Capítulo 28° ;

340 27 33
                                    

  Bigger Boys And Stolen Sweethearts


Mis ojos ardían levemente mientras veía como la lluvia caía con prisa por mi ventana, no había podido dormir bien la última semana gracias a Rossie.

Sus constantes vómitos y bromas de "estoy embarazada" hacían que todo mi desayuno u almuerzo se mezclase en mi estómago. Me pasaba todas las noches pensando en qué pasaría si realmente estuviese embarazada, quién sería el padre, o cuando ocurrió. Era más que evidente que estaba pesando demás, quizá sólo un poco. No era mi hijo, no era mi vientre, no eran mis vómitos, no era mi vida, simplemente no era yo y eso me debería bastar para dejar de pensar en ello.

Pero no.

No le había comentado el tema a Miles, y probablemente ese era el por qué se enfadó cuando cancele por quinta vez nuestras cita. Pasaba encerrado en mi habitación, con suerte tocaba la comida que mi madre dejaba en la cocina luego de irse a trabajar, mi escritorio estaba lleno de hojas, tareas, canciones aleatorias, y uno que otro dibujo sin forma alguna.

Pero ese día fue la excepción, llamé a Miles y avergonzado, pedí disculpas por mi actitud. El antes mencionado aceptó de una forma muy dulce e instantáneamente me invitó a salir, a lo cuál obviamente acepté.

Unos pantalones negros y un largo abrigo cubrían mi tembloroso cuerpo, las gotas cayendo sobre mi paraguas hacían un sonido bastante tranquilizante mientras esperaba el transporte público en la parada más cercana de mi hogar.

Fue ahí cuando un millón de recuerdos vinieron a mi mente; dos ancianas con aroma a cementerio se me unieron, un nublado pero lluvioso lunes con un transporte público con quince minutos de atraso.

Exacto.

Sentí mi pecho cerrarse de apoco y mis piernas temblar levemente, me recargué en la húmeda banca de la parada y mis casi en polvo acompañantes me miraron con preocupación.

Dios mío, ¿Estás bien, mi amor?— Preguntó una de ellas de forma amable y ciertamente maternal. Lo único que pasó por mi mente fue que no era sólo su ropa lo que olía literalmente a cementerio.

Dudoso y confundido, asentí lentamente. —¿Dónde trabaja?

—Estoy jubilada, dulzura, venimos del cementerio.— Contestó sonriente. A los lejos pude ver como el transporte se acercaba. Rápidamente me levanté de la banca y sin pronunciar palabra alguna comencé a caminar.

No tenía ganas de ir en un odioso transporte público lleno de personas y críos llorando, tampoco tenía ganas de entablar una estúpida conversación con aquellas abuelas del cementerio, simplemente necesitaba estar lejos de las personas.

La calle estaba mojada por la lluvia al igual que el pavimento, por lo que tenías que caminar con sumo cuidado y manejar con el doble. Giré en una esquina para cruzar a la siguiente calle cuando de la nada oí un horrendo sonido casi invadiéndome.

Como si hubiese sido en cámara lenta, pude ver un auto pasar velozmente frente mis narices, dentro venía una chica rubia, un tipo mayor y en los asientos traseros dos pequeños que no pasaban los diez años. Todo pasó realmente rápido, me encontraba con la respiración más agitada que nunca, en el suelo, mi paraguas había caído varios centímetros lejos de mí y mi cabeza comenzaba a empaparse.

Bigger Boys And Stolen Sweethearts - Milex. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora