Capítulo 3° ;

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Library Pictures

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A la mañana siguiente me di un baño, me arreglé para la escuela y salí de casa en dirección a la cafetería. Aún era temprano, y rogaba a los cielos que el transporte público no se atrasara nuevamente para cuando tuviera que tomarlo.

—Hola Turner.— Me saludó Rossie, cuando llegué a la barra.

—Hola.— Le sonreí.— ¿Podrías darme un Macchiatto, por favor?—

—¡Saliendo un Macchiatto!— Gritó la pelinegra. Un chico castaño comenzó a preparar lo que creo que era mi orden.— Eso fue lo que ordenó ayer tu amiguito.— Me sonrió coqueta.

—Oh, Miles.— Sonreí mientras miraba la barra.— Justo ayer lo conocí de la forma más patética de todas. Derramé su café en su abrigo por estar caminando con la mirada en el suelo.— Hice una mueca. Rossie comenzó a reír llamando la atención de algunos clientes. La risa de Rossie era aguda.

—¡Cómo puedes ser tan idiota, Alex!— Siguió riendo.— Pero se veía que se llevan bastante bien.— Palmeó mi hombro y yo sonreí.

—Aquí tienes, idiota.— Me entregó mi café, luego de que se separó de la barra y tomó mi pedido. Pagué, di las gracias y después de despedirme emprendí mi camino a la parada más cercana. Para mi suerte, el transporte público llegó enseguida, y pude sentarme tranquilamente mientras bebía el nuevo y exquisito café. Otra cosa que me gustaba de Miles era que tenía buen gusto con el café.
Faltaban diez minutos para que comenzara mi primera clase, y ya me encontraba a unos pasos de la entrada, por alguna razón sentía que alguien me estaba observando, pero cuando volteaba disimuladamente no podía divisar a nadie.

Subí las escaleras hasta llegar al segundo piso, y fue ahí que sentí un gran golpe en el hombro.

—¡Por fin te veo, Al!— Un grito hizo que mi cabeza llegara a doler.

—Gracias Matt, ahora tendré mi brazo adolorido y no podré escribir.— Dije sarcásticamente, Helders comenzó a reír.

Haces reír a todos, Alex. ¿Por qué no dejas la música y te dedicas a ser comediante?— Pensé.

—Uy, lo siento señorita.— Limpió una lágrima falsa. Luego de que se nos uniera Nick, pudimos ir a la clase de cálculo.

Las horas pasaban lentamente, mi brazo dolía y se me hacía difícil el poder escribir los problemas rápido.
Al término de la clase, tomé mis libros y recordé que tenía un evento importante.

—Nick, tengo que irme.—

—¿A dónde vas, Turner? ¿Ya tienes noviecita?—

—No.— Reí.— Tengo que ir a la biblioteca a buscar algo.—

—Está bien, le avisaré a Matt. Espero verte en la próxima clase.— Me sonrió y se alejó corriendo en donde Helders se encontraba comiendo una manzana.

Tomé mi bolso y caminé algo rápido hacia mi destino. Cuando estaba a poco de llegar, mi estómago comenzó a revolverse y mis manos nuevamente comenzaron a temblar, hasta que lo vi.

Estaba recargado en el árbol, viendo un libro. Llevaba el mismo abrigo que el día anterior, pantalones negros ajustados y zapatos normales. Se veía hermoso, y muy pocas veces me refería a una persona con esa palabra. La música era hermosa, el arte, la lectura, la danza. Y la única cosa hermosa que podía tener un ser humano era su alma.

Tomé una gran bocanada de aire y me acerqué con confianza, Miles estaba tan metido en su lectura que se sobresaltó cuando arrebaté sin cuidados el delicado libro de sus tan hermosas manos.

—¿Qué lees, Miles?—

—Charles Baudelaire.— Vi como sonreía, y segundos después pude sentir sus brazos alrededor mío. Su cabello y cuello tenían un aroma exquisito, como lo imaginé. Sentía que podía morir sintiendo el calor de Miles.

—Es poesía.— Susurré en su oído.

—Alex Turner es poesía.—

Bigger Boys And Stolen Sweethearts - Milex. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora