Capítulo 1° ;

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No Buses

Mi rojiza nariz dolía insoportablemente cuando inhalaba y exhalaba, el aire congelaba mis pulmones y mis manos no se atrevían a salir del bolsillo de mi largo y negro abrigo. Sheffield cuando era frío, era frío, y, aún ya familiarizado con el clima, no soportaba el frío. Menos cuando era lunes por la tarde y el transporte publico tenía quince minutos de retraso.

—¡Esto es indignante!— Se quejó una de las señoras que se encontraba en la parada.

—¡Mis huesos se están congelando, por dios!— Añadió la segunda. Arrugué mi nariz al oler ese molesto perfume que me recordaba al cementerio, provenía de las mujeres de alta edad, las cuales no dejaban de quejarse. Opté por gastar un poco más de dinero y tomé un taxi, una vez adentro de éste mi cuerpo pudo relajarse y dejar de temblar.

Le dije mi destino al chofer y éste en silencio partió, mi vista se encontraba observando el frío ambiente que desprendía de las calles, el cielo estaba lleno de grises nubes, amenazantes a comenzar una potente lluvia.

Pasaron algunos minutos y el taxi se detuvo, di las gracias y bajé del auto. Nuevamente esa fría brisa pegó tan fuerte en mi rostro que sentí que podía caer al pavimento en cualquier momento. Rápidamente entré en esa tan adorada tienda de vinilos, esa era la única razón por la cual salía de casa, un lunes por la tarde con nubes a punto de romper en llanto.

Un suspiro de alivio salió de mi boca al sentir el calor que la tienda tenía por dentro gracias a la calefacción, mis manos pudieron salir del bolsillo de mi abrigo y pude notar que éstas estaban calientes. Pasé por el primer pequeño pasillo y mis ojos se perdieron en todos los llamativos vinilos que se encontraban en ese pequeño mesón, entre ellos se encontraba uno de David Bowie, Queen, uno de The Beatles, entre otros grandes artistas.

Al no encontrar lo que buscaba, caminé lentamente con mi mirada en el suelo hacia el otro pasillo, y maldije por lo bajo al sentir un hombro chocar bruscamente con el mío. Levanté mi mirada y me encontré con unos profundos ojos cafés, unos labios finos y un corte de cabello casi al estilo Beatle. Cuando reaccioné, noté que el chico que se encontraba frente a mí tenía café derramado en su abrigo.

—¡Mierda, lo siento mucho!— Dije rápidamente, mientras miraba con temor al chico. Éste comenzó a reír.

—Dios, estaba caliente.— Pronunció, sin dejar de reír mientras sacudía sus manos. Una risa muy peculiar y agradable a mis oídos.

—¿P-pero estás bien? ¿Te quemaste? De verdad lo siento.— Sentía mis piernas temblar, y no sabía si era porque aún tenía frío, porque estaba asustado o porque la cálida risa y serenidad del chico me ponía nervioso.

—Hey, tranquilo, no importa.— Me sonrió.— Me haz salvado, estaba muriendo de frío.—

—Está bien.. De verdad lo siento.— Repetí, en mi mente ya tenía miles de puñetazos en la cara por ser tan idiota.

—Dije que no importa.— Sus ojos se volvieron a encontrar con los míos, haciéndome sentir como si estuviera observando cada rincón de mi alma.— Todo está bien.

Di un suspiro, mientras seguía mirando fijamente al desconocido.

—Cielos, supongo que lo único que puedo hacer ahora es invitarte otro café.— Pasé mi mano por mi rostro hasta llegar a mi algo largo cabello. No sabía si lo había pensado o directamente lo había dicho, pero una sonrisa en la comisura de sus labios me dio a entender que él lo había oído.

—Estaría encantado, por cierto, mi nombre es Miles.—

Bigger Boys And Stolen Sweethearts - Milex. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora