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Ya llevaba corriendo mucho. Sus piernas dolían por tanto esfuerzo y el guardia no se daba por vencido.

Entro en un callejón, apoyo la espalda en la pared y trato de recuperar el aliento. Tan sólo le llevaba de ventaja una calle al guardia, en cualquier comentó Camisa Roja aparecería y la acabaría, o tal vez la entregue a CRUEL para cobrar la recompensa por un Muni.

Su cerebro trabajaba con rapidez. Huir no le funcionó, ahora había que recurrir al último recurso: aniquilarlo. No deseaba tener la sangre de otra persona en sus manos, baste era la que tenía como para agregar la de un guardia de Denver. Sus posibilidades eran infinitas y nulas a la vez; infinitas porque en ese callejón sobraban las cosas con la que podía matarlo, y nulas porque si fallaba el dispararía el arma y todo terminaría allí. 

En el suelo, cerca de un contenedor de basura, se encontraba una varilla de metal. Su diseño era de espiral, no muy larga, mas o menos de unos treinta centímetros y la punta tenía el diseño de flecha. Irónico.

Observo a su alrededor. Al otro lado de la calle, cerca de la acera, había unas varillas iguales a la que tenía en las manos, formaban una valla que, por su estado, debieron ser de un bonito color blanco.

Aferró con fuerza la varilla a su pecho. Solo una oportunidad. Los pasos del hombre se hacían más cercanos a cada segundo, se preparó para y cuando fue el momento extendió la mano con la varilla, clavando dicho objeto en el pecho del hombre.

El arma se disparó sola, por suerte no la hirió. ____ pateo el arma para alejarla de las manos de Camisa Roja, el cual se ahogaba con su sangre.

-debiste dejar de seguirme -se paró con una pierna a cada costado del hombre-. No tenía que terminar así... Collins -leyó la pequeña placa a un costado de su pecho.

Se inclino hasta que quedó cerca de su rostro. Su semblante se ensombrecido y sus ojos reflejan cierta oscuridad que existía muy en sus adentros. Los demonios que la siguen desde que ella tiene uso de razón. Esos pensamientos suicidas, la ira que no controlaba a veces y esas ganas de matar a todos; no son cosas normales que tiene que pensar una chica.

Tal vez una que no vivió lo que ella.

-¿Me harías un favor, Collins? -baja la mirada su herida- saluda a mis demonios de mi parte.

De un tirón saco la varilla de su pecho. Collins soltó un alarido de dolor, el cual fue interrumpido por la sangre que se acumulaba en su garganta. Elevó la varilla y la clavó en su cráneo, terminando de una vez por todas con su sufrimiento que ella ocasionó.

Se alejo del cuerpo despacio. Fue por el arma y la coloco en la parte trasera de su pantalón, cubriendo la con su chamarra. Paso sus manos por la parte interior de su chamarra, limpiando la sangre que había en estas.

Dejando el cuerpo ahí a la mitad de la acera, volvió a correr en busca de sus amigos y Thomas.

Corría por las calles más alejadas del centro de la ciudad, casi no eran transitadas. Cuando volvio a la cafetería pregunto a cada persona por el paradero de Thomas, ninguna le hizo caso, hasta que se harto y obligó a hablar a uno. Un hombre en sus cuareta, saco el arma y le apunto justo a la cabeza, quitó el seguro y le dijo que tenía tres segundos para responder algo coherente o le molaría los sesos. El hombre dijo que lo había visto irse con un guardia, señaló la dirección y he aquí su presencia.

Estaba comenzando a desesperarse, no lo veía ni oía por ningún lado, se estaba volviendo frustrante la situación. Pero todo cambió cuando escucho los disparos.

No eran de una pistola, más bien de una ametralladora. Eran lejos de donde ella se encontraba, cinco o diez calles más arriba. Sus piernas flaquearon, brotaron las lágrimas. Ahogo un grito con la palma de la mano sobre su boca.

Bad Dream (#JUNTOS3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora