estés en condiciones para enfrentarte a todos ellos, esa puerta es la mejor opción, aunque creo que también será el camino más largo.
—Genial, siempre es un gusto caminar cuando tú pierna está hecha mierda.
—Lo siento — murmura cabizbaja.
—Deja las disculpas a un lado y párate, no voy a cargarte.
La joven asiente e ignorando las señales de dolor de su cuerpo, se levanta lentamente, por otro lado Elías avanza hacia la puerta de madera, la misma por dónde había ingresado en busca de Charlotte. No era precisamente agradable tener que recorrer el mismo camino, aunque tampoco estaba en posición de quejarse. Le gustara o no, su cuerpo ya no podía seguir llevando el mismo ritmo que en un inicio, buscar problemas a lo tonto solo sería terminar el juego antes de tiempo. No podían darse ese lujo, no cuanto tenían otros dos pisos a los cuales enfrentar.
Se podían ver las gotas de sangre que el chico de cabello oscuro dejaba a su paso. Eran heridas de consideración pero aún así no dejaba que eso le afectara, su caminar apenas demostraba el dolor que sentía. Un hábito adquirido con los años. Como un animal salvaje que ocultaba su debilidad.
Elías apoyó su mano sobre la perilla de la puerta y observó por el rabillo del ojo a la joven que luchaba por mantenerse en pie. Si seguía así, les esperaba un lento y largo viaje por delante. Ignoró a la joven y abrió la puerta, encontrándose con un con un familiar rostro, pero al cual apenas le pudo prestar atención, el dolor intenso, rápido y creciente apenas si le permitió entender lo que sucedía. Sintió el sabor metálico llenar su boca, casi al mismo tiempo que el líquido empapaba su camiseta a la altura de su estómago. La sangre cayó a sus pies formando un charco que aumentaba de tamaño de forma alarmante. Había sido un golpe que no había visto venir, un golpe demasiado certero.
Había bajado la guardia.
Había cometido un grave error.
—¡Elías! — gritó Charlotte de una forma desgarradora al ver a aquel chico caer de rodillas, para que casi al instante el reto de su cuerpo lo acompañara.
—Tenia razón, de verdad que posee un filo excelente — pronunció impasible el hombre que sostenía el cuchillo ensangrentado en su mano — pero me equivoqué contigo, mocoso, parece que no eres el espécimen que esperaba.
Charlotte observó como el charco de sangre crecía bajo el cuerpo de Elías. Sus ojos se abrieron horrorizados mientras que un nudo en su estómago se volvía doloroso. Sus piernas flaquearon tirándola nuevamente al piso. Aquello no podía ser real, era completamente imposible. Se repetía dentro de su cabeza. De forma inconsciente la joven rasguñó la carne de su pierna, en un inútil intento de despertar de esa horrible alucinación. Pero cuando los segundos pasaron cayó en cuenta de la cruel realidad.
—Elías — sollozó para ella misma mientras lágrimas caían de sus ojos.
—Es una lástima el tener de disponer de alguien con cualidades tan únicas — murmura pasando por una lado del cuerpo de Elías — pero no soporto que los revoltosos se queden impunes — añada caminando hacia Charlotte.
—Klaus — murmura entre dientes.
—Vaya, eres capaz de recordarme, era obvio que los planes de Daniel no iban a terminar como esperaba, tan impulsivo, tu tratamiento era algo que podría haber demorado semanas, incluso meses. Aunque te recuperaste antes de lo esperado, es interesante.
La joven lo miró con odio contenido, para luego observar el arma que portaba en su mano, un afilado cuchillo que ella hubiese podido reconocer en donde fuera. Le pertenecía a Elías ¿Cómo es que otra persona podía tenerlo? ¿Qué era lo que había sucedido mientras se habían separado?
—Eso no te pertenece — murmuró mientras se ponía de pie — regrésalo….
— ¿A quién? — preguntó con soberbia en su voz.
—¡Eso no es tuyo! — grita cayendo nuevamente al suelo.
Klaus avanza otros pasos para quedar a una escasa distancia de la joven, quien se mantenía de lado y con la cara oculta entre sus brazos, como si luchará por volver a reincorporarse.
—Daniel siempre creyó que eras alguien especial, alguien única, pero solo creo que eres un fiasco. Aunque también hay que admitir que posees ciertas cualidades, eres capaz de manipular a los demás a un grado inconsciente, eres mucho más inteligente que cualquiera de tu edad y con una aterradora capacidad de adaptación a tu entorno, puede que sea eso lo que te hace tan peligrosa. Engañas a todos, ganas su confianza y aprecio, para luego apuñalarlos por la espalda. Todo por tu propio beneficio. Un monstruo que posee mil caras, pero si me ¿Cuál es la verdadera?
—Eso es algo que tú nunca sabrás — murmura sin moverse de su posición.
—Una lástima. Pero como maestro de este piso, cumpliré con mi trabajo de eliminar a todos aquellos que no siguen las reglas.
—A la mierda tus reglas — murmura dándose la vuelta y apuntándole con la pistola que Elías la había hecho tirar — y vete a la mierda tú — añade presionando del gatillo.
La bala impacta de lleno en el estómago de Klaus, el cual por primera vez mostraba una explicación que no era sería, se podía ver la sorpresa, la condición y el dolor que el proyectil había provocado al entrar en su carne. Gotas carmesí salieron de la herida cayendo algunas en la mejilla de Charlotte, que presionó el gatillo otras dos veces, hasta ver que aquel hombre había caído de rodillas al suelo. El cuchillo se deslizó de su mano con la cual presionó las heridas sangrantes. Sus ojos oscuros observaron con furia a la muchacha que permanecía en el piso, exhausta, con una mano tan temblorosa que apenas podía sostener la pistola en alto.
—Te has convertido en un verdadero problema, Charlotte Evergarden — Murmura abalanzándose hacia ella.
La joven indefensa, apenas si tenía tiempo para asimilar lo que sucedía. No podría protegerse de él, ella se encontraba en peores condiciones y su brazo ya ni siquiera podía sostener el arma. La joven observaba como aquella mano se aproximaba hacia su cuello.
Un gruñido ahogado provocó un escalofrío en Charlotte, quien vio como la garganta de klaus se abría por el corte horizontal que la atravesaba. La sangre salpicó como si fuera una fuente a presión, manchando la pálida piel de la joven.
—Te dije que me las ibas a pagar, maldito bastardo — murmura Elías viendo como el cuerpo caía hacia un lado, desangrándose rápidamente por todas las heridas.
Una muerte que llegaría más rápida por la falta de aire, que por las múltiples hemorragias.
Una pequeña sonrisa de satisfacción se dibuja en su rostro, antes de caer sentado al suelo. Soltando el mismo cuchillo con el que había sido apuñalado. Charlotte miraba aquella imagen casi incrédula, ver a aquel chico frente a ella, con sangre cayendo por su boca y una profunda y larga línea roja que atravesaba su estómago, de la cual la sangre no paraba de salir. Casi de forma inconsciente y ajena a su propio dolor, la muchacha se levanta y corre hacia él, dejándose caer de rodillas entre sus piernas.
—Elías… estas vivo — murmura aferrándose a su ropa.
—¿Te sorprende verme vivo? A mí me sorprende no estar muerto — murmura agachando la cabeza y presionando la herida de su estómago.
—Yo… pensé que — hace una pausa — ¿Qué se supone que haga si tu mueres?
—Si vas a estas llorado lo que queda de camino, hubiese preferido morirme.
—¡No digas eso, idiota! — regaña.
—¡Ya te dije que no voy a morirme! No soy tan débil como para dejar que esos idiotas acaben conmigo. Aunque sí están muy cerca de hacerlo. Ya quiero irme de este lugar.
—No deberías moverte con una herida como esa.
—!Me digas lo que puedo y no puedo hacer! — Gruñe haciendo el intento de pararse, pero siendo detenido por el dolor — mierda, creo que puedo sentir mis tripas saliéndose.
—¡ detente, no puedes seguir de esta manera! — le dice angustiada — es verdad podrías morir.
Elías la observa por un momento y luego deja escapar un pesado suspiro.
—Deja de mirarme con esa cara tan rara, estoy bien sólo necesito unos minutos para volver a levantarme.
—El cuerpo humano no funciona se esa manera.
— ¡Cállate! Yo sé cómo funciona mi cuerpo — hace una pausa — y ya deja de llorar, en serio me estás desesperado.
—Lo siento — murmura la joven con voz temblorosa.
Charlotte apoya su frente contra el pecho de Elías, viéndose mucho más pequeña y frágil en comparación. Otra vez una cercanía que a él le desagradaba, pero que nuevamente permitió.Hola mis lectores hermosos, después de mil años y tras quedarme sin formas de procrastinar, les he traído otro capítulo :3 espero que lo disfruten y le den mucho amor, puesto que en 5 capítulo esta madre se acaba \°o°/ así es, 13 pisos llegará a su fin, lo sé, es muy triste pero tenía que pasar tarde o temprano :(
Por eso nuevamente les quería dar las gracias por apoyar este proyecto, y todas las estupideces que hago (sí, yo cometo muchas estupideces ¿de donde creen que lo sacó Elías?)
Darle en especial gracias a esos lectores que me suben el animo cada vez que tengo un lapso de depresión de escritor, con sus comentarios en la historia o un simple ¿estas bien? En mi muro o directamente en mi FB son un amor. Pero incluso aquellos hermosos fantasmitas son valiosos para mí, ya que se toman el tiempo de soportar cada tontería que escribo y de esperar pacientemente, de todo corazón les doy las gracias.
Espero que les haya gustado el capítulo, ya sé que muchos están armando sus teorías de como terminará todo esto, yo no les daré ningún spoiler, pero me encanta leer las cosas que pasan por sus mentecillas locas <3
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13 Pisos
Misterio / SuspensoUn lugar cuya ubicación es desconocida, un grupo de personas sin escrúpulos se reúne para realizar cosas atroces, solo se necesita tener dinero y nada de moral para participar en estas actividades ¿Qué es lo que se hace? Algo muy sencillo, se comete...